Cine

Imágenes del descalabro

Cómo el cine mundial ha reflejado la crisis

25 marzo, 2011 01:00

The Girlfriend Experience (2009), de Steven Soderbergh.

El agitador de la BBC Adam Curtis realizó la clarividente película para televisión The Trap: What Happened to Our Dream of Freedom (2007), en la que anunciaba con lúcido diagnóstico el final de la opulencia y la inminente destrucción de un sistema económico basado en el interés individual. El corrosivo filme Enron, los tipos que estafaron América (2005), explicaba con algo de sorna los entresijos del sonado (y desvergonzado) escándalo financiero en la séptima empresa más importante de Estados Unidos. Junto a la serie The Wire (2002-2007), que durante los seis años previos al derrumbamiento esbozó una radiografía social y política de los fracasos del capitalismo, estas creaciones audiovisuales alertaron del peligro.

A partir de la quiebra oficial en 2008, el cine norteamericano ha tratado de lidiar con las contradicciones y la complejidad de la crisis imprimiendo en muchos casos relativismo a los hechos. Es el caso de la secuela de Oliver Stone, Wall Street II. El dinero nunca duerme (2010), el regreso de Gordon Gekko como tiburón de las finanzas en una de las películas más reaccionarias que han salido de Hollywood en los últimos años. Tom Tykwer apuntaba al concepto de la élite de Davos en su thriller financiero The International: dinero en la sombra (2009), que retrataba los oscuros intereses del mismo tipo de multinacionales a las que Michael Moore exigía cuentas en la panfletaria Capitalismo: una historia de amor (2009), que vendría a ser la versión sentimentalista y demagógica de Inside Job. Más convincente es el docudrama Cleveland vs. Wall Street (2010), producción franco-suiza que ponía en escena la denuncia de una ciudad estadounidense a los banqueros de Wall Street por la emisión de hipotecas sub-prime.

La luz del cine independiente, siempre atenta a las enfermedades de su tiempo, ha alumbrado de múltiples modos las atrocidades económicas. Si alguien ha sabido captar el estado del alma neoyorquino tras la debacle ha sido Steven Soderbergh con The Girlfriend Experience (2009), y si ha alguien ha sabido profundizar en el angst existencial de la población más desfavorecida ha sido Kelly Reichardt con Wendy & Lucy (2008). A su vez, Sam Raimi dio rienda suelta a su rabia contra los bancos en Arrástrame al infierno (2009), humor macabro en clave fanta-terror donde el germen de las pesadillas satánicas estaba en una sucursal bancaria. En Up in the Air (2009), de Jason Reitman, la ficción de un "especialista en despidos" (George Clooney) convivía con la exposición de casos reales de pérdidas dramáticas de empleos.

Pendiente de estreno en nuestro país está la excelente Tokio Sonata (2008), del japonés Kiyoshi Kurosawa, donde la reconversión financiera aboca a una familia a la perdición. Michael Winerbottom adaptó para la pantalla el ensayo de Naomi Klein sobre política neoliberal en el documental La doctrina del shock (2010), y el alemán Christoph Hochhäusler retrató en Unter dir die Stadt (2010) la enfermiza atmósfera de una oficina con sentimiento apocalíptico, mientras que Jean-Luc Godard colocaba la crisis económica y la "cuestión griega" en el centro huracanado de su ensayo-collage Film Socialisme (2010). A excepción de la reciente Vidas pequeñas, de Enrique Gabriel, el cine español, tradicionalmente autista, no ha mostrado de momento especial interés por explorar las causas y los efectos de la crisis. Con el drama criminal La caja 507 (2002), Enrique Urbizu denunció la especulación inmobiliaria que hoy ocupa el centro de atención de la serie de calidad Crematorio. Y ahí queda todo, mientras seguimos a vueltas con la guerra civil y la conquista de América.