Cine

Zannou cruza La puerta de no retorno de la inmigración

22 noviembre, 2011 01:00

Una vez que se sale de África para buscarse la vida en Europa se puede volver de muchas maneras, alguna de ellas trágicas. O no se puede volver. El padre del cineasta Santiago Zannou pensaba que jamás regresaría a Benín, su país, que abandonó hace cuarenta años para despistar un destino de miseria garantizada.

Mal que bien, hizo su camino en España. Recaló en el barrio madrileño de Carabanchel, se casó con una aragonesa y ha salido adelante vendiendo cachivaches en los mercadillos de Madrid. Desde que llegó hasta hoy: su horizonte profesional no se ha ampliado en todos estos años. Muchas veces ha rumiado si merecía la pena haber dejado su familia y sus raíces para eso. La palabra fracaso se perfila en su conciencia y se la martillea.

Pero su hijo quería enfrentarle de nuevo a su tierra natal, tanto tiempo después. Antes de que se quede ciego del todo. Ahí arranca La puerta de no retorno, la segunda película del director que se alzó con el Goya a la mejor dirección novel en 2008 por El truco del manco, donde narraba la historia de superación de El Langui, el líder del grupo de rap La Excepción. Su nuevo trabajo llega a las salas comerciales este viernes.

Ahora bucea en sus orígenes de la mano de su padre, en un documental que refleja los dilemas del inmigrante, su bipolaridad identitaria, el desarraigo que le impide reconocerse como parte de lugar que dejó y en el que intenta hacerse un hueco. La cámara persigue a su progenitor en un emocionante encontronazo con los seres queridos que dejó atrás en 1970. Encuentra en sus caras el afecto pero también el reproche.

Zannou le pide que le mire y que "sus ojos cuenten lo que está dentro de su corazón". "La idea es que la gente se emocione con la honestidad del filme", explica el cineasta, autor también del documental El alma de la roja, un retrato íntimo de la intrahistoria -contada por sus protagonistas- de la gesta de la selección en la Eurocopa de Austria-Suiza de 2008.