Mia Waikowska en el papel de Jane Eyre
Si entonces nos contaba la huida de un joven pandillero amenazado de muerte por sus antiguos compañeros y una joven hondureña deseosa de saltar a Estados Unidos, ahora nos cuenta otra historia de amor imposible, la de una institutriz adolescente repudiada por su familia que se enamora de un aristócrata mucho mayor que ella. Según Fukunaga: "Cualquier drama es un conflicto de intereses. Ambas películas tratan sobre la dificultad de elegir y cómo nuestras decisiones acaban decidiendo nuestra biografía. Los protagonistas se enfrentan al dilema de cómo sobrevivir y al mismo tiempo ser fieles a sí mismos".
De las "maras" centroamericanas, con sus rígidos códigos de honor, a otro ambiente represivo y asfixiante en el que los códigos son fundamentales. Una sociedad clasista como la Inglaterra del XIX en la que Jane Eyre (Mia Waikowska) es una huérfana abandonada en un internado por su desaprensiva tía, condenada a una vida de pobreza aunque venga de alta alcurnia. A su salida del centro, que cumple a la perfección todos los horrores asociados a la más espartana educación británica, Eyre comenzará a trabajar para un terrateniente de la nobleza local, Rochester (el omnipresente Michael Fassbender, en cartel con Un método peligroso). "Escogí este proyecto por el sencillo motivo de que tiene un guión fantástico, lo cual es poco frecuente. Es una 'gran historia' con personajes fantásticos y eso también me ofrecía la posibilidad de trabajar con grandes actores sobre un material excelente. El reto consistía en rodar un argumento de hace dos siglos de una forma absolutamente moderna y al mismo tiempo ser fieles a la novela. Desde los actores hasta los de vestuario todos conocíamos a la perfección la obra de Brönte y era muy importante transmitir bien su espíritu".
Fukunaga, a su paso por el último Festival de Sitges, a sus 34 años es uno de los talentos más celebrados del nuevo Hollywood pero no puede decirse que a su riqueza expresiva audiovisual se sume su facilidad de palabra. Es bastante complicado extraer declaraciones que superen el monosílabo o la pura obviedad, aunque se intenta: "Me interesan mucho las historias protagonizadas por jóvenes y me espanta cómo suelen contarse. Me siento muy alejado de ese modelo de adolescente impulsado por Hollywood a lo Lindsay Lohan tan poco interesante. Mis personajes están en esa fase de la vida en que adquieres experiencia y creces. Ese es un proceso doloroso. Y me gusta que sean apasionados, que quieran vivir la vida incluso en un contexto tan complicado como el de Sin nombre o el de Jane Eyre, donde les enseñaban que debían contener su pasión. De todos modos, no quería hacer un melodrama ni dejarme llevar por ningún histrionismo, quería una película realista y unas interpretaciones contenidas".
De esta manera, Fukunaga construye un sólido folletín (en el sentido más noble de la palabra) de mimbres clásicos y ritmo sosegado en el que destaca una bellísima fotografía de tonos contrastados que refleja de manera notable tanto la cerrazón de una época y el contexto rural como las ansias de libertad de Eyre: "Para mí el elemento feminista de la historia es fundamental, es lo que más me atrajo. Me identifico plenamente con la frustración de Eyre, con su deseo hacer grandes cosas y el tener que conformarse con el exiguo papel que se adjudicaba a las mujeres. Las cosas han mejorado desde entonces pero en este sentido ". Una mujer fuerte y corajuda a la que una Waikowska demasiado contenida no hace plena justicia aunque Fukunaga le dedica amplios elogios. "La historia de Jane Eyre es la de una mujer que lucha desesperadamente por su libertad. Para ella el dinero nunca es importante, sino ese sentido de independencia".