Andréi Konchalovski. Foto: El Mundo

"Recuerdo un vaso de vodka a las nueve de la mañana viendo una película de Buñuel". Así conoció el cine español Andréi Konchalovski (Moscú, 1937), años ha. El que fue guionista de Tarkovski en La infancia de Iván y Andrei Rublev hizo esta confesión durante su visita hace un mes al Festival de Cine Europeo MUCES de Segovia, dedicado este año al cine ruso y, más concretamente, a su figura. Allí presentó su nueva película, El Cascanueces 3D, que se estrena este viernes en nuestras pantallas -un año después de su estreno mundial-. Este musical infantil, el primer filme familiar del veterano director, se inspira en el cuento de Amadeus Hoffmann y no en el ballet de Chaikovski, asegura el ruso. No obstante, la música de la celebérrima suite está presente en toda la película, adaptada con texto para la ocasión.



El argumento, de sobra conocido, cuenta la historia de un soldado de juguete que cobra vida y forma humana en la Viena de los años veinte gracias a la imaginación de la pequeña Mary, interpretada por Elle Fanning (Babel, Super 8). En el mundo de fantasía al que viaja, John Turturro (O Brother!, Transformer) da vida al antagonista Rey Rata, una alocada mezcla de führer despiadado y Andy Warhol histriónico e incluso cómico. Si el mundo puro y delicado de Mary y su familia lleva por banda sonora a Chaikovski, el Rey Rata canta y baila con aires de cabaret junto a un ejército sucedáneo de las SS. Además de ser el autor del conjuro que convirtió al príncipe en muñeco, como todo villano, tiene un plan tan absurdo como maléfico: tapar el sol con una nube de humo procedente de la quema de juguetes. Nathan Lane, Yuliya Vysotskaya, Charlie Rowe, Frances de la Tour, Richard E. Grant y Aaron Michael Drozin completan el elenco de esta película rodada en 2D y convertida al formato 3D en postproducción.



Como declaró Konchalovski a El Cultural, "esta película no es sólo un entretenimiento, hay una intención educativa. Es para toda la familia y cada generación verá cosas diferentes. Aquí en España, los abuelos posiblemente recordarán la época de Franco y los padres pensarán quizá en el intento de golpe de estado del 23-F, aunque los niños la verán como una historia entretenida de una chica que está enamorada".



Entre los guiños dirigidos a los adultos se incluyen comparaciones entre las democracias parlamentarias y las dictaduras -el malo de la película es un dictador que obliga a sus súbditos a acudir a las urnas, aunque el pucherazo está garantizado- : "Vivimos un proceso de ratificación [de "rata"], como ocurre en la película. Todo el mundo hace lo mismo, es una hollywoodización. En cambio los griegos, con la crisis, han demostrado ser originales".



Aunque sea una película familiar y en 3D, Konchalovsky -cuyo odio a las palomitas es bien conocido- considera El Cascanueces una película de autor, porque ha tenido, asegura, absoluta libertad para hacer lo que quiso en todo momento, "ya que los productores tuvieron fe en el proyecto desde el principio".



Con respecto al efecto de la crisis en el futuro, el cineasta se muestra optimista: "Habrá más películas, más baratas pero mejores. Serán menos espectaculares, pero darán más peso a los valores y a la realidad social". Además, asegura que tener un presupuesto menor es una liberación, porque las producciones ambiciosas emplean dinero ajeno que hay que devolver. Una declaración que choca frontalmente con el abultado presupuesto de esta producción anglo-húngara, distribuida en España por Flins & Pinículas, en la que se emplearon casi 90 millones de dólares, según los datos del portal IMDB.com.



Polifacético y ecléctico, Konchalovski ha dirigido una veintena de películas, así como óperas y musicales, por lo que esta incursión en el cine musical no es en absoluto para el realizador una expedición por tierras desconocidas. Debutó como director en 1966 con El primer maestro, pero fue Siberiada (1979) la película que le dio fama mundial a raíz de su éxito en el Festival de Cannes. Los problemas con la censura soviética le llevaron a trabajar al otro lado del teléfono rojo. Así, en los ochenta trabajó para la industria de Hollywood, firmando títulos como El tren del infierno o Tango y Cash.