Jean Dujardin recoge el Oscar al mejor actor
Se supone que estamos en tiempos en que las imágenes pueden adoptar cualquier formato. Las imágenes no se sabe lo que son. Son miniaturas en un móvil. Son películas bajadas por internet con baja calidad. Son "contenido" o, aun peor, son una "app". Y el cine se rebela. El cine es otra cosa. Mudo o hablado. El gran cine va por otro lado. Y hoy Hollywoood se ha reivindicado a sí mismo negándose a sí mismo. El cine es cine. El cine es incluso palomitas, como ha reivindicado Billy Crystal en un momento de la gala. En suma, el cine, el cine de verdad, es GRAN cine aunque para ello haga falta retroceder hasta el principio, incluso hasta el MUY principio. O sea, hasta una película muda como The Artist, que es esa película que ningún productor americano se habría atrevido a hacer pero que, al mismo tiempo, es más americana que un hot dog. O sea, que ha llegado ese día en el que los franceses tienen que hacer esas películas TAN "americanas" que los americanos no se atreven a hacerla.La "gran familia del botox", como la llama Luis Martínez, estuvo ayer más botox que nunca y, al mismo tiempo, más reivindicativa de sí misma que en mucho tiempo. Lo cual es extraño porque, para reivindicarse, Hollywood tuvo que mirar atrás y lejos, muy lejos, tan lejos como Francia. The Artist fue la indiscutible ganadora de ayer por la noche. Mejor película, mejor director, actor, música y vestuario. Lo que es realmente sensacional, e insólito, es que Jean Dujardin le arrebatara el Oscar a George Clooney. La interpretación del francés es mucho mejor que la del americano. Ambos hacen lo mismo, o sea, el papel de galán antiguo. Con la diferencia de que Dujardin interpreta ese papel y Clooney, no.
Los amantes de la estadística debían pensar a medida que transcurría la noche que La invención de Hugo iba a ganar el premio gordo. Oscar tras Oscar, todos los premios técnicos se iban para la película de Scorsese. Efectos especiales, mezclas de sonido, "sound editing" -si alguien entiende la diferencia, que vote en Hollywood-, dirección de arte y fotografía. Estaba claro que los profesionales americanos iban a volver a casa con los bolsillos llenos. Sin embargo, al final, la película de Scorsese, que comete un error "comercial" garrafal, o sea, ser demasiado adulta para los niños y demasiado infantil para los adultos, una película quizá demasiado personal para ganar un Oscar, perdió. Por cierto, es increíble que lo mejor que tiene, la interpretación como secundario de Sacha Baron Coen no fuera ni nominado. Ganó, como estaba previsto, Christopher Plummer por su papel de octogenario que sale del armario en Beginners, una de las mejores películas de 2012.
El guión se cumplió casi a rajatabla. Meryl Streep ganó como actriz por su interpretación como Margaret Thatcher en La dama de hierro. Los méritos de Streep, en esta y en todas sus películas, son indiscutibles. Sin embargo, este biopic sobre la mujer que dominó la política británica y mundial en los años 80 es malo. Incluso, muy malo. Es una pena que Streep haya ganado su tercer Oscar, después de 18 nominaciones, con una película que está muy lejos de su talento. La sorpresa, moderada, fue que el duelo Clooney-Dujardin (por cierto, ¿alguien se acuerda de cuando Brad Pitt era el favorito?) se resolviera a favor del francés. Clooney es un gran actor, pero debo confesar un cierto hartazgo de ver su estampa asociada a todo tipo de cafeteras, relojes y demás ocasiones de postín que a veces parecen un poco forzadas.
Había una cierta intriga por ver quién se llevaba el Oscar a la mejor actriz secundaria. Parece lógico que ganara Octavia Spencer por Criadas y señoras. Los pronósticos insistían en que Viola Davis iba a llevarse el Oscar de Meryl Streep y parece que esta ha sido la forma de recompensar a esta película plagada de buenas intenciones. Plummer, como he comentado, era el ganador cantado. Y estaba claro que el oscar para el mejor guión se iba a ir para Alexander Payne. Por cierto, sorprende que Woody Allen haya ganado al mejor guión original por una película tan soberanamente mala como Midnight in Paris, que parece la fantasía de un adolescente cultureta. Siempre es una alegría que el viejo Woody siga llenando cines, pero asombra que Hollywood lo reconozca por una de sus películas más tontas.
La gala demostró lo que es sabido: las entregas de premios son todas un rollo. Billy Crystal parecía un viejo haciéndose el jovencito. Todo estuvo a tono con las dos películas favoritas, y ganadoras, The Artist y La invención de Hugo. En tiempos de tribulación, no hacer mudanza, escribió Ignacio de Loyola. Y eso es exactamente lo que ha hecho Hollywood con un decorado, por cierto, que recordaba al de los últimos Goya. Desde luego, hay cosas que hacen maravillosamente bien, como el baile en blanco y negro con efectos visuales, que fue maravilloso. Se trataba de reivindicar la "magia del cine" y esa forma de hacer espectáculo que sólo domina a la perfección la cultura americana, quién sabe por cuánto tiempo, y que, paradojas del destino, una película como The Artist reivindica con mayor belleza que ninguna.