Image: Ayudas al cine español: el diagnóstico de un enfermo terminal

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Cine

Ayudas al cine español: el diagnóstico de un enfermo terminal

Desaparecen, entre otras, las ayudas a cortos, distribución, películas para televisión y creación de guiones

13 abril, 2012 02:00

Susana de la Sierra, directora del ICAA. Foto: Sergio González.

El aumento de incentivos fiscales para inversores privados en cine se moverá entre el 20-25%, muy lejos del 40% reclamado por el sector

Los clamores catastrofistas respecto al futuro del cine español van tomando una forma mucho más concreta. De las once líneas de ayudas contempladas en la Ley de Cine, van a desaparecer siete. Así lo anunciaba estaba tarde en un encuentro informativo con un grupo de periodistas la directora general del ICAA del Ministerio de Cultura, Susana de la Sierra, en una presentación detallada de los presupuestos. "Quiero subrayar que se trata de unos presupuestos en un contexto muy complejo -señalaba al principio de su intervención-. No hablamos de una apuesta política por reducir el apoyo a un detrerminado sector de la cultura de nuestro país, sino de unos datos económicos en los que tenemos realmente muy poca maniobra". El hachazo al Fondo de Protección a la Cinematografía, anunciado la pasada semana, lo cifró el ministro de Hacienda, Cristobal Montoro, en un 36,1%, de manera que el montante de ayudas públicas al cine quedaba en 49 millones de euros, de los cuales 35 se han destinado a amortizar el cine del año pasado. Es, de lejos, el sector cultural que más recortes ha sufrido. De hecho, respecto a la Ley de Cine de 2007, "que sigue siendo nuestra línea de partida" (explica De la Sierra), el montante se ha reducido prácticamente a la mitad.

Hoy tocaba desglosar esos recortes. ¿En qué se traducirán? Para empezar, a partir de ahora ya no se convocarán toda una serie de ayudas que, bajo otros nombres y apartados económicos, llevan destinándose al sector durante prácticamente toda la historia democrática. Son estas: 1) creación de guiones y desarrollo de proyectos, 2) proyectos culturales y de formación no reglada, 3) series de animación, 4) películas para televisión, 5) producción de cortometrajes, 6) investigación, desarrollo e innovación y 7) exhibición. Se salvan del tijeretazo, aunque las cuantías se vean considerablemente mermadas, las ayudas a: producción de largometrajes (3 millones de euros, "pero en la medida en que quede remanente de amortización se podría ampliar"), distribución (2,5 millones), conservación y restauración (550.000 euros) y participación y organización de festivales (destinadas a Málaga, San Sebastián y Huelva).

Todo esto supone eliminar de raíz varios artículos de la Ley de Cine [Capítulo III, artículos 22, 23, 27, 28, 34 y 35], que sin embargo no podrán hacerse efectivos hasta que se publique la Comunicación de Cine de la Comisión Europea. "Tenemos que estar atentos a la revisión europea del marco jurídico a las ayudas del cine, que probablemente se haga pública en septiembre, y hasta entonces no tiene sentido aprobar ninguna norma nueva" , ha explicado Susana de la Sierra. "Me preocupa especialmente la supresión de ayudas a proyectos culturales, porque considero muy importante la alfabetización mediática -añade-. De todos modos, conviene despolitizar el cine porque estamos hablando de un patrimonio cultural común. Convendría trabajar desde distintos frentes para lanzar el mensaje de que el cine es un fenómeno más diverso del que se muestra en distintos ámbitos".

Respecto al cacareado sistema de desgravaciones y la futura Ley de Mecenazgo (dos sistemas de financiación que correrían paralelos), la directora del ICAA también ha despejado algunas dudas vertiendo otro jarro de agua fría a los productores del cine español. En el ámbito cinematográfico se especulaba sobre la posbilidad de que los inversores privados pudieran desgravarse un 40% de su inversión en cine español. "Esa cifra nos parece irreal -sostiene De la Sierra-. Si echamos un vistazo a los porcentajes de deducción fiscal de nuestro entorno, se mueven entre el 20 y el 25%, que son las cantidades que estamos barajando". Actualmente ya se aplica un 18%, si bien se ha demostrado que no funciona, pues la norma apenas ha llamado la atención de inversores privados. "Esto es así porque la ley presenta muchos problemas de configuración jurídica para canalizar el incentivo, así que estamos viendo todas las cuestiones técnicas en busca de otras fórmulas y lo daremos más detalles en unos días".

Por otro lado, la directora general del ICAA ha querido matizar que "se está también fraguando una Ley de Mecenazgo de forma paralela, en la que el hecho cinematográfico estará presente, pero el problema fundamental será como aplicar los principios de mecenazgo al cine, pues son actividades sin ánimo de lucro". En otras palabras, se podrá ser mecenas de festivales o proyectos de restauración, pero no de una producción cinematográfica. Una puerta más que se cierra para el gremio de productores y para una industria que en estos momentos está prácticamente paralizada.

Los detalles del tijeretazo, que eliminan cualquier ayuda a la distribución, se han anunciado el mismo día en que el socio fundador de la distribidora A Contracorriente Films, Adolfo Blanco, ha enviado a los medios una dura carta dirigida al ministro de Cultura, José Ignacio Wert [que reproducimos abajo], en la que asocia el severo recorte al cine con el aumento de la promoción financiera al fúbtol. De hecho, los Presupuestos del Ministerio de Cultura y Deporte incluyen una nueva partida (prácticamente de la misma cantidad recortada al cine) dirigida al fútbol profesional. Preguntada al respecto, De la Sierra ha preferido pasar a otro tema: "No creo que tenga nada que ver una cosa con la otra". Fútbol por cine. Suena demasiado obvio para ser cierto. Pero los números, dicen, no engañan.

A continuación reproducimos íntegra la carta en la que Adolfo Blanco Lucas, Socio Fundador y Consejero Delegado de A Contracorriente Films, se dirige al ministro de Educación, Cultura y Deporte, José Ignacio Wert.

CARTA ABIERTA A JOSÉ IGNACIO WERT

Querido Ministro,

Desde hace más de veinte años, trabajo en la industria del cine. Decido enviarle esta carta poniendo en copia a la Directora General del Instituto de Cinematografía (ICAA), Susana de la Sierra, confiando que lo que voy a decirle a usted aporte algún argumento útil a la Dirección de la que, dentro de su Ministerio, ella es responsable.

Quiero empezar felicitándole, como Ministro que también es de Deportes, por el magnífico papel que los equipos españoles de fútbol están haciendo en Europa. 5 equipos entre los 8 mejor clasificados este año en competiciones continentales (y ojalá veamos dos finales españolas) no está al alcance de cualquier país. Es motivo de admiración en todo el mundo y para más de uno puede ser también razón de asombro. Quizás gente de Europa como Merkel o Sarkozy, que siempre quieren buscarle tres pies al gato, se pregunten cómo un país en quiebra, con índices de paro tan altos, puede brillar tanto en el deporte rey, que no es un deporte precisamente barato.

He venido dándole vueltas al asunto y comentándolo con colegas del negocio que están ocupados estas semanas en el cierre de sus productoras y distribuidoras. Poco a poco he ido pasando de la alegría como buen aficionado al fútbol (colchonero) y buen español, a una cierta preocupación indignada al llegar a la conclusión que con esto del fútbol a los del cine nos han metido más de un gol.

No voy a ser yo quien defienda ciegamente al cine español, de verdad que soy bastante crítico. En su vertiente de producción, creo que las películas que se están haciendo en España no responden, las más de las veces, a lo que el público demanda, además de que se promocionan bastante mal. Nos hemos empeñado en eliminar el riesgo de la ecuación empresarial de la fabricación de películas y acabamos haciendo únicamente lo poco que las televisiones, en decisiones a veces difíciles de entender, están dispuestas a comprar, aunque sepamos positivamente que al público que va al cine no le va a interesar.

La deficiente manera de sacar al mercado casi todas nuestras películas es un hecho que nadie cuestiona. Además, buena parte del "talento" (actores y directores) de este país se ha esforzado con arrogancia en dar la espalda al espectador, cuando no a insultarlo. Por eso, ese "talento" no puede pretender que el público le corresponda incondicionalmente. Cuando a uno le tratan mal en un restaurante no vuelve, por muy buena que sea la comida; el cine español, o algunos destacados representantes del mismo, han faltado el respeto a sus clientes, despreciando a quienes no piensan como ellos. Y como en el restaurante del cine español sigue habiendo además demasiados platos que no tienen altura suficiente para servirse en la mesa, es obvio que el público ha perdido la confianza y la complicidad que se podría tener hacia alguien amable. Conviene un ejercicio de autocrítica entre quienes hacemos las películas, y necesitamos una transformación bastante a fondo en muchos aspectos. Pero eso daría para unas cuantas cartas más.

El cine español, su industria, no lo forman sólo sus productores, directores, técnicos y actores; en este sector, es de capital importancia también, he dicho también, la actividad de distribución de películas y su exhibición en las distintas formas, desde las salas de cine (el exhibidor siempre acaba siendo el gran olvidado) hasta las televisiones, pasando por el DVD, el VOD, Internet, etc. Tradicionalmente, los distintos Gobiernos han obviado bastante esta parte del negocio (la del contacto con el cliente y la facturación real), contribuyendo con ello a que España lidere en el mundo el porcentaje de pérdida de espectadores, no sólo de cine propio sino también del que se hace en otros lados.

Mientras en Italia o Francia, donde por cierto se produce un cine que la gente va a ver a las salas, la frecuentación al cine se mantiene bastante estable, con notable crecimiento en el caso francés, en España perdemos público progresivamente. La caída del 18% de espectadores en sólo un año y de casi el 30% desde 2010 debería ser motivo de preocupación, especialmente si pensamos que quien está desertando es el público joven, el futuro.

Mirado en su conjunto, el negocio del cine en este país está enfermo, eso está claro. Y ante esta situación, en un movimiento que a algunos parece más una venganza que una búsqueda de remedio, yo diría que el actual Gobierno ha optado por la eutanasia. Recortar un 36,2% el presupuesto asignable a la producción de películas (y me temo distribución de cine europeo) lo único que logrará es acelerar la muerte del paciente. Y eso usted lo sabe, señor Ministro. Dicen ustedes, los del Gobierno, que es un ejercicio de austeridad, obligado en una situación de crisis, como si el "ahorro" de 27 millones de euros, que va a la yugular de este sector tan incómodo para ustedes, fuese a significar un alivio real en las cuentas del Estado. Cualquiera de los que trabajamos en esto entendemos que el cine no es algo "fundamental y básico", no es un bien de primera necesidad y estamos dispuestos a aceptar los recortes que el país necesite, aún sabiendo que nuestra industria, en España y en todo el mundo, es inviable sin el apoyo del Estado. Pero sólo entenderemos que se ponga en el disparadero a todo un sector mientras se sea coherente y se trate con el mismo criterio a todas las actividades que no sean de primera necesidad, especialmente en el segmento de la cultura y el ocio en que el cine ha de competir.

A propósito de ese ahorro de 27 millones en cine que han anunciado, ¿no convendría también al país, por ejemplo, que los clubes de fútbol devolviesen los 752 millones de euros que deben a la Hacienda pública? Obligarles a tomar medidas para salir de una quiebra que estamos pagando todos no sería una decisión popular (quizás tendrían que vender a sus estrellas y no llegaríamos a semifinales en Europa, nos quedaríamos sin circo), pero sí que se traduciría en un ahorro más efectivo. También sería un enorme alivio impedir que las televisiones (especialmente las públicas) paguen las cifras que se publican por los partidos de fútbol.

Se ha convertido este deporte en una especie de monstruo que, alimentado por el Gobierno anterior tras ponerlo en manos de empresas amigas, está devorando muchas cosas de nuestros conciudadanos, sobre todo su tiempo: cuántas horas que se dedican al fútbol podrían servir para cultivarnos un poco... En España el fútbol es un monstruo que no genera lo que gasta, ni por asomo, pero tiene tal envergadura que es capaz de llevarse por delante a las industrias culturales, especialmente al cine, al que ataca en sus puntos más vitales.

1) Los horarios. El cine perdió su batalla del sábado noche hace muchos años, pero el tema ha ido a peor. Recuerdo que únicamente el sector de la restauración se opuso con movilizaciones a que los partidos se televisasen en el momento más adecuado para el consumo de ocio, el sábado por la noche. El cine calló en ese momento y ese silencio se está pagando. A diferencia de otros países, los mejores partidos se emiten en el prime time de los sábados. Pero no contentos con dejarle destrozar ese horario privilegiado, sin ningún tipo de regulación diferente a la dirigida a proporcionar comida al monstruo, se ha permitido al fútbol que ocupe absolutamente todos los horarios del fin de semana. ¿Sabe usted, señor Wert, por ejemplo, el daño que hace un partido del Real Madrid cuando se juega el sábado a las 20h? Destroza la sesión de las 6, la de las 8 y la de las 10 ¡del mejor día de la semana! Y con clubes tan fuertes como tenemos, las competiciones europeas (a diferencia de otros países) se alargan hasta mayo, todos semifinalistas, erosionando también la taquilla de las noches de los martes, miércoles y jueves.

2) El dinero de las televisiones. A que nuestro fútbol sea así de estupendo, contribuyen las cifras escandalosas que nuestros equipos perciben de las televisiones, dineros que éstas dejan de aplicar a la producción audiovisual. Esos ingresos (280 millones se reparten los dos equipos más poderosos) ayudan a que el Madrid, o el Barça o incluso el Atleti, el Sevilla y muchos otros, tengan unos excelentes planteles, llenos de jugadores extranjeros, obligando por cierto a buscarse la vida fuera a jugadores de aquí. ¿De verdad hace falta plantillas así?, ¿es sostenible que los equipos españoles hayan gastado el verano pasado, en plena crisis, 344 millones de euros en comprar futbolistas?, ¿nos hemos parado a pensar que un sólo fichaje de un jugador de élite cuesta más al sistema que lo que ahora su Ministerio le está quitando al cine español? Y he dicho al sistema y no a su club porque uno tiene la sensación que a esos jugadores los estamos pagando entre todos. Hay muchos millones de españoles que no aprueban que las televisiones gasten tanto en el fútbol. Y menos aún el Estado con nuestros impuestos.

3) Los fondos del Estado. Es indiscutible que el dinero que las televisiones públicas aplican al fútbol estamos pagándolo todos (a veces, como en Catalunya, se utiliza el presupuesto para retransmitir el mismo encuentro que emite La Sexta por otro canal, qué hábil la directora de TV3 cuando dijo que si le obligaban a seguir recortando tendría que renunciar al Barça…). Pero es que el equilibrio que permite seguir funcionando a los clubes con las deudas tan bestiales acumuladas con el propio Estado, un Estado en déficit, no deja de ser una subvención encubierta. Y qué decir de la mano directa que diferentes comunidades autónomas han echado (vía recalificación de estadios, vía ayudita de la CAM o como sea) a los equipos propios (propios de sus dueños, que ni siquiera pertenecen a las ciudades). Deben dar votos, pero permítame que le diga, señor Wert, que usted no debería aceptar que se compren esos votos a costa de industrias, digamos, más culturales. Recordaba hace poco Moisés Romero que "el periódico británico The Independent calificó la situación de "doping financiero" y una vergüenza en un país que tiene el 50% de los jóvenes en paro" y más humillante todavía es la frase de Uli Hoeness, presidente del Bayern Munich, próximo rival de su Real Madrid, señor Ministro: "Damos dinero a los españoles para salir de la crisis y sus equipos no pagan a Hacienda".

Sería simplificar atribuir a la burbuja del fútbol todos los males del cine, no estoy pretendiendo eso, pero parece evidente que en España se ha convertido, con la ayuda de los Gobiernos (y muy especialmente del socialista anterior) en un competidor desleal que está contribuyendo con eficacia a que nuestra industria vaya peor, mucho peor. El cine de ningún país del mundo tiene en el fútbol un rival tan brutal, un rival además alimentado por el poder político. Y luego hablan de eliminar la "cultura de la subvención"...

José Manuel Lorenzo, Presidente de PATE (nueva entidad que agrupa a las productoras de televisión), recordaba no hace mucho que era inexplicable que TVE no pudiese financiar series o, diría yo, comprar películas porque tiene que pagar, por ejemplo, 4 millones de euros (¡700 millones de pesetas!) por la Supercopa de España, sí ese torneíllo de verano que enfrenta a los campeones de Liga y Copa. Campeones que, por el desigual reparto del dinero de las teles, seguirán siendo muchos años el Madrid y el Barça. Pero bueno, esto del reparto también daría para otra carta...

Adolfo Blanco Lucas

Socio Fundador y Consejero Delegado de A Contracorriente Films

Distribuidor de la película INTOCABLE, productor para TVE y TV3 de la miniserie 'Carta a Eva' (Agustí Villaronga) y de la película 'Insensibles' (Juan Carlos Medina)