Werner Herzog en Cave of forgotten dreams.



Si el cine consiste en viajar, el aventurero Werner Herzog debería ser el mayor de los cineastas, pues ha emprendido el viaje más remoto, el que nos traslada al mágico origen del arte, en sus palabras, "a la esencia de la condición humana". En La cueva de los sueños olvidados, recorre con una cámara estereoscópica el interior de la cueva de Chauvet (Francia), que permanecía completamente aislada del mundo hasta que en 1994 los científicos descubrieron sus cavernas, y encontraron cientos de pinturas rupestres en perfecto estado. Como si se hubieran pintado ayer. Con más de 30.000 años de antigüedad, casi el doble de edad que cualquier otra pintura conocida, las obras se remontan a la Edad de Hielo, y arrojan importantes descubrimientos sobre los usos, costumbres y creencias de nuestros ancestros neardentales. "Lo más sorprendente es la calidad de las pinturas, que no fue superada ni por los griegos, ni por los románticos ni por Picasso", ha afirmado el cineasta alemán este jueves en Madrid durante la presentación de la película a la prensa. Un filme que realizó en 2010, fue premiado en la pasada edición de DocumentaMadrid y llegará a nuestras salas comerciales el próximo mes de junio.



Solo un muy reducido grupo de personas ha tenido acceso a la Cueva de Chaulet, un permiso que le concedió el gobierno francés a Herzog -experimentado documentalista con importantes obras de contenido antropológico como The Thousand Years Old (2002), Grizzly Man (2005) al Encuentros en el fin del mundo (2007)- para mostrar al mundo, en tres dimensiones, el valor trascendental del descubrimiento. Al filmar en 3D, aparte de establecer un claro vínculo temático entre la forma y el fondo del filme -glosando el mito de la caverna de Platón, es decir, la propia naturaleza del cine, al arte de las sombras en movimiento-, logra captar la belleza de lugar tan sobrecogedor, como si fuera una exploración digna de Julio Verne a un mundo de imágenes prehistóricas que el 3D nos permite habitar como si estuviéramos allí. Ríanse del empleo de la tencología tridimensional en las supreproducciones de Hollywood. En La cueva de los sueños olvidados, el ilusionismo espacial acaba emergiendo como condición indispensable de la propuesta. "Antes de entrar en la cueva, había visto fotos, pero las dos dimensiones no refleja el drama que provocan las formaciones de la roca ni la cantidad ósea encontrada, de más de 4.000 huesos...", ha explicado el legendario director de Aguirre, la colera de Dios (1972) y Firtzcarraldo (1982).







"Realizando esta película he redescubierto el sentido del asombro, que para mí es la esencia del cine -ha comentado Herzog-. Si no he sido capaz de transmitir este asombro, es que no he logrado mi objetivo". Y vaya si lo consigue. Pero el filme no solo se encierra en la cueva durante la mayor parte de su metraje, como si fuera una visita a la pinacoteca o el museo natural más ancestral de cuantos se conocen, sino que, como acostumbra en su obra, elabora con su característica voice-over un discurso en torno a los mensajes cifrados de las pinturas, que refuerza con el retrato de los curiosos visitantes de la cueva: paleontólogos, arqueólogos, científicos, artistas, etc. En la rueda de prensa, de hecho, le ha acompañado el catedrático de Paleontología Juan Luis Arsuaga, co-director del "Proyecto Atapuerca", que se ha declarado un encendido admirador del filme, dándole su bendición como perfecto medio de divulgación del arte y la ciencia. "Esta película aporta mucho a la comprensión del arte prehistórico -ha señalado el científico-. En la Península Ibérica se ha producido una revolución conceptual en los últimos años, pues se han hallado numerosas pinturas al aire libre, cuando siempre se habían encontrado ocultas en cuevas. Esto nos confirma que para el hombre Neardental, toda la naturaleza era sagrada".



Y es que La cueva de los sueños olvidados plantea una de las cuestiones cruciales de la investigación: ¿qué es aquello que, a diferencia de otros depredadores en el planeta, nos hace humanos? El documental trata de responder a la cuestión señalando la vertiente humanista y espiritual del 'homo sapiens', a quien uno de los especialistas del filme prefiere designar como 'homo spiritualis'. "Lo que nos hace humanos es la mentalidad espiritual. Estos hombres prehistóricos por primera vez duplicaron el mundo de forma simbólica", ha dicho Arsuaga. Para Herzog, el emplazamiento de la Cueva de Chauvet, en el sur de Francia, "es un verdadero milagro", de ahí que considere este filme una de sus obras más importantes en el conjunto del más de medio centenar de filmes, entre ficción y no ficción, que ha rodado en los cincuenta años de carrera que cumple este año: debutó en 1962 con el cortometraje Herakles.