Image: Un poco de 'dolce vita', por favor

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Cine

Un poco de 'dolce vita', por favor

Una muestra en la Sala Canal recrea la época en que Hollywood se trasladó a Roma | Por Via Veneto pululaban figuras de la talla de Kirk Douglas, Charlton Heston, Ava Gardner... | Glamour e indolencia festiva invadieron la capital italiana

7 septiembre, 2012 02:00

John Wayne en piazza Esedra. Roma, agosto, 1965. Foto: Marcello Geppetti Media Company


Varios factores confluyeron para convertir Roma en la réplica europea de Hollywood entre mediados de los 50 y los 60. Los productores norteamericanos hicieron cálculos y comprobaron que en la ciudad eterna podían rodar sus blockbusters a precios mucho más bajos. Y sin que la calidad de las películas se resintiera. Los técnicos italianos tenían justa fama de ser talentosos y eficaces. Además, los mastodónticos estudios de Cinecittá poseían las dimensiones suficientes para acoger sus megalomanías fílmicas.

Todo ello propició que durante unos años dorados por las calles de Roma pudiera verse a la más rutilantes estrellas del cine norteamericano, incluidos actores y directores, y también, alrededor, a una pléyade de personajes de lo más variopinto: aristócratas trasnochadores, bohemios sin oficio ni beneficio, trepas que se arrimaban al fuego del glamour para ver lo que rascaban, dirigentes políticos con sus parejas oficiales y extraoficiales, monarcas extravagantes y caprichosos, escritores y periodistas entusiasmados con un espectáculo que daba para llenar cientos de páginas, diseñadores que rompieron los cánones de la moda precedente... Todos imbuidos de un espíritu festivo e indolente que tuvo sus epicentros vitales en Vía Veneto y el Trastévere.

Ese microuniverso ha sido trasplantado a la Sala Canal de Isabel II, en una exposición que abre sus puertas al público este sábado. Casi dos centenares de fotografías tomadas en aquella época lucirán en las paredes de este espacio. Son imágenes extraídas por tres de los reporteros más célebres de aquel periodo: Arturo Zavattini, Marcello Gepetti y Tazio Secchiarioli. Los dos últimos inspiraron a Fellini a la hora de perfilar a Paparazzo, el fotógrafo que acompaña a Marcello Mastroianni durante La dolce vita, la película que elevó a mito y dio nombre a esta década de esplendor.

Por esas fotografías circulan monstruos de la talla de John Wayne, Charlton Heston, Kirk Douglas, Richard Burton... Bellezones apellidados Loren, Cardinale, Taylor, Gardner... Y princesitas de atractivo más recatado como Audrey Hepburn, Elsa Martinelli, Jacqueline Kennedy... Lo interesante es que los vemos en momentos de clandestinidad íntima, cuando supuestamente están apartados de los focos: Richard Burton fuma un cigarro vestido de romano en la pausa de un rodaje; Cardinale rompe el esquema de su indumentaria far west con unas imponentes gafas de sol...

Cristina Carrillo de Albornoz, comisaria de la muestra, cree que ésta llega en muy buen momento, por el contraste con la realidad áspera en que estamos inmersos: "Seguro que el que la visite saldrá con un impulso de optimismo. Es una invitación al sueño". Ella ha puesto especial cuidado en la moda de la época. Los diseñadores de entonces tenían su prurito artístico y eso se reflejaba en sus propuestas: "Bulgari se desmarcó del conservadurismo fránces en el diseño de joyas. En lugar de utilizar una sola piedra preciosa empezó a mezclar varias para darles una mayor alegría cromática. Brioni superó el rígido estilo inglés para los hombres: los trajes empezaron a ser ajustados, incorporaron el color, hombreras, brillantes... Balenciaga acuña el vestido saco, muy bonito por fuera pero que crea un vacío en el interior que es un enigma: las formas de la mujer no pueden intuirse con precisión. Ese tipo de vestido, el concepto que hay tras él, fue además el que tomó Fellini para crear La dolce vita".

Tres grandes romances surgieron durante aquel estallido festivo. El de Ingrid Bergman y Roberto Rossellini (se consumó mientras rodaban Stromboli), el de Linda Christian y Tyrone Power, y el que más juego dio a los paparazzi: el que unió a Richard Burton y Elizabeth Taylor. Nada menos. Se conocieron en el rodaje de Cleopatra. La actriz era feliz en Roma y en la piel de la monarca egipcia, siempre ornamentada con joyas de precios desorbitados. Dicen que la única palabra en italiano que sabía pronunciar era "Bulgari".

Gay Talese, uno de los maestros de nuevo periodismo y de origen siciliano, fue enviado por The New York Times para cubrir el fenómeno social que se había producido en Roma. Carrillo de Albornoz ha conseguido que escriba en el catálogo de la exposición. El escritor reconoce en ese texto: "Entre mis recuerdos de más íntima felicidad, no hay ninguno de mayor fantasía, estilo y glamour que el del verano de 1959 en Roma". Los que no tuvimos la oportunidad de vivir aquello, la muestra en el Canal puede al menos mitigar nuestra envidia.