Detalle del cartel de Vértigo (1958)

Saul Bass, esa firma tan reconocible en el cartel de El hombre del brazo de oro. O Vértigo. O Anatomía de un asesinato. Una firma que no es tal, sino un estilo propio, inconfundible. Saul Bass se persona como uno de los diseñadores gráficos más conocidos de los Estados Unidos, probablemente. El Círculo de Bellas Artes le rinde hasta el 13 de enero homenaje en una exposición que recoge sus mejores carteles, de la colección privada de Gerardo Vera, director durante ocho años del Centro Dramático Nacional.



Es la pasión por el cine, desde pequeño, lo que llevó a Vera a compilar estos carteles a lo largo de los años, cuenta a elcultural.es. Desde un acercamiento general al cartel americano se topó con Saul Bass, "me hice fan y le seguí la pista". Este ganador de dos Goyas (Mejor Dirección Artística por La niña de tus ojos y Mejor Diseño de Vestuario por El amor brujo) se resiste a desvelar su secreto, el tamaño de su colección y sus formas para ampliarla, y contesta vagamente que buscando en viajes, en tiendas de cine y por internet más recientemente. En la muestra en el CBA expone algo más de 70 en diferentes formatos, de los innumerables que guarda en casa y en un almacén.



Detalle del cartel de La lista de Schindler (1993)

"He desconectado mucho del cartel de cine moderno, porque lo que busco en ellos es el recuerdo, me despiertan la nostalgia. Vértigo no es sólo la película en sí, es Vértigo en un momento determinado de tu vida. Los filmes clásicos juegan con ventaja frente a las actuales, juegan con la memoria", explica. "Tengo fe en el cine actual, no mucha, pero la suficiente como para seguir consumiéndolo", deja claro Gerardo Vera. "El cine refleja la época a la que pertenece, y ahora estamos en medio del tsunami. La cultura sufre en países neoliberales. La subida del IVA ahora ha sido la puntilla".



Apasionado del cine negro de los años 40, considera que "Perdición, de Billy Wilder, o La regla del juego, de Jean Renoir, son películas irrepetibles". Son esos directores europeos que se trasladaron a Estados Unidos, como el propio Wilder, Fritz Lang u Otto Preminger, por los que siente especial debilidad. "Me atraen los carteles de los realizadores que me gustan. Es un ejercicio de nostalgia, aunque algunos han desaparecido del mercado". Precisamente, su favorito es el de El hombre del brazo de oro, de Otto Preminger, con quien Saul Bass colaboró también en Anatomía de un asesinato y Éxodo.



Detalle del cartel de Éxodo (1960)

Bass, que compaginó su trabajo en el cine con el diseño comercial, fue un innovador, un artista que impregnó sus carteles con contenido simbólico y al que se atribuye la dignificación de los títulos de crédito como arte. No hay más que prestar un poco de atención en los créditos de inicio de Vértigo, un adelanto codificado, o una insinuación, de lo que aguarda al espectador. Con Hitchcock trabajó en varias ocasiones, para Psicosis, Con la muerte en los talones y la mencionada Vértigo. "Las creaciones de Bass son como potentes lentes de aumento que iluminan los aspectos más esenciales y ocultos de la película, completando el trabajo del director", según Vera. Saul Bass creó escuela, una escuela que le rinde homenaje en el cartel de Hitchcock, el biopic sobre el genial realizador que se estrena en Estados Unidos en noviembre.