Ana Díez. Fotografía: Montse Álvarez
La Filmoteca Vasca le dedicó el pasado mes de junio una retrospectiva que ha culminado con un libro, Los paraísos perdidos. El cine de Ana Díez, editado junto a la Filmoteca de Navarra y escrito por Jesús Angulo, Antonio Santamarina y Pilar Martínez-Vasseur.
Pregunta.- La retrospectiva le ha permitido revisar sus obras. ¿Cómo se ven desde la distancia?
Respuesta.- Tengo que reconocer que me daba pudor revisitar mi obra. Las películas se ruedan en unas circunstancias concretas, con emociones que no se repiten al pasar el tiempo, y fue un ejercicio difícil contemplarme a mí misma. Además, para el libro organizamos una entrevista que duró dos días enteros, y había cosas que los autores tenían más recientes que yo, que no había podido revisar.
P.- La puerta del amor, coescrito con Manuel Hidalgo, ganó el Premio de Guión Julio Alejandro. ¿Hay posibilidad de que se convierta pronto en película?
R.- Estamos intentando hacer el engranaje de producción, pero nos encontramos ante un momento crítico, porque las ayudas no se están convocando. Hay productores interesados, y el guión es muy sólido. La historia refleja la situación de la clase media, del cambio del modelo de familia y la maternidad. Todos los personajes tienen un sueño en otra parte, pero se ven obligados a volver al hogar.
P.- ¿Cómo se pasa de la Medicina al cine?
R.- El principal ocio en mi adolescencia fue el cine. Yo vivía en Pamplona, una ciudad fría, gris. Mi ocio era solitario, frecuentaba los cineclubs, y mi primera ventana al mundo fue el cine. En 1975, estudiar cine era algo extraterrestre, no me lo podía plantear. Al acabar la carrera, fui a México a hacer el doctorado. En España no había escuela de cine, así que decidí probar, y aprobé los exámenes de acceso. Fue muy azaroso. Hasta entonces, siempre me había aproximado al cine como espectadora anárquica, no analítica.
P.- También es profesora.
R.- Sí, y al principio lo llevé muy mal. Crear es muy intuitivo, decides casi en el momento cómo colocar la cámara y qué planos rodar. Al tener que sentarme a hacer metodología estaba agarrotada. No estaba acostumbrada a estudiar para mostrar. Pero la enseñanza es un privilegio, y me permite metodologizar.
P.- Es socia co-fundadora de CIMA, la Asociación de Mujeres Cineastas y de Medios Audiovisuales. ¿La presencia de la mujer en el cine todavía es una pelea?
R.- En los puestos directivos, sí, es una pelea. Las mujeres estamos muy preparadas, y en las facultades y escuelas de cine hay más mujeres que hombres, pero no llegan a la jefatura por culpa del famoso techo de cristal. En los 90 hubo un gran boom de directoras, pero ahora salen con cuentagotas.
P.- ¿Es más fácil para la mujer labrarse un futuro como guionista o como directora?
R.- La mujer cada vez se está implicando más como guionista. Cada vez hay más que trabajan sobre todo en series, porque la conciliación laboral es más fácil. Si el trabajo no te exige presencia física es más llevadero, sobre todo para al ser madre. La directora tiene que estar siempre en el set de rodaje. Pero esto no debería ser un impedimento.
P.- ¿Cómo ve la situación del cine actual?
R.- El consumo en salas se ha vuelto muy complicado, sobre todo después de la subida del IVA. Competir con internet es complicado. Como les digo a mis alumnos, las películas se consumen en el tiempo que dura, y después muchas veces no las vuelves a ver. Pero ahora los jóvenes no consumen películas enteras, sino sólo los primeros 10 minutos, y luego ponen otras.
Tenemos una taquilla alta, sobre todo este año que se ha dado un fenómeno particular. La gente que se dedica a esto está muy preparada, tenemos cortometrajistas excelentes y escuelas muy buenas. Nuestro cine es muy rico y muy vivo, pero no se cuida. Es una pena, porque todas estas personas, sobre todo técnicos, con una muy buena preparación, están emigrando a Latinoamérica.