Fotograma de Prince Avalanche.
En la vida hay muchas maneras de aburrirse. Dijo John Huston una vez que en su vida, sobre todo, lo que había hecho es aburrirse mucho. Y eso que Huston tuvo una vida intensa. Mucho más, desde luego, que la de Paul Rudd y Emile Hirsch en la hilarante Prince Avalanche, que se ha presentado esta mañana con sonoros aplausos. Los actores interpretan a dos jóvenes encargados de pintar las líneas de la carretera en un bosque de Texas que ha sido devastado por el fuego. Hay poco más que eso pero basta y sobra porque este filme de David Gordon Green (autor de la maravillosa Superfumados) es una pura delicia. Con dos personajes muy distintos, uno romántico y soñador, el otro fiestero y tirando a macarra, Gordon Green logra no solo un fantástico retrato del tedio y la masculinidad, también una asombrosa conjunción entre su vocación poética y su talento para el humor negro.Adaptación de una película islandesa titulada Either Way, Prince Avalanche está ambientada en los años 80, lo que acentúa la soledad de estos dos "pardillos" que no tienen más remedio que aguantarse el uno al otro. La dificultad del ser humano para enfrentarse al silencio, a la quietud, se ve reforzada por esos pequeños fracasos que hacen de la vida algo muy pesado para todo el mundo (el supuesto ligón no liga en su escapada a la ciudad porque "en domingo todo el mundo está en misa) a sumar la habitual fanfarronería de los hombres. La poética aparición de una misteriosa mujer que hurga en las cenizas de su casa buscando un pasado que ya no volverá acaba por dar ese aire de minúscula trascendencia a un filme que es una metáfora sobre esa constante espera que es la vida, no en vano Beckett y su Godot es lo primero que viene a la cabeza viendo un filme profundamente humano y compasivo que divierte, conmueve y hace pensar. Además, la música la pone Explosions in the Sky y es genial.
A sus 65 años, Jeremy Irons, que se prodiga poco en la pantalla, sigue siendo un señor terriblemente guapo y atractivo. Por ello, él es de lejos lo mejor Night Train to Lisbon, película dirigida por Bille August que adapta una novela "filosófica" de Pascal Mercier. Lo mejor que se puede decir de esta película es que es entretenida y lo peor que tienes todo el rato la impresión de que ya la has visto antes. Irons interpreta a un maestro que repentinamente se queda fascinado con el libro de un desconocido médico portugués que luchó en la resistencia contra la dictadura de Salazar. Esa pasión repentina resulta bastante incomprensible pero bueno, es una película. Mediante flash backs vemos los avatares del malogrado escritor al tiempo que descubrimos la apatía de un profesor que siente que su vida ha sido un coñazo. Ni mala, ni buena, ni todo lo contrario, es una producción "de calidad" en la que todo está tan medido y bien medido que quizá hubiera sido mejor más imperfección y menos planos bonitos.