Pablo Berger y Maribel Verdú durante el rodaje de Blancanieves
El domingo se destapan las cartas. En un año en el que el cine español nos ha sorprendido con grandes propuestas, y con su mejor cuota de espectadores en más de 25 años, las nominaciones de la Academia de Cine se concentran en cuatro títulos. La asombrosa 'Blancanieves', con dieciocho candidaturas, es la favorita. Su director, Pablo Berger, escribe para El Cultural el relato de su largo camino a los Goya.
1990-1994
Me planto en Nueva York con una beca para hacer un Master en Dirección. Los primeros cuatro años son como valiosos ejercicios espirituales cinematográficos en la New York University. Descubro muchos directores y formas de expresión que hasta entonces desconocía: L'Herbier, Gance, Feyder, Duvivier, Epstein, Renoir, Dreyer, Sjöström... Al rodar mis primeros cortos en 16 mm ya me veo obligado a explorar las formas de Blancanieves, es decir, su mismo formato, mudo y en blanco y negro. El aprendizaje se pega a mi piel como si fuera un tatuaje. Al mismo tiempo descubro el libro España oculta, de la fotógrafa Cristina García Rodero. Es la segunda revelación. Ella se pasó quince años trabajando en el libro, las fotos son atemporales, pueden estar realizadas en los años setenta y ochenta pero tienen el aroma de los años veinte. Una serie de fotografías de enanos toreros me deja noqueado. Encuentro un canal para poner en forma mi obsesión por el cine mudo. Las piezas empiezan a encajar.2000-2003
Realizo mi primer largometraje, Torremolinos 73, que también es un viaje en el tiempo y una relectura de la "españolada". Su éxito, más de medio millón de espectadores en España, es inesperado. En septiembre de 2003 nace mi hija Akio, que de algún modo también marca el nacimiento de Blancanieves. Estoy seguro de que mi amor por ella se refleja en todas las secuencias que escribo de Antonio con Carmencita, quizá la parte más emocional del filme. Sin sospecharlo, cuando finalmente rodamos esas escenas, ocho años después, Akio tendrá la misma edad que mi pequeña Blancanieves.Verano de 2004
Durante años he pensado en el día que descubrí Avaricia. Ya no me quedan más excusas para posponer la escritura del guión de mi siguiente filme. Desarrollo tres escaletas para tres películas. Me digo que mi segunda película tiene que ser arriesgada, que es ahora o nunca, tal vez sea la última. Tomo la decisión junto con mi mujer y colaboradora Yuko Harami. Nuestro corazón está con Blancanieves. Sin ningún mapa de ruta, dejándome llevar por mis obsesiones y siguiendo solamente la regla de oro de Jean Claude Carrière, "cautivar y mantener la atención del espectador", me lanzo a un viaje a lo desconocido: la escritura del guión de Blancanieves.2005
Con el guión acabado, comienzo la peregrinación por las productoras. De verdad, no guardo rencor alguno a todos los productores que lo rechazan. Yo hubiese hecho posiblemente lo mismo.2007
Ibon Cormenzana, de Arcadia Motion Pictures, muerde el anzuelo. Contacta conmigo. Me dice que buscan proyectos internacionales y que le gusta mucho Torremolinos 73. Le doy el guión de Blancanieves y ese mismo día, después de leérselo en su viaje de regreso a Barcelona, me llama y me dice: "Es el mejor guión que he leído en mi vida. No sé cómo vamos a financiar esta película, pero tenemos que hacerla". Elaboro una caja negra, un decálogo donde simplifico en conceptos los objetivos del filme, con fotografías, acompañado del guión. Será mi pasaporte de entrada a los sueños del equipo técnico y artístico que, finalmente, hará posible esta alocada empresa en la que un cuento de los hermanos Grimm irrumpe en la Sevilla de los años veinte, con sus toreros, cantaoras y enanitos de un circo ambulante. En verdad, Blancanieves debería llamarse Oscuranieves, pues es más bien un melodrama gótico.2008-2010
Tanteamos las televisiones españolas, el ICAA, pero nadie nos respalda. Empezamos entonces a recibir buenas noticias fuera de España: la Berlinale Coproduction Market, el productor francés Jérôme Vidal se apunta, somos finalistas del International Filmmaker Awards de Sundance, la ayuda crucial del Eurimages, y luego del CNC francés... Durante estos dos años realizo los storyboards junto a Íñigo Rotaetxe. Es el mapa del tesoro.Primer semestre de 2011
Después de un vía crucis financiero para levantar la película que dura ocho años, se da el pistoletazo de salida. Jamás se me olvidará la primera lectura de guión con los jefes de equipo: Alain Bainée, Kiko de la Rica, Carlos Gras, Paco Delgado, Fermín Galán, Sylvie Imbert, Josep Amorós, Belén López... Me siento como el seleccionador nacional, Vicente del Bosque, en el vestuario, hablando con un gran equipo preparado para cualquier final. Lo mismo me sucede con el reparto. Gracias a Rosa Estévez, hacemos la foto de grupo soñada: Maribel Verdú, Daniel Giménez Cacho, Sofía Oria, Macarena García, Pere Ponce, José María Pou, Inma Cuesta, Ramón Barea, Emilio Gavira, Sergio Dorado y Ángela Molina. ¿Quién puede pedir más?En mayo, durante el Festival de Cannes, se estrena The Artist. Me llegan noticias a través del productor Simón de Santiago de que es una gran película y ha encadilado al público y a los críticos. Reacciono con una fuerte pataleta. Empiezo a pensar que tantos años de trabajo se han ido por la borda. Pero a la rabia inicial se impone la prudencia. Mi película es otra cosa. Será algo muy distinto. Y al final resulta que Hazanavicius va a abrir más puertas a Blancanieves, va ayudar a romper los prejuicios comerciales respecto al mudo y el blanco y negro.