Mario Casas, Hugo Silva y Jaime Ordóñez durante el rodaje de Las brujas de Zugarramurdi, de Álex de la Iglesia
El pánico y el desánimo se han instalado en el cine español. El cierre de Alta Films, ya definitivo, ha caído como un jarro de agua hirviendo en un panorama marcado por la caída en picado de los rodajes y el descenso continuado de una taquilla muy afectada por el IVA del 21%. Mientras, el sector negocia con el Gobierno un nuevo modelo de financiación basado en incentivos fiscales que no se termina de perfilar. Analizamos la situación con algunos de los productores más importantes, que se mueven entre la tímida esperanza y el pesimismo en lo que consideran ya "un cambio de era".
Luis Miñarro, desde Barcelona, dice lo mismo de forma más contundente: "Si la pregunta es si el cine español se ha ido a la mierda, la respuesta es sí, sin lugar a dudas. Están cerrando los estudios de sonido o de posproducción, lo que es la infraestructura de la industria, y si este proceso no se detiene habrá que terminar las películas fuera de España. Todo lo que ha costado treinta años construir con mucho esfuerzo se está derrumbando de forma fulminante". Las cifras y los datos son demoledores. Hace poco, sabíamos que en este 2013 la taquilla ha vuelto a caer un 16% y el número de espectadores, tras los escasos 96 millones de 2012, ya se acerca peligrosamente a la mitad de los 143 que había en 2004, último año triunfal. Para colmo, la llegada del calor está convirtiendo abril y mayo en los peores meses de la historia. Las primeras estimaciones hablan ya de un descenso del 50% respecto al año pasado. Una larga década de desgaste continuo que se refleja en el número de rodajes. A mediados de abril, en España se habían comenzado 28 películas, un 15% menos que en mismo mes del año pasado y casi un 50 menos que en 2011. Y eso que la industria aún arrastra proyectos aprobados hace dos o tres años: las próximas semanas aún veremos nuevas películas como las de Gracia Querejeta (15 años y un día), Alberto Aranda (La estrella), Jesús Monllaó (Hijo de Caín), Hugo Burgos y Ángel González (De qué va la vida) o, ya para otoño, la de Álex de la Iglesia, Las brujas de Zugarramurdi, que se encuentra en fase de postproducción. Pero en 2014 el parón puede ser brutal.
Metáfora del inmovilismo
Miñarro sobrevive a base de producir otra película, Estrella fugaz, su propio debut como cineasta, que paga con sus ahorros y donde narra la desafortunada peripecia de Amadeo de Saboya, un rey que trató de modernizar, sin éxito, nuestro país. Sin duda, toda una metáfora del inmovilismo actual. Desde la llegada del nuevo Gobierno, se propuso como objetivo inmediato el cambio de modelo del cine español, el enésimo. Para José Antonio Félez, presidente de la Asociación Estatal de Productores de Cine, aunque "pueda sorprender que sea necesario cambiar la ley cuando la última (la polémica de Guardans en 2009) sea reciente, el panorama se ha transformado radicalmente". Todos los consultados por El Cultural coinciden en un punto: la masificación de la banda ancha supuso el verdadero inicio del declive, no tanto la propia llegada de internet.Sin duda, la causa más evidente de la debacle ha sido la piratería. Con un índice de descargas ilegales líder en el mundo occidental, según el Observatorio de Piratería de la Coalición de Creadores la industria audiovisual perdió 327 millones de euros solo en 2012 . Opina Agustín Almodóvar: "Se dice que es carísimo ir al cine y los 8 ó 9 euros que cuesta no es ninguna broma. Pero es aún más caro cuando compites con lo gratis. Hemos perdido a una generación entera y va a ser muy difícil recuperarla". La autocrítica también hace su aparición: "Quizá nos acomodamos demasiado en los buenos tiempos y se hicieron películas que no deberían haberse hecho", afirma. "Fuimos lentos reaccionando cuando internet cambió por completo el panorama", añade Félez.
Jóvenes talentos
La cara y la cruz de la red es que al mismo tiempo que está hundiendo el sector, también es la vía de escape perfecta para que jóvenes talentos como Carlos Vermut, Andrés Duque o Los Hijos den rienda suelta a su creatividad sin las cortapisas de la industria. Sin embargo, tal y como afirma Félez: "A los periodistas os gusta mucho hablar de esto y es fantástico que exista ese cine underground que es un vivero de talento y puede funcionar, claro que sí. Pero se trata de mantener una industria que funcione de forma profesional y eso no es posible con el crowdfunding".La financiación es el elemento clave y las noticias que llegan desde los grupos de trabajo de profesionales con el Ministerio de Cultura, Hacienda y Presidencia no terminan de despejar dudas. Félez asegura que el último acuerdo que mantiene los subsidios fiscales del 18% es una buena noticia porque "se prorroga con carácter indefinido. Además, podrá incluirse en esos gastos subvencionados las copias y la publicidad". En cualquier caso, es una magra victoria, que no oculta la falta de avances reales. Se suponía que habría borrador esta primavera pero con suerte estará en otoño y Félez confía en que será el próximo año cuando entre en vigor, aunque muchos lo dudan. "Yo no tengo más remedio que ser optimista", afirma. Menos claro lo tiene Enrique González Macho, quien no se muerde la lengua y dice que "el problema es que no saben lo que quieren. Cuando se sustituye un modelo por otro hay que tener muy claro por qué lo quieres cambiar. Desde el ICAA nos dicen cosas como que nosotros hemos pedido esto o lo otro cuando han sido ellos quienes han planteado los cambios". Agustín Almodóvar se muestra cauto pero no puede evitar dejar traslucir una cierta amargura : "La cosa va para largo, nadie es capaz de marcar un verdadero calendario. Notas mucha confusión. Al principio hablaban de mecenazgo, lo que no tiene ningún sentido porque el cine es cultura y es patrimonio artístico de un país pero también es legítimo que sea un negocio".
Un ejemplo paradigmático de la nueva figura de productor con ciertos visos de sobrevivir es Francisco Sánchez. Formado en el mundo del márketing en la extinta Sogecable, Sánchez ha encadenados los éxitos de Spanish Movie (2009) y Promoción Fantasma (2011). Apuesta por una doble vía que parece ser la que se está instaurando: "Por una parte, proyectos con un presupuesto muy medido pensados para el mercado local. Deben tener un fuerte potencial comercial y es imprescindible contar con el apoyo de las televisiones. Por la otra, películas más caras que no hay más remedio que rodar en inglés para poder amortizar". De esta manera, Sánchez está terminando Tres bodas de más, nueva comedia dirigida por su autor fetiche, Javier Ruiz Caldera, en la que una treintañera sin suerte en el amor es invitada de forma consecutiva a tres convites de sus correspondientes ex novios, y tiene pendiente de comenzar a rodar en otoño otra película jocosa, Way Down, mientras termina de perfilar un thriller de holgado presupuesto con estrellas internacionales.
El cine es un medio lento, caro y pesado y todos los productores se quejan de la dificultad para comenzar a ver el dinero. Desde mediados de los 90, la estrella de las subvenciones son las famosas "amortizaciones", ayudas que se conceden después del estreno en función del resultado en la taquilla promovidas por el Gobierno de Aznar para favorecer un cine más en sintonía con la calle. "El problema es que tardan muchísimo en llegar", se queja Félez, "pueden pasar más de dos años y con una industria tan frágil es interminable. Por otra parte, sería importante que la línea de financiación del ICO no dependa de entidades privadas, un filtro más en un proceso que ya tiene muchos". Como dice Sánchez, "todos estamos a favor de los incentivos fiscales pero no se puede hacer de un momento a otro, lleva tiempo. Y lo que vemos ahora es que ni hay ayudas ni entra dinero privado".
Miñarro se "pateó" varias compañías en busca de financiación pero se encontró con una colección de noes. "La frase es que no hay dinero se ha convertido en un mantra. Las empresas ven muy rentable patrocinar una exposición pero es muy difícil convencerles del valor cultural del cine, que se relaciona más con el entretenimiento. Al final, la idea que hay detrás es que para hacer películas ya están los americanos y que no existe la necesidad de hacerlas en España".
Miñarro también observa causas más profundas en el deterioro : "Hay un cambio de paradigma donde el cine ha dejado de ser tan importante como era. Los tiempos han cambiado y las apetencias son otras. Ahora la gente se conecta a Facebook o mira el móvil cuando quiere divertirse".
El eslabón más débil, sin embargo, quizá son los cineastas. Tras el éxito de su primera película (Casual Day) Max Lemcke ya tuvo muchas dificultades para financiar la segunda, Cinco metros cuadrados. Ahora lleva varios meses sin trabajar con un niño recién nacido a cuestas. "La sensación es que vuelves a empezar de cero. Me he planteado emigrar a uno de esos países emergentes pero aún no he perdido la esperanza". Lemcke cree que el problema es que "no hemos sabido vender bien lo que hacemos. Y quizá se deberían haber hecho películas más interesantes".
En Alta Films González Macho no puede evitar ponerse sentimental. Recuerda a una encargada de márketing que entró siendo una adolescente y se marcha siendo una abuela. Se le nota afectado. "Con la cultura va detrás toda la industria. Cuando una película española triunfa fuera vendemos mucho más que cine. Pero nosotros es como si sintiéramos vergüenza de nuestro talento. Francia gasta más en apoyar el cine suramericano que el ICAA en España". Dice que no sabe qué hará a partir de ahora pero su rendición suena a derrota colectiva.