Jude Law y Rachel Weisz en un momento de 360, juego de destinos

Llega a las pantallas una nueva entrega del director brasileño Fernando Meirelles, '360, juego de destinos', un trabajo que aspira a ser un thriller dramático protagonizado por Anthony Hopkins, Jude Law y Rachel Weisz.

Fernando Meirelles debutó en el cine con Marly Normal (1983), un cortometraje que condensaba un día en la vida de Marly, una trabajadora de su ciudad natal, São Paulo. Comenzó así una carrera que transcurrió plácidamente en Brasil, combinando ficción, documental y televisión, hasta que Ciudad de Dios (2002), su cuarto largometraje, descerrajó su anonimato. Presente en el Festival de Cannes de aquel año, el bullicioso retrato de la favela de Río de Janeiro que daba título a la cinta supuso su eclosión internacional. La película, trenzada no-linealmente sobre la base literaria del brasileño Paulo Lins y distribuida en todos los mercados de Occidente, terminó por recibir cuatro candidaturas a los Oscar de 2004, incluyendo una nominación como Mejor Director que, inexplicablemente, no disfrutó Kátia Lund, codirectora de Ciudad de Dios.



Asimilado el éxito, fue entonces cuando Fernando Meirelles, Focus Features (es decir, Universal Studios) mediante, optó por iniciar una trayectoria encadenada a las claves del cine transnacional industrial. A saber: suma de países de producción, idiomas y etnias al servicio de una obra que armonice varios géneros y cuya trama (de pretendida gravedad temática y codiciado interés global) se distribuya al mundo con los rostros de intérpretes, célebres y desconocidos, de distintas nacionalidades. El jardinero fiel (2005), traslación al cine de la novela homónima del inglés John le Carré, fue su exitoso primer intento por labrarse un nombre dentro de su nuevo y multicultural esquema creativo. Repitió fórmula, pero no fortuna, con A ciegas (2008), transposición en imágenes de Ensayo sobre la ceguera, del Nobel portugués José Saramago. Ahora presenta 360, juego de destinos, su tercera etapa en tan azarosa travesía.



Pese a que el guión firmado por Peter Morgan bebe en espíritu de La ronda, obra del austriaco Arthur Schnitzler que, a través de diez piezas dramáticas de un único acto, indaga en la ideología de clase y la moral sexual de la época, 360, juego de destinos -conviene advertirlo- no rememora La ronda de Max Ophüls y sí, tal vez, al Alejandro González Iñárritu de Babel. Con una producción a cuatro bandas (Reino Unido, Austria, Francia y Brasil), ubicando la acción en cinco países y rodada en seis idiomas, Fernando Meirelles despliega una propuesta que opera por acumulación de situaciones del presente donde 15 personajes se reparten el papel protagónico, con Ben Foster, Anthony Hopkins, Jude Law y Rachel Weisz como rostros más conocidos.



Por más que la factura visual sugiera lo contrario (enfáticas transiciones espaciales, división de pantallas, acciones paralelas...), estamos ante un largometraje erigido y construido sobre el guión, no sobre el montaje. Un trabajo que aspira a ser un thriller dramático que trabe, de forma consecutiva o simultánea, las historias particulares de un ejecutivo, un dentista, una prostituta, un jubilado huérfano de su propia hija, una terapeuta, un guardaespaldas de un mafioso, un fotógrafo, un agresor sexual en libertad condicional..., modelos todos ellos de distintos estratos sociales, con anhelos vitales coincidentes o enfrentados. Película en tránsito, cíclica y acusadamente impersonal, 360, juego de destinos presenta, en definitiva, un movimiento narrativo de 360 grados con vana voluntad caleidoscópica del mundo interconectado de nuestros días, un círculo de relaciones que orbita alrededor de la suerte, la eventual negociación con el destino y la toma de decisiones ante los cruces que van presentándose en el camino.