Tornatore entre Donald Sutherland y Geoffrey Rush en el rodaje de La mejor oferta
Llega a nuestras pantallas una de las películas más celebradas del director de 'Cinema Paradiso'.Tornatore mezcla estilos y arma una compleja pieza cinematográfica en la que cabe el amor, la intriga policíaca y hasta la comedia.
Giuseppe Tornatore (Sicilia, 1956) está viviendo el mayor éxito de su carrera desde los tiempos del Oscar por Cinema Paradiso (1988) con La mejor oferta, película que ha arrasado en los David di Donatello italianos y que convocó en las salas a más de millón y medio de sus compatriotas. "Me divertía la idea de contar una historia de amor como si fuera una película policíaca", dice el autor. "En el proceso de enamoramiento hay una dramaturgia perfecta: la alegría del principio, su condición de reto, las dificultades, los dramáticos finales... Se trata de hacer una película de cine negro sin asesinatos de una manera que trata de captar la curiosidad del público".
La mejor oferta cuenta la historia de un prestigioso y riquísimo experto en antigüedades y subastador británico interpretado con una sutil mezcla de flema y vulnerabilidad por Geoffrey Rush. Es un hombre refinado y solitario con una vida de lujo que parece haber renunciado al amor. "Para las personas cultas siempre existe el riesgo de perder el sentido de la verdad de la belleza por la perfección del arte, que tiende a darnos una visión idealizada. La verdadera belleza, la verdadera vida, es imperfecta. Vivir del arte es muy peligroso", dice a El Cultural un incontenible Tornatore.
Ambientada en una ciudad europea imprecisa que viene a ofrecer una especie de abstracción idílica de lo que entendemos ancestralmente como Europa (cultura, arte, edificios históricos, buen gusto...), Tornatore cree que esa indefinición es esencial en una historia como ésta: "Si hubiera tenido un contexto italiano se habría convertido casi en una comedia. Los actores son ingleses pero detrás de la cámara somos todos italianos". De repente, aparece una extraña y millonaria heredera que quiere deshacerse del patrimonio familiar. Debido a una fobia, la bella joven (Sylvia Hoeks) solo es capaz de comunicarse a través de una pared. Comienza aquí un peculiar romance en el que el veterano subastador va seduciendo a su cliente y rompiendo las barreras que la limitan. Claro que nada es lo que parece. "La película trata sobre el miedo que tenemos a ser víctimas de un engaño. La idea de la decepción es fundamental, podemos temerla tanto que acabamos por no fiarnos de nadie". Como con el autómata que tratan de reconstruir pieza a pieza en un ejercicio de orfebrería, la película ofrece una serie de pistas contradictorias y confusas pero perfectamente lógicas que acaban cobrando pleno sentido al final.
Con una filmografía errática, en la que ha tratado de hacer equilibrismo entre un cine de autor más personal y complacer los gustos del gran público, Tornatore opina "que esa división ha hecho mucho daño al cine porque lo único que ha conseguido es que los partidarios de un cine no vean el otro, y al revés. Todas las películas tienen el mismo derecho a existir y hay muchas maneras de contar historias. Debemos superar todas esas categorías porque las películas siempre han servido para generar debates, transmitir valores y formar conciencia civil pero también, por qué no, para emocionar, divertir y evadirse. En los últimos años la capacidad crítica del público se ha anestesiado y el cine puede servir par despertarlo".