Hugh Jackman se toma la justicia por su mano en Prisioneros, de Denis Villeneuve.

San Sebastián está a punto de terminar y la sensación general es que las películas de este año han sido peores que las del pasado. Ha habido algunas joyas aquí y allá, pero faltaba esa gran película que te deja absolutamente enamorado de lo que ves en la pantalla. Denis Villeneuve, que ya impactó con la intrigante y a ratos espléndida Enemy, ha arrasado con Prisioneros, quizá la mejor película que vaya a estrenarse este año. Cuenta una historia brutal, la de dos familias de clase media estadounidenses cuyas hijas desaparecen misteriosamente. Dos actores impresionantes la protagonizan, Jake Gyllenhaal como endurecido policía y Hugh Jackman como uno de los padres, un carpintero con problemas de alcohol que ante lo que percibe como pasividad policial decide tomarse la justicia por su mano.



Villeneuve, en dos horas y media que pasan como un suspiro, construye un tenso thriller con elementos de drama que acaba siendo una película de terror en la que vemos a unos personajes arrojados al límite, víctimas de circunstancias incontrolables y de impulsos animales que pertenecen a nuestro ser más profundo. Hay ecos de El secreto de sus ojos en la película como los hay de la obra de Fincher en esa atmósfera opresiva y desasosegante que logra crear. Es una película sobre todo aquello que nos hace menos libres, sobre los recuerdos, los demonios y las carencias que arrastramos. Es también un retrato sobre unas clases acomodadas que no saben reaccionar ante el horror y también una metáfora sobre los Estados Unidos después del 11S. Es una obra maestra cuyas últimas escenas resuenan en la mente del espectador durante mucho tiempo.



Fernando Franco, montador hasta la fecha y autor de estimables cortos, ha presentado a concurso su ópera prima, La herida, una película "pequeña" en la que se permite vislumbrar a un autor con talento y mirada, pero demasiado lastrada por parecer cine fórmula. Si existe un cine convencional comercial también lo existe en el terreno del cine de autor y casi se diría que existe ya una manera de hacer cine arty en España, mucho primer plano, ruido de fondo constante, una fotografía azulada y personajes a los que siempre parece faltarles un halo de vida. La actriz, Marián Alvárez, hace una excelente composición de una joven atormentada por mil demonios pero La herida es una película que parece demasiado medida y calculada y le falta emoción. Tampoco logro entender en ningún momento qué le pasa a esta chica y reconozco cierto agotamiento con esos retratos de una clase media amargada.