Como una "obsesión personal", así resumió José Luis Rebordinos durante la presentación de las actividades de industria la lucha del festival por hacerse un hueco en el competitivo mundo de los mercados. Los periodistas solemos ver las películas, directores y actores, pero hay todo un mundo más allá que es el del dinero que suele permanecer más oculto pero es el verdadero engranaje comercial que da músculo a los certámenes. A la hora de basar su estrategia, la dirección decidió que tratar de montar un mercado de compra venta de películas estaba abocado al fracaso ya que la preminencia de Cannes y su Marché du Film y Berlín con su European Film Market lo hacían inviable. De hecho, ésta fue la apuesta de Venecia y de momento parece que el batacazo ha sido importante.



Descartada esta opción, el Festival ha tenido una buena idea: el Foro de Co-producción Europa-América Latina, un lugar en el que se presentan a productores, distribuidores y agentes de ventas 16 proyectos suramericanos en busca de financiación europea. El Foro ha celebrado este año, con enorme éxito, su segunda edición y se suma a Cine en Construcción, que ha llegado ya a su décimosegundo año, consolidada como una de las citas más importantes de la temporada para los productores de ultramar. En esta sección se presentan seis proyectos casi terminados que necesitan de un último empuje para ser finalizados. El año pasado ganó la chilena Gloria, de Sebastián Lelio, que después triunfó en Berlín y se estrena la semana que viene en España como uno de los filmes más importantes del año.



Por primera vez, el festival ha desarrollado ambas actividades a la vez, logrando crear excelentes sinergias. Más de mil profesionales de la industria se han acreditado este año y bastaba dar una vuelta por el claustro del Museo San Telmo para observar in situ que la cosa estaba que ardía. Y en Cine en construcción ha ganado la película argentina La salada, de Juan Martín Hsu, una aproximación a un céntrico mercado de Buenos Aires en el que conviven inmigrantes de todas partes para contarnos la historia de un veterano y otro recién llegado y cómo se enfrentan al dilema entre ser fieles a sus raíces o integrarse del todo en su nuevo lugar. La chilena Matar a un hombre, de Alejandro Fernández Almendras, un thriller sobre la venganza, fue el preferido hasta el último momento y ha firmado un contrato con un importante agente de ventas internacional. Habrá que estar atentos a estos títulos, pueden ser perfectamente los bombazos del año que viene.



En el Foro Europa-América Latina se han presentado más de una docena de proyectos. El ganador ha sido la cinta cubana El acompañante, dirigida por Pavel Giroud, en la que se cuenta cómo el gobierno cubano encerró a los enfermos de sida en un centro militar y lo convirtió en un secreto de Estado. Muchos de esos pacientes, además, eran antiguos héroes de la revolución y la película nos contará la relación entre uno de ellos y su 'acompañante' homosexual. Dice Giroud que mostrará el rostro oculto de la cacareada sanidad cubana. Entre los participantes, algunos nombres notables. Como el español Pedro Aguilera, que ha impactado con Demonios tus ojos, una turbia historia con incestos de por medio y una reflexión sobre la intimidad y la mirada que ha hecho grandes avances en el Festival, o La puerta del amor, dirigida por Ana Díez con guión de Manuel Hidalgo, sobre una familia y su asistenta latinoamericana en un mundo de secretos.



En un momento en el que el cine español se las ve y se las desea para conseguir financiación, el nuevo impulso industrial de San Sebastián y su ambición suramericana han llegado en el momento exacto como una necesidad imprescindible. Sería de agradecer que el ICAA moviera ficha y revocara la absurda obligación creada por Guardans de que las co-producciones con el continente tengan un mínimo de dos millones de euros.