Anda José Luis Cuerda parcialmente nublado esta mañana. Llueve sobre sus viñedos y hoy no habrá forma humana de comenzar la vendimia. Como para hablarle de Dostoievski está la cosa. Mejor empezar por la viticultura. Dicen los que lo han probado que el ribeiro de Pepe está buenísimo, que es vino de autor. Su Sanclodio, que toma el nombre de un monasterio vecino a cuyos monjes les enseñaron a hacer vino los franceses, le da últimamente más alegrías que el cine. "Del cine qué te voy a decir, aunque el vino tampoco anda por las nubes, está con problemas de comercialización", protesta con mala uva. "Pero las dos cosas compensan. Cuando haces lo que quieres, no te puedes quejar, aunque a veces no te dejan y encima con argumentos que son chorradas. Que yo he hecho lo que he querido, que sí. Pero ahora se nos ataca por la parte más fácil y así nos va, hemos llegado a la incapacidad económica para hacer películas". El cine español se muere divinamente, lamenta quien lleva paseándolo desde 1977. Parada fundamental en ese recorrido es aquel pueblo inventado de la Sierra de Albacete que hoy funciona como un universo propio, el pueblito y los habitantes de Amanece, que no es poco.
La película, uno de los hitos del humor absurdo y uno de los mayores ejercicios de libertad de nuestro cine, ha ido adquiriendo vida propia con los años. Sus frases geniales se han colado por las rendijas del imaginario popular hasta acomodarse en el refranero y sus personajes parece que sigan viviendo allí, yendo a misa todos los días, recibiendo la visita del profesor de la Universidad de Oklahoma y celebrando cada año elecciones generales de las que salen elegidos el cura, el maestro, la puta, la marimacho... La editorial Pepitas de Calabaza, que debe su nombre al famoso diálogo de la película, le ofreció a Cuerda reeditar el guión original, en un volumen que sale a la venta este miércoles y que cuenta también con fotografías del rodaje, escenas que no se filmaron y un anecdotario redactado para la ocasión por el director.
"Me metí de cabeza. El editor me había dicho que pensara por qué se llamaba así el sello, y no pude sino acceder, porque el proyecto era muy atractivo y la edición muy bonita", agradece Cuerda mientras sigue mirando al cielo. Tiene razón, sus 300 páginas cuidadosamente diseñadas funcionan como un viaje en el tiempo para el fan de la película, presente o futuro, auguran los de Pepitas. También lo fue para el director: "He viajado con la memoria, con los sentimientos y con las frustraciones que crea cualquier trabajo de este tipo, un trabajo que se hizo a trancas y barrancas". El caso es que Cuerda siempre se tomó esta producción pensada primero para una serie de televisión (¡qué lástima!) como un proyecto muy serio: "¿Qué era la imagen de un tío plantado? Pues la expresión de las raíces, del enraizamiento, ¿no?".
El germen de la película está en El bosque animado, con la que el cineasta había cosechado un gran éxito. Ahora le buscaban los jefazos, querían más: "Me dijeron: haz lo que quieras. Y eso hice". Hubo un pequeño disgusto de por medio. Años antes, Cuerda había dirigido Total, un mediometraje cómico para televisión, y los productores exigían más guasa, mientras que él prefería pensar en grandes dramas. "Tenía una pena... después de que me contaran aquello me fui enfadadísimo y tuve que parar el Simca 1000 que tenía... ¡Me pegué una llantina! Pensaba: Joder, voy a tener que hacer ahora todo de risa". Recuperado del sofocón, decidió que sí, que haría reír a los espectadores, aunque a su manera. No se sacó la chorra, pero hizo lo que le vino en gana.
Se le apareció en la mente el campanario de un pueblo con un letrero que decía "Londres" y esa idea absurda fue el tablero sobre el que jugar. Lo que vino después lo escribió en la cafetería del Hotel Eurobuilding de Madrid (¿Qué les darían allí a los de esa generación del cine?). Desayunaba un café y unas porras, coronaba el medio día con un plato combinado y le daban las ocho de la tarde. "Me venía bien escribir allí, veía a la gente, no me sentía solo. Y escuché cosas maravillosas aquellos días, como un diálogo de un vasco que había hecho la mili en la marina y que le pedía a otro que le mandara un telegrama a su novia que decía: 'Dulce amor de mi vida, mándame más latas de atún'. Y eso anima mucho para escribir un guión, porque, claro, ¿qué es el amor sin latas de atún? ¡Dad de comer a los novios!".
Eran otros tiempos. Hoy, bromea, "es de lo más de agradecer que amanezca... pero vamos a no ponernos demasiado tristes". Dos segundos tarda Cuerda en desobecerse y enseguida se pone a hablar de anocheceres: "Yo, que soy viejo, voy a la farmacia y tengo que pagar 35 euros al mes en medicinas porque la seguridad no lo cubre. Pero es que yo ya pagué todo eso por adelantado cotizando y los gastos que he producido están cubiertos desde hace muchísimo tiempo. Vivo solo, tuve un ictus, estoy operado... ¡Podrían haber avisado! Y no soy un pobrecito, por eso me gustaría que lo que yo pague sirviese al menos para quien no tiene, ¿no?".
Tuitero ingenioso, poético e incendiario -tiene 57.000 seguidores-, propone para hoy incidir en la crítica, sobre todo cuando nos obligan a cumplir leyes manifiestamente injustas, redunda. "Uno con miles de millones robados a sus espaldas no puede estar pasando por la calle. Es tal la vergüenza y la desvergüenza nacional que es normal que nos miren con asco y con risa desde fuera". ¿Y la risa? ¿Nos sirve como arma de resistencia? Aquí su conclusión: "Claro que sí, el humor que no es estúpido, el inteligente, descoloca el andamiaje de la mentira organizada, es una vía de penetración en esa estructura prodrida".
- Hagamos, pues, el humor de Amanece, que no es poco. ¡'Amanecismo' al DRAE!
- Pues voy a emplear el término. Pero el problema es que en estos momentos la película sería calificada como deleznable desde la corrección política, que es una manta puesta para tapar problemas. Nos están anestesiando la sensibilidad para que no sintamos nada.
- Dan ganas de refugiarse en la sierra de Albacete, pero tampoco ya quedan pueblos...
- No quedan pueblos, no. Se los ha cargado la tele. Ya se entera uno de todo, no hay misteeeerios.
Reflexiones, que no es poco
El reparto: Berlanga me dijo un día: "Te has hecho el mejor reparto de la historia del cine". Y yo le contestaba: "¡Pues anda que tú!". Yo he mamado de él y de Azcona, yo no acudía a esas comedias con inocencia porque existían ellos. Al contrario, tenía una visión 'culta', una versión de segunda mano. Mi obligación era mamar de ese material, porque yo no había vivido esas circunstancias, por más que hubiera venido de una familia campesina.
Las anécdotas: Un día estaban los del pueblo sentados al lado de un árbol. A mí no me conocían, yo era un gordo que pasaba por allí. De pronto le dice uno a los otros: "pues no que dicen que los del cine van a traer rusos y 'tó'". Aquella gente no había visto un hombre de color en su vida. Otro día apareció por allí un vecino con una escopeta para matarnos porque estábamos dando mucha lata. Y pasamos frío, hay una foto en la que estamos todos con mantas que da pena vernos. ¡Y la Bombi! Los fervores populares que se organizaban en la película cuando ella aparecía también se producían en la vida real. La pobre me decía: "Oye, que me tocan el culo cuando cruzo por la plaza".
La crítica hoy: "Me extraña de la crítica el aprecio por las renovaciones formales y lo poco que valora los hallazgos en el asunto en sí, en la trama, en los personajes. Me interesa poco el manierismo, las maneras que se agotan en la misma manera.
Los Amanece del cine actual: El cine español respeta más la inteligencia de los espectadores y su sensibilidad que otros. Ahí está el ejemplo de La gran familia española, de Sánchez Arévalo. Es un monumento, una película muy inteligente teniendo en cuenta la animadversión que los medios han vertido sobre el cine español como algo que hay que combatir y extinguir. Nuestro cine es como el americano, el inglés, el francés o el sueco, sólo que el porcentaje de películas buenas es superior al de las americanas, porque allí hacen 1.500 y aquí 160. No sé por qué no le pegan esos palos a otros, no sé, ¡a los alfareros! ¡No, pobres! O al armamento español, que digan que es muy malo. ¿Por qué la toman con el cine?