James Deen y Lindsay Lohan en The Canyons.
Fue uno de los debuts más sonados del año. Tres dies amb la familia, de Mar Coll, era una película muy rohmeriana en la que la joven directora demostraba una notoria capacidad para crear personajes y situaciones dramáticas. Su segundo filme, Tots volem el millor per ella (Todos queremos lo mejor para ella), trata sobre una mujer en sus 40 que después de un accidente de tráfico que casi le cuesta la vida comienza a observar su vida de siempre como una extraña para llegar a la conclusión de que no le gusta. Nora Navas, la actriz de Pa negre, es una buena actriz y da dimensión a un personaje peor escrito que su interpretación. Navas interpreta a una ejecutiva casada con un arquitecto y ahogada en un entorno burgués. El problema es que Coll se muestra en la película de forma cobarde y no es capaz de llegar hasta el final en lo que se intuye como una crítica a la burguesía catalana. Sabemos, o nos imaginamos, los motivos por los cuales la protagonista acaba detestando un mundo fabricado a base de convenciones, prejuicios y lugares comunes provincianos, pero no puede evitar un rayo de sentimentalidad y de aquiescencia con lo mismo que pretende criticar. No se puede estar en misa y repicando.Presentimientos, de Santiago Tabernero, protagonizada por Eduardo Noriega y Marta Etura, -qué guapa es Marta Etura, por favor-, es un desastre importante. Basada en una novela de Clara Sánchez, cuenta la historia de un matrimonio que redescubre su amor cuando ella entra en coma. Eduardo Noriega nunca ha sido un actor, digamos, grandioso, pero aún da el pego cuando tiene personaje que defender, a falta de él el resultado es inquietante. Noriega hace de español "medio" tirando a pijo y sus bromitas son terroríficas, "oído cocina" y cosas así. Es una película francamente mala.
Carlos Agulló debuta con el documental Plot For Peace, realizado a mayor gloria de su protagonista, Jean Yves Olivier. Olivier es un personaje curioso que ha hecho una fortuna en África comprando y vendiendo, o sea, haciendo negocios, que quiere reivindicar su papel, ciertamente no poco importante, en la liberación de Mandela y la transición más o menos pacífica del ominoso apartheid al régimen actual de Sudáfrica en el que gobiernan los negros y los blancos son los dueños del país. Es un buen documental que explica con ritmo e inteligencia el papel de este señor que escapa a los convecionalismos del activismo político porque no es un revolucionario ni un ideólogo sino un posibilista que lleva la realpolitik hasta sus últimas consecuencias con un resultado moral indiscutiblemente bueno. Uno aprende e incluso se deja fascinar por una peripecia James Bondesca que tiene la virtud de hacer más preguntas que dar respuestas.