David Trueba en un momento del rodaje de Vivir es fácil con los ojos cerrados. Foto: Adolfo Crespo

Con su habitual lucidez, la misma que respiran los fotogramas de 'Vivir es fácil con los ojos cerrados', el cineasta y escritor David Trueba analiza en esta entrevista su última película y los avatares del cine español. Tras competir en el Festival de San Sebastián, el filme propone un hermoso relato situado en los años sesenta, en torno a un profesor de inglés en busca de John Lennon, es decir, de la libertad.

David Trueba (Madrid, 1969), cineasta y escritor de prestigio, debutó con la magia de La buena vida (1996) y desde entonces ha dirigido películas como Soldados de Salamina (2003) o Bienvenido a casa (2006), además de escribir guiones como el de La niña de tus ojos (1998) junto a su hermano Fernando. Novelista de éxito (ahí están Cuatro amigos y Saber perder), Trueba regresa al cine con Vivir es fácil con los ojos cerrados, una película en la que Javier Cámara interpreta a un profesor que durante los años 60 viaja hasta Almería para conocer a John Lennon. En el camino conoce a un adolescente rebelde (Francesc Colomer) y a una joven embarazada (Natalia Molina) creando una pequeña familia. Es una historia sobre las segundas oportunidades, los anhelos no siempre cumplidos y la inmarchitable búsqueda de la felicidad y el afecto de los seres humanos.



-Vivir es fácil con los ojos cerrados toca todos los géneros. ¿Diría que es una fábula?

-Siempre me muevo en algo cercano a la vida. Hay elementos cómicos, ridículos, dramáticos... Trato de sopesarlos sin apretar demasiado el acelerador, no voy buscando la carcajada ni tampoco el retrato social. Hay quien dice que es una road movie pero no entiendo qué significa, ¿escribió Cervantes una road movie con El Quijote? No creo que sea una fábula propiamente dicha en el sentido de señalar muy claramente ningún concepto moral. El género en el que más me reconozco es la comedia humana, y no solo porque así llamara Balzac a su serie novelística. Me encantaría que mis personajes se cruzaran de una película a otra aunque al final nunca lo hago.



-¿Concluiría en que su película habla de la dignidad de los perdedores?

-No sé qué significa perdedor, ¿quién es un ganador, John Lennon? Lo que sí tengo tendencia es a crear un mundo al que me gustaría trasladarme. La ficción tiene la capacidad de hacer aceptable lo inaceptable. Haces una película sobre la caza de Bin Laden y parece que es fantástico que un gobierno democrático vaya y se lo cargue en su casa por la noche. Si generas algunas actitudes, quizá algún día puedan ser transportadas al mundo real. Y creo que existe gente como en mis películas, que se crecen antes las dificultades y que ante el desamparo pueden formar una familia.



-Utiliza el concepto familia yendo más allá de la tradicional idea de la sangre.

-No creo en la familia como algo estructurado. Yo siempre he tenido muy claro que a mi familia también pertenecen mis amigos, me interesa la familia que uno se va creando.



-Hay un concepto esencial: la bondad de los extraños.

-Yo no quería que fueran muy profundas las historias sentimentales entre ellos para resaltar ese elemento de ayudar por ayudar. También está en otras películas o novelas que he escrito, esa idea de que al final no perteneces a una nacionalidad o a una raza sino que formas parte del género humano y eso es mucho más poderoso que cualquier otra cosa. Hay quien dice que es una película sobre tres buenas personas cuando es imposible saberlo, los conocemos tres días. Pero siempre he defendido que hasta el mayor bellaco en un momento dado puede tener un gesto que le honra. Lo mismo sucede con Soldados de Salamina, ¿es ese soldado un santo porque salvó una vida? Nadie lo sabe.



-La España franquista cobra una enorme importancia.

-Hay quien me critica que meta mucha caña y hay quien me dice que yo siempre tengo una mirada amable. A mí me interesa mucho el contexto, lo específico, por eso me resultaría muy difícil trabajar en otro país. Para los directores de género es más sencillo pero mis historias están muy apegadas a cómo es España. Se trata de contar una época desde personas insignificantes que vivieron en ella. Y es importante contar una historia de los años 60 con personajes que son realmente de los años 60. Es muy habitual que el protagonista sea alguien de ahora trasladado a ese tiempo. Ahmadineyad nos pareció un personaje ridículo cuando dijo que los homosexuales no existen en Irán, pero esto también pasaba aquí hace 50 años y a nadie le extrañaba. Había una cultura de la violencia y la castración sexual y creativa que venía de las propias instituciones. El propio Lennon dijo en alguna entrevista que le sorprendió mucho lo atrasada que estaba España.



-Está de moda decir que los problemas que tenemos vienen del franquismo. ¿Lo cree así?

-Los años 20 fueron de gran vitalidad cultural y la guerra civil y la dictadura fueron una tragedia enorme. Es lamentable que no haya habido una transición natural en el mundo de la cultura porque los mejores poetas, catedráticos o cineastas tuvieran que marcharse. Pero los problemas de España son problemas contemporáneos que necesitan una respuesta contemporánea. No podemos quedarnos en decir que es una pena que los mejores creadores se hayan tenido que marchar y seguir permitiendo que suceda.



-Sigue haciendo un cine al mismo tiempo muy personal pero también con la ambición de llegar al público.

-La grandeza de este medio, el cine, reside en ese choque que se produce entre la necesidad de comunicar algo honesto y la obligación de la rentabilidad. El cine ha sido durante muchos años un arte muy innovador precisamente por esa tensión. Si hay algo que detesto es esa idea de que algunas obras son muy oscuras, muy difíciles. Lo que ha distinguido siempre a los grandes creadores es que en realidad son muy asequibles.



-¿Qué le parecieron las declaraciones del ministro Montoro sobre el cine español?

-Yo creo que Montoro ha pedido disculpas por el disparate que dijo y hay que aceptárselas. Aquí hay una confusión muy grande y es que a la gente se le ha dicho que el cine es el único que recibe subvenciones o que somos todos comunistas cuando eso no es verdad. Es muy triste que desde organismos de poder se haya convertido al cine español en un lugar común sobre el que hablar mal. En los 60 y 70 autores como Fellini o Godard llenaban las salas y podían competir con el cine americano porque tenían el apoyo de los medios. Si a Chaplin le hubieran dicho que es un autor para minorías lo hubieran matado. Creo que el cine ha equivocado totalmente su modelo de negocio.