Amos Gitai
Amos Gitai (Haifa, 1950) lleva más de cuarenta años siendo uno de los cineastas de Israel más célebres en el mundo, si no el más, así como generando polémica en su propio país por su planteamiento crítico de la política de su gobierno. Como en el caso de otro gran artista hebreo, Amos Oz, que nos contó en su biografía la historia de Israel ligada a la de su propia familia, Gitai presenta en el Museo Reina Sofía una exposición que viene ser al mismo tiempo el retrato íntimo de una familia marcada por el Holocausto y la colonización de Palestina así como una mirada incisiva y clarificadora sobre un país pequeño perpetuamente expuesto a la atención mediática sobre el que todo el mundo tiene una opinión. Hijo de un prestigioso arquitecto y una mujer de izquierdas con ideas avanzadas para la época, hoy inaugura Las biografías de Amos Gitai en la que podemos ver, además de sus películas, una colección de sus cartas, manuscritos, fotografías, libros... para realizar un viaje íntimo por las raíces de un país en llamas. Eterno aspirante al León de Venecia y la Palma de Cannes, el cine de Gitai, formado por largos planos secuencias con un estilo a caballo entre lo occidental y lo oriental, ha versado casi siempre sobre el conflicto y ha dado títulos como La casa (1980), Diario de campo (1982), Esther (1985), Kipur (2000) o Carmel (2009), que podrán verse en un ciclo que organiza el museo.Pregunta.- Sus películas han tenido más repercusión en otros países de Europa que en España. ¿Cómo vive esta exposición en el Reina Sofía?
Respuesta.- Estoy muy conmovido. Me identifico con la visión de Manolo (Borja Villel) de que la cultura sea un agente activo. Ahora mismo toca celebrar y para mí la mejor noticia es que la semana que viene comienzo a rodar otra película. Para cualquier director, seguir rodando es la mejor noticia.
P.- En la exposición, sus recuerdos personales se ligan a la historia de su país.
R.- En mi caso, suceden de manera simultánea. Cuando yo nací, Israel era un Estado con apenas dos años de vida. En aquella época, para comer tenías que utilizar sellos de comida. Había una gente fascinante que llegaba de todas partes. Hay un homenaje a mi madre, una mujer intelectual y secular que soñaba con un Israel utópico. También honro la memoria de mi padre, que fue un gran arquitecto. Trabajó en la Bauhaus hasta que fue expulsado por los nazis. Se relacionó con Kandinsky o Paul Klee. Afortunadamente, fue expulsado de Alemania porque si no yo no existiría.
P.- La huella del Holocausto es inherente a la historia de Israel.
R.- En mi película Lullaby to My Father (2011) conté la historia de la expulsión de mi padre de Alemania. Sucedió todo muy rápido, Goebbels prohibió la Bauhaus por "traición al pueblo alemán", al poco Hitler aprobaba la ley racial y mi padre era expulsado. El nazismo está profundamente relacionado con mi propia historia personal. Cuando se habla de Israel muchas veces se hace sobre lo que ha pasado hoy o lo que pasó ayer, pero para comprender a fondo el país uno debe mirar atrás.
P.- Toda su obra está muy relacionada con el conflicto.
R.- Es un problema lleno de capas. Mi cine ha tenido algo de notario de una situación, ha sido un honor poder captar todos estos testimonios y esta experiencia. Es algo sobre lo que necesito hablar, que necesito reflejar, y el cine ha sido mi lenguaje. La historia de Israel es conmovedora y perturbardora a la vez, nunca puede dejarte indiferente y eso la hace fascinante.
P.- Da la impresión de que ese Israel utópico y socialista con el que soñaba su madre está lejos de la realidad del país.
R.- Mi madre tenía una visión totalmente idealista de la formación de una nueva sociedad. Fue algo que compartía mucha gente y que nunca prosperó pero sí está en las raíces de Israel. Ese proyecto inicial de una sociedad igualitaria quedó truncado cuando tomaron la primacía elementos religiosos y nacionalistas que desvirtuaron ese sentido y son el verdadero problema.
P.- En España la gente tradicionalmente es propalestina, ¿cree que su obra puede darles otra visión?
R.- Lo interesante es que los españoles verán otros ángulos como la arquitectura o el cine de Israel. Lo peor son las visiones herméticas. La gente tiene derecho a tener una posición crítica con Israel pero antes de opinar creo que debes conocer la historia.
P.- Usted participó en la guerra del Yom Kipur (1973) y siempre ha renegado del belicismo.
R.- En mi generación soñábamos con hacer realidad nuestros sueños y nos encontramos con que siendo estudiantes teníamos que irnos a la guerra a matar y herir a gente, algo que atentaba contra mis principios. En esa época estudiaba arquitectura y después de esa experiencia sentí que la arquitectura era un medio demasiado formal para expresar lo que sentía. Fue entonces cuando descubrí el cine.
P.- Su planteamiento crítico del trato que da Israel a los palestinos le obligó al exilio en Francia en 1982 después de que Diario de campo, sobre la guerra del Líbano fuera censurada. ¿Siente que el país está más preparado para otras visiones?
R.- Era difícil cuando empecé y en la época de Isaac Rabin (finales de los 70 y mediados de los 90) la situación mejoró sensiblemente. De todos modos, ha sido una lucha permanente. Ahora mismo parece que estamos volviendo atrás pero no debemos estar intimidados. Hay que mantener la mente abierta y estar siempre dispuesto al diálogo con todos.
P.- Hay quien opina que la situación no tiene remedio y una vez terminados los atentados en Israel el asunto está solucionado. ¿Cree que se mantendrá eternamente el actual estatus quo?
R.- Lo mismo se decía en la época de la guerra del Yom Kipur y mire lo que pasó. Hay que estar siempre alerta porque puede dar la impresión de que todo está muy tranquilo y en cualquier momento puede estallar. La gente que dice que nunca se solucionará me resulta terrible, es muy destructivo. Estamos obligados moralmente a seguir luchando por la paz, es algo a lo que jamás podemos renunciar.
P.- ¿Cree que el cine puede contribuir a esa paz?
R.- El cine no cambia la realidad directamente pero sí puede plantear las preguntas necesarias. Una película tiene la obligación de hacer pensar a la gente.
P.- En su última película, Ana Arabia, plantea un barrio en el que conviven árabes y judíos con normalidad, ¿veremos alguna vez esa reconciliación?
R.- Eso ya existe. Por una parte hay un conflicto político pero también está el día a día en el que unos y otros tenemos que convivir y convivimos. Veo entre los jóvenes signos esperanzadores cuando los veo juntos, cada vez compartimos más cosas.