Raúl de la Fuente se presenta como uno de los valores a tener en cuenta en el panorama cinematográfico español en los próximos años por dos motivos. En primer lugar, el domingo puede llevarse el Goya a mejor corto documental por su pieza Minerita, un valiente retrato de las penurias que sufren las mujeres que viven en el entorno de la mina del Cerro Rico de Potosí en Bolivia a 4.702 metros de altitud. Y en segundo lugar, por el proyecto en el que trabaja en este momento, la adaptación de Un día más con vida de Ryszard Kapuscinski a la gran pantalla, de la que ha mostrado sus tres primeros minutos a El Cultural. Un trabajo que mezcla animación con imagen real y que ha contado con el apoyo de Eurimages, fondo de apoyo a la cinematografía del Consejo de Europa.
- ¿Cómo les llegó esta historia que cuentan en Minerita?
- Leí un reportaje de los periodistas vascos Ander Izagirre y Dani Burgui sobre trabajo infantil en minas del Cerro Rico de Potosí (Bolivia) que llamó muchísimo mi atención. Era una de esas historias de las que te enamoras a primera vista. Y quizás lo más importante: enseguida la imaginé en formato cinematográfico. Amaia Remírez (productora de Minerita y de la compañía cinematográfica Kanaki Films) y yo hablamos con ellos y nos contaron un montón de detalles, nos facilitaron documentación y contactos en las minas. Fue una ayuda inmensa. En esas charlas vimos que el documental Minerita, a diferencia del reportaje periodístico, no trataría sobre trabajo infantil.
- ¿Cómo fue la experiencia de rodar en Bolivia?
- El Cerro Rico de Potosí está a 4.702 metros de altura. Y sí, la altura nos jugó una muy mala pasada. Nada más llegar, uno de los integrantes del equipo sufrió un grave colapso y estuvo a punto de morir. Afortunadamente, salió con vida pero ya sólo quedábamos dos miembros del equipo: el sonidista, Axel O´Mill y yo. Contamos con el apoyo de CEPROMIN, el sindicato minero, que nos ayudó en la búsqueda de nuestras mujeres protagonistas. El Cerro es un lugar muy violento, la policía no se atreve a subir allí. Es un territorios sin ley. Nosotros filmábamos con mujeres que denuncian los abusos sexuales y malos tratos que les infligen los mineros. Era complicado, ellos se mostraban muy descontentos con nuestra presencia, por lo que tratamos de que no nos vieran con las protagonistas. Por todas estas razones fue un rodaje bastante tenso, quizás el más peligroso en el que haya participado.
- ¿Pasaron miedo rodando en la destartalada mina?
- Bastante. Hace ya casi 30 años que el estado boliviano no tiene control sobre estas minas. Muchos de ellos perdieron sus trabajos en 1985 y se dedicaron a saquear las instalaciones para robar y vender el material. Se llevaron raíles, vagonetas, cables, todo lo que pudieron. Estas galerías se encuentran en un estado lamentable, no hay mantenimiento ni seguridad. Los propios mineros se agrupan en "cooperativas" y alquilan y excavan unas galerías con vigas podridas, destartaladas, a punto de derrumbarse. De hecho, mientras estábamos en el Cerro murieron dos mineros, por un escape de gas. Es como un gran queso gruyer que domina la ciudad de Potosí, es majestuoso, magnético, por su forma y por el miedo que genera a los potosinos. Su historia es la de un gran cementerio. El Cerro cubre los cuerpos de miles de mineros.
- ¿Por qué emplear el punto de vista de tres mujeres?
- Nuestras protagonistas son mujeres (algunas casi niñas) que llegaron aquí desde las provincias del interior de Bolivia en busca de trabajo. Sus maridos comienza a trabajar como minero, pero la esperanza de vida de un minero es muy corta: unos 45 o 50 años. Cuando estas mujeres enviudan, tienen que trabajar en la mina o sus alrededores. Son el útimo eslabón de la cadena laboral, cobran unos 40 euros al mes por realizar diferentes trabajos. Son guardianas: cuidan en sus casas las herramientas de los mineros. También buscan entre el descarte de mineral que tiran los mineros, para tratar de encontrar algo que puedan vender, acarrean carretillas de un lugar a otro...
- Pero la mina no es lo más peligroso para estas mujeres...
- La vida de los mineros, de los hombres, es durísima. La montaña que devora hombres, le dicen. Aunque nosotros decíamos que es la montaña que devora mujeres. Ellas están expuestas 24 horas al día a las agresiones de los mineros. Estas mujeres valientes se defienden de los agresores con dinamita. Por la noche, cuando ladran los perros, salen con cartuchos a la puerta de su caseta y la lanzan. De día, Ivone, de 16 años, nos contaba que siempre camina con una piedra en la mano. Ella nos contaba: "Con miedo siempre duermo en la noche. Pensando que va a pasar algo, o que va a entrar un ratero. Cada noche para dormirme tengo que rezar. Así, con miedo siempre."
- Por momentos parece una película de terror o una pesadilla. ¿Cómo se enfrentó al material en la sala de montaje?
- Yo personalmente viví el rodaje en un estado casi de shock. Afronté el montaje nada más volver de Bolivia. Quería transmitir la dureza de las vidas de nuestras protagonistas, que el espectador se sintiera dentro de la mina, que sufriera claustrofobia. La escena final es un viaje a lo más hondo del Cerro pero sobre todo, es una inmersión en la mente de Abigail, en sus miedos y fantasmas. Abigail contaba historias aterredoras, un bebé muerto y enterrado que les perseguía. Cuando terminé el montaje de Minerita me sentí muy satisfecho, creo que es mi mejor trabajo y le tengo un cariño muy especial. Por ello estoy muy orgulloso de la acogida que está teniendo. Además, es importante visibilizar esta problemática, para que, ojalá, algún día no exista.
- ¿Qué importancia le concede al hecho de haber sido nominado al Goya a mejor corto documental?
- Estoy muy contento, he dirigido dos cortos, Minerita y Virgen Negra y ambos han sido nominados. Con eso me quedo.
- Hemos podido ver algunas imágenes de Un día más con vida y nos han llamado mucho la atención. ¿Qué nos puedes contar de este proyecto?
- Es mi gran sueño cinematográfico y también el de mi socia, Amaia Remírez, productora de esta película y de la compañía cinematográfica Kanaki Films. Prefiero no anticipar nada, ya habrá tiempo. Sólo la primera escena de la peli, que la podéis ver aquí mismo.
- ¿Cómo lograsteis el apoyo de Euroimages?
- Un día más con vida es un proyecto muy ambicioso, una coproducción entre España, Polonia, Bélgica y Alemania. Ha tenido una fase de desarrollo y preproducción larga y muy elaborada. Creo que nos presentamos a Eurimages en el momento oportuno, después de haber conseguido gran parte de la financiación del proyecto, con un guión sólido y un teaser que muestra claramente cómo será Un día más con vida.