Matt Damon y George Clooney en un fotograma de Monument´s Men.

La proyección de Monument´s Men finaliza con una sonora pitada | Las escenas censuradas de Nymphomaniac de Von Trier aportan poco al conjunto | Tibio Ira Sachs y triunfo de Adam Csazi con A Land of Storm

Nadie es perfecto. Ni siquiera George Clooney, y eso que lo parece. El astro presentó en Berlín Monument's Men, su último trabajo como director, y se llevó una pitada importante. La película cuenta la historia de una unidad del ejército estadounidense encargada de rescatar las obras de arte que los nazis iban robando por Europa. Clooney ha llamado a sus amigotes (Matt Damon, Cate Blanchet, Bill Murray...) para contar una historia que le toca de cerca y da la impresión de que se lo pasaron tan bien que se les olvidó hacer la película. Monument's Men quiere tener un tono cercano a la serie B y recuperar ese espíritu bienhumorado de películas como M.A.S.H.. El problema es que la masacre nazi fue un asunto bastante serio y aunque ya sabemos que Clooney y sus amigos son lo más guay del universo, de vez en cuando con ser guay no basta. Monument's Men quiere ser simpática y es frívola, pretende ser ligera y es casi ofensiva en su liviandad. Para colmo, la voz en off del propio Clooney recordándonos que el arte es lo más importante y la cultura salvará al mundo, cosa que dice no sé cuántas veces, solo consigue que odiemos más una película que se ve como el capricho de un rico.



Lars Von Trier ha sido otro de los protagonistas y no se acaba de entender muy bien por qué su Nymphomaniac tiene más capítulos que Santa Barbara. En Berlín ha presentado la edición sin censuras del filme, y como no he visto la versión no censurada no tengo muy claro si la única diferencia es que ahora vemos penes erectos y felaciones en todo su esplendor. Si es así, tampoco es ganar mucho porque esas escenas, que tampoco son tantas ni tan escandalosas, tampoco aportan demasiado a una película muy literaria y muy bien rodada (¡faltaba más!) a la que la polémica perjudica mucho más de lo que beneficia. No sé muy bien de qué va Nymphomaniac y a ratos me aburre y a ratos me fascina. Es una película muy irregular en la que los logros (la visita de la mujer despechada al piso de la amante que le ha robado el marido) se solapan con escenas eternas (los ligues de tren) en un conjunto muy descompensado que muchas veces más que polémico o escandaloso da la impresión de ser pueril.



Ira Sachs triunfó el año pasado con Keep the Lights On, el relato autobiográfico de un romance torturado, y su nuevo filme, Love Is Strange, está envuelto en un aura de prestigio (Alfred Molina y John Lightow la protagonizan) que al final acaba siendo más malo que bueno. Cuenta la historia de unos señores mayores que se casan y a resultas de eso uno de ellos, el único en activo, es despedido de la escuela católica para la que trabaja. Se quedan sin dinero y lo más incomprensible es que también sin casa y Love Is Strange nos cuenta lo que les pasa cuando se instalan en sendos apartamentos de unos amigos para superar la crisis. Hay cosas buenas en la película, Sachs no es un director cualquiera y alrededor de esa pareja logra crear una galería de personajes reconocibles y muy bien dibujados como el del adolescente furioso o la escritora con buen corazón, pero uno nunca se acaba de creer una historia que pretende emocionar en cada uno de sus fotogramas y más bien lo deja a uno frío.



Un festival como el de Berlín cobra todo su sentido cuando sirve como plataforma de lanzamiento de películas destinadas a ser importantes de las que nada se sabía. A Land of Storms, del húngaro Adam Csaszi, se ha convertido en la sorpresa del certamen y sus amplias ventas internacionales pueden convertir a este drama en un gran éxito del cine europeo. Como una suerte de Brokeback Mountain en versión países del Este, A Land of Storms cuenta el desgarrado y trágico destino de una pareja de homosexuales que deben luchar, en plena campiña húngara, contra los prejuicios pagando un precio muy alto por ello. Lo mejor de A Land of Storms es su ambición, quiere ser una película "grande" en un mundo dominado por películas "pequeñas" y logra emocionar hondamente precisamente por la grandeza de los sentimientos que vemos en pantalla y un sabio clasicismo que se apoya en una dirección que por momentos se acerca a la maestría. Relato universal de un amor imposible lastrado por el miedo y la intolerancia, A Land of Storms es una película extraordinaria.



Stuart Murdoch, el ínclito líder de la banda escocesa de indie pop Belle and Sebastian, es un viejo conocido del lugar y la expectación era alta para ver su primera película como director, God Save the Girl, para la que ha compuesto algunas de las mejores canciones de su extraordinaria trayectoria. La película traslada al cine el universo hipster de la banda con notable éxito y aunque la dirección de Murdoch muchas veces es balbuceante y demasiado elemental, cuenta bien la historia que quiere contar, la de una chica con problemas psicológicos incapaz de valorar lo que la vida ofrece. Es una fantasía indie en el sentido amplio de la palabra porque lo que vemos es precisamente a unos personajes que son víctima de eso. Lo mejor, sin duda, las preciosas canciones de Murdoch en un filme que mejora cuando cantan.



Ha habido más sorpresas. La mexicana Gúeros de Alonso Ruizpalacios cuenta el deambular de unos universitarios ociosos por una Ciudad de México casi apocalíptica marcada por la huelga de los estudiantes y la violencia. Lo mejor de Güeros es que logra captar ese estado de indolencia de la juventud en el que el tiempo parece eterno. Hay momentos extraordinarios como la visita a la universidad o ese quiebro metanarrativo que desconcierta y añade profundidad a una película muy bien interpretada y más inteligente de lo que puede parecer a primera vista con ese aire camp y poco pretencioso.