J.C. Chandor

Fue una de las sorpresas más estimulantes de Cannes. J.C. Chandor, el director del thriller financiero Margin Call, presentaba un filme con un solo protagonista, Robert Redford. Una película sin diálogos, una crónica de supervivencia tan extrema como realista. Cuando todo está perdido propone una experiencia cinemática inolvidable, al tiempo que, como explica el propio Chandor, se ofrece como metáfora de la crisis.

"Escuchas el sonido del agua sobre negro. Un golpe sordo y el estrépito de un BANG. Un hombre se levanta y el agua entra a raudales en el barco...". J. C. Chandor (Nueva Jersey, 1973) recita de memoria las primeras líneas del guión de Cuando todo está perdido. Un guion sin diálogos, descriptivo, sobre un hombre solo, un náufrago en un velero que se hunde. "Es sobre un hombre despidiéndose de sus seres queridos -explica Chandor-. Lo primero que escribí fue la carta de despedida. Creo que sabía que estaba en un barco, pero no tenía decidido qué iba a pasar...". La despedida es también una disculpa: "Lo siento. He tratado de ser honesto, de ser fuerte, de ser amable, he tratado de amar, de ser justo... pero no lo he sido".



Del guion de apenas 39 páginas a su estreno en el Festival de Cannes -"De lejos, la proyección más espectacular de mi vida"- pasando por Sundance. Allí es donde Chandor, que presentaba su debut, el thriller financiero Margin Call, tuvo la iluminación: Robert Redford. "Reunió a los directores que competíamos en una sala muy grande... Éramos una doscientas personas -recuerda-. Desde donde estaba sentado no podía oírle, y entonces imaginé cómo sería una película con Redford pero sin la posibilidad de escucharle, quitándole su herramienta más divina y reconocible, que es su voz".



-Un poco como en Las aventuras de Jeremiah Johnson (1972), ¿tenía esa película en mente?

-No, cuando escribí el guion no pensé en ella, pero luego, precisamente en Sundance, sí lo hice. Cuando Redford hizo de Jeremiah Johnson estaba en lo más alto de su carrera, y si entonces, con todas las ofertas que tendría, escogió precisamente ese filme, por qué no haría lo mismo con Cuando todo está perdido. Yo soy muy práctico, y pensé que creativamente podía interesarle mi película, así que dos semanas después de Sundance le envié el guion y cuatro días después me llamó y dijo que sí. Creo que le gustó la idea de que le pusiera contra las cuerdas.



-El rodaje es de suponer que también fue un enorme desafío para usted como cineasta...

-De mi primera película aprendí que las historias pueden ser también conceptos, y que eso puedo forzarte a tomar soluciones más creativas. Con Margin Call sabía que tendría muy poco presupuesto, así que trabajé con el concepto de Doce hombres sin piedad, es decir, varias personas en una habitación. El 90% de lo que rodé era en un edificio. Y aquí todo se ha rodado en un barco que va siendo devorado por el océano.



-El filme propone una experiencia sensorial. No es la clase de película que se deba ver fuera de una sala de cine. ¿Era esa una de sus intenciones?

-Sí, totalmente. La película está diseñada en esos términos. Para ser una producción independiente fue razonablemente alta, nos gastamos unos 10 millones de dólares, y se invirtieron para que el espectador realmente estuviera inmerso en la historia. En Margin Call aprendí mucho, pero estaba más basado en las interpretaciones y en la ejecución, y en esta película quería proponer una experiencia cinematográfica.



-Adopta un estilo casi documental, muy riguroso...

-Quería narrar un relato de supervivencia en términos muy básicos, y eso exigía que el espectador también sintiera la precariedad y la angustia del naufragio. Un director puede llenar la historia de recursos narrativos que amplíen el relato, como la voz en off, imágenes de archivo, flashbacks... Pero yo no quería salir del barco, me aferré a la idea de que si el personaje no hablaba una sola palabra, la película podría evocar realmente su situación de angustia en términos realistas.





Robert Refdford, el único actor en Todo está perdido, de J.C. Chandor



-No sabemos nada del protagonista ("Nuestro Hombre" en los créditos), podría ser un ladrón o un asesino. ¿Tenía miedo de que el espectador no sintonizara con un personaje del que no sabe nada?

-Ahí es donde un actor del carisma de Robert Redford aporta todo lo que representa en el cine. Y por otro lado, le di mucha importancia a la carta que escribe. Llegué a la conclusión de que si yo necesitaba esa carta de despedida para verme arrastrado por la historia, el espectador también la iba a necesitar. Aparte de esa nota, el tipo no habla en el resto de la película, y la intención es que a través de ella comprendamos que no es un desalmado. Aunque no exista información concreta, al final de la película creo que sí sabemos cómo es por dentro. Es un tipo que no se rinde nunca, que es inteligente, solitario, que no muestra sus emociones porque probablemente tiene miedo de que si lo hace no podrá recuperarse. Sabemos que es un tipo que tiene cosas de las que arrepentirse pero que también tiene amor. Sabemos lo más importante en su vida.



-Sabemos también que es un hombre rico, quizá un broker...

-Sí, jajaja, es posible. Es intencionado dar la sensación de que es un tipo acomodado, pero no obscenamente rico. El barco es del mismo valor que un coche de lujo, unos treinta mil dólares, así que el barco representa a alguien que tiene dinero y se permite ciertos lujos. No hay duda de que representa a cierta clase social. Yo no diría que pertenece a ese 1% que acumula casi toda la riqueza mundial, pero sí pertenece el 10%, para que nos entendamos.



-En un sentido metafórico, la película puede estar hablándonos de la crisis financiera, como Margin Call. El título es muy apropiado. ¿La pensó en esos términos?

-Desde luego nos habla de ahora, de este momento. La tecnología con la que está equipado el barco es la de hoy, y todos los dispositivos van fallando. Así que entiendo que la película se pueda leer como otra suerte de descripción del colapso económico. El personaje representa a esa generación que ha vivido en el exceso durante décadas y que en los últimos cinco años ha visto cómo las estructuras que le han sostenido se han desplomado.



-Quizá es sobreinterpretar la película, pero también está el hecho de que el hundimiento del barco lo provoca su colisión con un container asiático...

-(Pausa) Mire, hay un "huevo de pascua" en el filme. Esto no se lo he contado a nadie... En determinado momento, podemos ver unos papeles flotando en el agua, que de hecho son informes financieros. Y la cabecera de esos folios es el logo del banco de Margin Call. A partir de ahí, puede interpretar lo que considere. Puede que el tipo trabaje en ese banco, o sea uno más de los inversores que fueron estafados. Lo dejo a su libre elección. Para mí es un hombre con la única determinación de sobrevivir.