Escena de Black Coal, Thin Ice

Alfred Hitchcock nunca ganó el Oscar al mejor director, Ciudadano Kane no ganó tampoco la estatuilla y el año en el que Hable con ella ganó en Hollywood al mejor guión la Academia española mandó otra película, que no fue nominada, como candidata. Los premios muchas veces se olvidan de lo mejor para quedarse con lo simplemente bueno y la historia está llena de ejemplos, es como si a la verdadera grandeza fuera mejor obviarla porque se basta por sí misma y "solo falta" encima premiarla. Los jurados son en realidad su presidente y rastreando la biografía de James Schamus, presidente del de este año en la Berlinale, se podía intuir que estos iban a ser unos premios asiáticos. Aunque estadounidense, al productor de Ang Lee le ha podido más su filia por lo asiático que su nacionalidad de origen y la pifia no se ha hecho esperar. Boyhood es una obra maestra y de hecho, la ganadora del Oso de Oro, Black Coal, Thin Ice, no apareció en mi crónica porque coincidió en la misma jornada con esa película y me parecía que no tenía mucho sentido robar siquiera un poco de protagonismo a una joya cinematográfica como se ven muy pocas. Muchos otros cronistas hicieron lo mismo.



Pero ha ganado Black Coal, Thin Ice, del director chino Diao Yinan, y aunque el escándalo no es tan grande como cuando en 2005 ganó la sudafricana U-Carmen e-Kayelitsha, película tan mala que no se ha distribuido en casi ningún lugar del mundo pese a haber ganado en Berlín, Black Coal, Thin Ice pasará más a la historia como la película que injustamente arrebató el premio a Boyhood que como la ganadora. Una de esas anécdotas como las que comienzan esta crónica que tanto nos gustan a los periodistas (¡y Meryl Streep ha perdido el Oscar más veces que nadie!).



Dicho esto, Black Coal, Thin Ice ("carbón oscuro, hielo fino") se parece bastante a su título. No es que la película no me gustara, es que me dio un poco igual. Es un homenaje al cine negro americano partiendo de una estética casi postapocalíptica marcada por la nieve y los colores somrbríos. El director sigue la estela de la totémica Seven de David Fincher para crear una atmósfera desasosegante en la que se ofrece una visión espantosa de esa China industrial de provincias en la que lo más cerca de la belleza que se puede estar es en un club iluminado con neones. El protagonista, también ganador del Oso de Plata al mejor actor, Liao Fan, es un émulo claro de Robert Mitchum o Humphrey Bogart, un ex policía traumatizado por un crimen no resuelto que resuelve a base de alcohol y cinismo su falta de perspectivas.



Siguiendo el patrón clásico, hay una mujer fatal, principal sospechosa de unos crímenes que se repiten misteriosamente y de la que el detective cae enamorado. Épica de un fatalismo romántico, Black Coal, Thin Ice se enreda en una trama complicadísima e interminable, el giro del final es sencillamente incomprensible e incluso muy pesado, para acabar mareando más que convenciendo y lo mejor acaba siendo esa ambientación de una China desoladora muy lejos del progreso chino del que se habla y muy cerca probablemente de la realidad. Es, en suma, un premio excesivo para una película llamativa pero del montón.



Richard Linklater ha ganado como mejor director por Boyhood y la alemana Kreuzweg el premio al mejor guión. Kreuzweg está estructurada en catorce escenas basadas en sensacionales diálogos que reproducen la tragedia de una adolescente víctima de unos padres fanáticos religiosos. Eran las dos películas favoritas y son premios que suenan a consolación. Ha habido más. El gran Hotel Budapest, que quizá por su condición de película graciosa y chispeante parecía estar condenado a estar fuera del palmarés se ha llevado el Premio Especial del Jurado en lo que sí es un acierto. De hecho, la película de Wes Anderson ha ennoblecido una sección oficial en la que ha habido algunas cosas buenas (la película sobre el IRA 71, Two Men in Town de Bouchareb), algunas prometedoras (la alemana Jack, la china No Man's Land) y algunos desastres (Praia do Futuro, In Between Worlds, La bella y la bestia, Blind Massage). Sin duda, los críticos y el público recordarán esta edición como aquella en la que vieron Boyhood por primera vez.



Por lo demás, el premio Alfred Bauer a las "nuevas perspectivas" de Alain Resnais no es un absurdo en sí mismo (¿por qué demonios un señor no puede abrir nuevas perspectivas a los 91 años?) pero sí lo es por que Aimer, boire, chanter, una comedia ligera sobre un grupo de burgueses tristes por la anunciada muerte de un amigo, es una película bastante tonta que ha ganado el FIPRESCI, ese premio que inequívocamente premia películas "modernas". La mejor actriz para el jurado ha sido la japonesa Haru Kuroki por The Little House, de Yoji Yamada, una película sensible y correcta pero que tampoco justifica una Berlinale. El premio a la mejor fotografía ha sido para Blind Massage, sobre la tradición china de los masajistas ciegos. Es un filme con la extraña cualidad de no gustar a nadie.