Judi Dench y Steve Coogan en una escena de Philomena

El terror que impusieron algunos conventos en Irlanda lo vimos ya en aquella espléndida Las hermanas de la Magdalena con la que Peter Mullan ganó el León de Oro en Venecia. Una etapa de secretos y mentiras con bebés robados de por medio que también está de plena actualidad en España. Philomena, película de Stephen Frears (Leicester, Inglaterra, 1941) basada en una historia real, aborda un tema de entrada tan esencialmente melodramático como los hijos desaparecidos, secretos o reaparecidos tan habitual de los culebrones. Hace poco, Rodrigo García nos entregaba una película sensacional con mimbres parecidos, Madres e hijas, demostrando que una cosa es que determinados asuntos sean de interés prioritario de soap opera y otra que no se pueda hablar de lo mismo y hacerlo bien.



Con gran sencillez, Philomena es sobre todo un homenaje a la Philomena del título, interpretada de manera maravillosa por Judi Dench. Esa mujer que no sabía "ni dónde estaba el clítoris" cuyo hijo fue extirpado de sus entrañas para ser vendido a unos americanos ricos y lleva toda la vida buscando. Su compañero en la aventura es Steve Coogan, un periodista venido a menos pero con aires de gran intelectual que acaba colaborando con la desdichada madre sin mucha convicción en que eso sea verdadero periodismo. Por supuesto, lo es, como también es buen cine una película en la que Frears, cineasta de larga trayectoria que va desde Las amistades peligrosas a The Queen pasando por pequeños clásicos como Café irlandés, recupera su espíritu social en una película con reminiscencias a Ken Loach o Mike Leigh que conmueve profundamente.



Frears realiza una denuncia clara y durísima contra las prácticas de la Iglesia católica en Irlanda sin andarse por las ramas, un asunto de calado mayor en el mundo entero que lógicamente el cine tiene que tratar. Pero lo hace sin maniqueísmos ni apriorismos, y lo más delicioso del filme son las agudas e ingeniosas réplicas y contrarréplicas de un diálogo entre una mujer sencilla e inteligente, de una religiosidad en crisis pero firme y basada en valores necesarios, y las trampas de cierta petulancia atea representada por el periodista. Consiguiendo una refinada combinación entre drama y comedia, Judi Dench y Steve Coogan no dejan en ningún momento de representar al dúo cómico de toda la vida. Frears logra una película compleja intelectualmente que tiene la capacidad de llegar como un dardo al corazón de todo el mundo. Hermosa película Philomena.