Image: Semana de Cine de Medina del Campo: Rompiendo la hucha

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Semana de Cine de Medina del Campo: Rompiendo la hucha

Los cortometrajistas que presentan pieza en la Semana de Cine de Medina del Campo tienen que emplear sus ahorros para sacar adelante los proyectos

17 marzo, 2014 01:00

Una imagen de El paragüas de colores de Edu Cardoso con la actriz Natalia Millán

Hablamos con cinco prometedores directores sobre este asunto y la actualidad del corto: Tony Bestard, Edu Cardoso, Marta Díaz de Lope, Marc Riba y Irene Herranz.

La Semana de Cine de Medina del Campo, que se prolonga hasta el 22 de marzo, celebra una vez más (y ya van 27) la calidad del corto español, una modalidad que lleva años aguantando contra viento y marea las estrecheces económicas, que es low cost desde antes de que se inventara la etiqueta y que castiga el bolsillo de unos cineastas que, aunque demuestren su valía, tienen muy difícil el acceso a la industria cinematográfica.

Sin embargo, el panorama no encoge a unos directores que siguen realizando conquistas. La última pertenece a Esteban Crespo y su presencia como nominado en la pasada edición de los Oscar con Aquel no era yo. Un logro que reivindica el valor del corto como autentico patrimonio cultural de nuestro país. Medina del Campo lo ha demostrado en muchas ocasiones. Entre sus galardonados en pasadas ediciones están directores que son una realidad ya de la cinematografía española e internacional como Chapero Jackson, Luis Berdejo, Jorge Dorado o Daniel Sánchez Arévalo.

Para sondear este sufrido y reivindicable mundo, El Cultural se acerca a Medina del Campo para hablar con cinco prometedores cineastas que presentan corto en el festival: Tony Bestard, Edu Cardoso, Marta Díaz de Lope, Marc Riba y Irene Herranz.

Tony Bestard comenzó su andadura en el mundo del corto en 2002. Nueve años después, en 2011, consiguió materializar el sueño de rodar su primera película, El perfecto desconocido, nada menos que en compañía del mítico actor irlandés Colm Meaney. Sin embargo, el camino al mundo del largometraje ha sido para él de ida y vuelta. "No solo me ha pasado a mí", comenta Bestard. "Cuando fui al primer festival con Foley Artist me encontré con viejos amigos que también habían rodado su primer largo y volvían a presentarse con un corto. Es el reflejo de la situación actual pero lo importante es seguir contando historias sean pequeñas o largas".

Foley Artist es una historia de fascinación, muy a lo La ventana indiscreta aunque sin suspense y desde la perspectiva de un técnico de sonido, que habla sobre la soledad del creador, de la búsqueda de la inspiración y de fusionar cine y realidad (o viceversa). "Surgió de un taller de cine que impartí este verano", explica Bestard. "La idea era que los alumnos aprendieran trabajando en un rodaje profesional, así que decidí que yo mismo escribiría y dirigiría el corto, y ellos colaborarían en diferentes departamentos".

Para Bestard, que opina que estar presente en la Semana de Cine de Medina del Campo es "como si a un largo le seleccionaran en la Seminci", la etiqueta low cost, tan en boga en el cine actual, ha estado siempre asociada al corto. "Hemos tenido que levantar proyectos, pidiendo favores, sin cobrar, y buscando mecenas que te apoyaran. Quizás producir un largo ahora se parece más a cómo se han hecho siempre los cortometrajes", puntualiza el director.


Foley Artist de Toni Bestard

"No creo que el low cost sea un valor en sí mismo, sino una necesidad, que es diferente". Esta reflexión la aporta Edu Cardoso que presenta El paraguas de colores, un corto que versa sobre la violencia sexista y que estuvo nominado a los Goya 2014. "Nosotros hemos tenido ayudas públicas de la Comunidad de Madrid y del ICAA, sin las cuales no hubiera sido posible sacar el proyecto adelante", explica el cortometrajista. "También finalizamos con éxito una campaña de crowdfunding que representó el 10% del presupuesto final. Y por supuesto también invertimos nuestros ahorros personales".

Cardoso, que ya fue nominado en 2010 al Goya a mejor corto documental por En un lugar del cine y que desde 2003 conduce Cine Corto (programa de Radio Círculo dedicado en exclusiva al mundo del cortometraje), considera que muchas instituciones hablan de cine español sin tener en su imaginario esta modalidad. "Aún así hay que seguir luchando para que el cortometraje se dignifique en muchos ámbitos", comenta Cardoso. "Por ejemplo, lo de Esteban Crespo en los Oscar ha sido espectacular y confirma que el cortometraje español es una de las disciplinas culturales más exitosas fuera de España y que es CINE con mayúsculas".

Por su parte, Marta Díaz de Lope se estrena en el circuito de festivales con Y otro año perdices, su trabajo de fin de carrera en la ESCAC. "Hemos estado cuatro años haciendo cortos dentro de la escuela y a parte de los profesores o nuestras familias no tenían mucho más público", comenta Díaz de Lope. "Así que el hecho de ir a festivales y ver como los espectadores reaccionan a nuestro trabajo es algo nuevo para nosotros, muy gratificante e instructivo. Más cuando la acogida que está teniendo el corto es bastante buena".

Su pieza habla de la familia, de los roles que adoptamos dentro de ella y de cómo nos esforzamos, por encima de todo, en guardar las apariencias. Para sacarlo adelante tuvieron que utilizar tres vías de financiación. "La mayor aportación fue de la ESCAC, que nos daba una dotación fija a cada proyecto seleccionado", explica la directora. "Después cada jefe de departamento puso una parte más o menos en la medida de sus posibilidades. Y también hicimos un pequeño crowfunding, a través de la plataforma verkami".

Para Marc Riba y Anna Solannas la financiación del cortometraje animado Canis también fue como un puzzle. "Empezamos autofinanciandolo pero a finales de 2013 recibimos una subvención a corto realizado", explica Marc Riba. "Más tarde Canal Plus adquirió los derechos y ahora falta esperar que la trayectoria por los festivales dé sus frutos".


Canis de Marc Riba y Anna Solanas

Esta consolidada pareja del mundo del corto ha realizado siete piezas que suman más de mil selecciones en festivales de todo el mundo. "Nosotros también estudiamos en la ESCAC de Barcelona", relata el cortometrajista. "Nuestra formación fue básicamente de cine en imagen real pero entonces empezamos a darnos cuenta que la animación nos aportaba infinita libertad a la hora de crear historias". Esta percepción se convirtió rápidamente en una pasión que, a pesar de los dilatados tiempos de producción y el encarecimiento de los presupuestos, ha llevado a estos cineastas a continuar trabajando en esta vía.

Canis, que relata una lucha interna entre los instintos y la necesidad de socializar del ser humano, ha hecho posible una vez más la presencia de esta dupla en Medina del Campo. "Hoy por hoy, los principales escaparates que tenemos los cortometrajistas son los festivales y estar en la selección de Medina del Campo es un auténtico honor".

Irene Hernanz es otra de las novatas en el festival castellanoleonés y además una de las pocas directoras que comparecen en el certamen nacional (tan solo hay cinco mujeres al frente de alguna de las 28 piezas). Su corto se titula El bicho y habla de la malicia que puede llegar a albergar un ser humano. Para financiarlo utilizó, como ella la califica, la técnica del cerdito. "Así lo hago años tras año desde que empecé a autoproducirme. Esta vez contábamos con el apoyo de productora pero sigo tirando de bolsillo hasta que encuentre un mecenas o genio de la lámpara que tenga la suficiente fe en mi trabajo".

Herranz tiene experiencia en el mundo del largo como auxiliar de dirección en 2 francos 40 pesetas y como ayudante de dirección en Inconscientes de Paul Mateos. Sin embargo sus primeros pasos en el mundo del corto los dio en Alemania donde rodó Bis nächste Woche y el videoclip Waiting for a Healin. "Tienes muchas más facilidades para encontrar localizaciones en exteriores sin pagar una barbaridad", explica Hernanz. "En Berlín no tienes que pagar ni en la calle ni en los transportes públicos, solamente pedir los permisos. Para mí rodar en un tren o plantar un travelling en exteriores en un proyecto auto-producido sin gastarme lo que gastaría en Madrid, era maravilloso".

"Lo que se entiende ahora como cine low cost está afectando al corto, al largo y yo diría que a todo", explica la directora. "A nivel creativo, puede activar mucho a los equipos artísticos, pero lamentablemente influye a niveles económicos, dado que la gente empieza a pensar en el cine, formato largo o corto, como un hobby para personas adineradas, en la que o no hay equipos técnicos, o estos no cobran, y es una pena que se eche a perder o se valore tan poco una profesión como esta".