Olivier Dahan durante el rodaje de Grace de Mónaco.
Arranca el espectáculo de la cinefilia. El 67° Festival de Cannes se inaugura el día 14 con Grace de Mónaco, donde Nicole Kidman rescata el espíritu de Grace Kelly y cuyo director, Olivier Dahan, nos cuenta los detalles de la controvertida producción.
Situada en 1962, seis años después de la celebrada "Boda del Siglo", Grace de Mónaco, que todavía no se ha mostrado a la prensa, se anuncia como un retrato íntimo de un año en la vida de la icónica actriz y princesa mientras trata de armonizar su pasado y su presente, sus deseos y sus obligaciones, una vez casada con el Príncipe Raniero III (Tim Roth). "No he realizado un biopic -aclara Dahan-. No tenía ningún interés en contar toda la historia de Grace Kelly. Solo me centro en un pequeño segmento en el tiempo de su vida. El papel más difícil de intepretar para Grace fue el de la Princesa de Mónaco, y esa es en esencia la historia que cuento. La película es en el fondo sobre la relación de una pareja, y las enormes dificultades que atravesaron".
-Afirma en el dossier de prensa que el amor fue algo más que pasión para Grace Kelly, que se convirtió en una obligación. ¿Relata la historia desde un punto de vista realista, histórico, lejos de la imagen de cuento de hadas?
-Creo que los cuentos de hadas ya no existen, si es que han existido alguna vez. La historia que cuento tiene mucha oscuridad. Hay una fascinación y un apetito por las historias de realeza, debido principalmente a la prensa rosa y al ‘merchandising' que hay alrededor, pero en la película no tengo gran interés por mostrar toda esa fascinación alrededor del Principado de Mónaco, sino por investigar los deseos que se movían dentro de palacio, las personas que lo habitaban y sus relaciones. No me interesa la fachada del cuento de hadas. Quiero investigar relaciones complejas entre seres humanos. Si bien, el tercer personaje de la película es la realeza en sí misma, y todo lo que significa.
-Usted sí parece sentir una fascinación por mujeres artistas, que capturan el espíritu de una época. ¿Encuentra algo en común entre Edith Piaf y Grace Kelly?
-Como director, en Grace de Monaco confluyen varios temas que me fascinan, como el peso de la historia en las personas, y también el aura que rodea a ciertas mujeres. Para mí, el enlace entre ambas artistas, y por tanto entre mis dos películas, es que sus carreras son bastante opuestas. Edith Piaf siguió entregada a su vida de artista hasta el último aliento, no tuvo la oportunidad de retirarse, de abandonar, fue una lucha hasta el final. El caso de Grace Kelly es el opuesto. He tratado de estudiar cómo un artista puede abandonar, y qué significa eso en su vida. Grace dejó el mundo del cine al casarse con el príncipe Raniero, y no pudo desarrollar su carrera. De hecho, la película empieza con Alfred Hitchcok visitando el palacio para convencer a Grace de que protagonice su próximo trabajo, Marnie, que como todos sabemos al final fue Tipi Hedren quien interpretó el papel. ¿Qué paso para que Grace no aceptara?
El artista y la musa. Alfred Hitchcock y Grace Kelly formaron un inmortal binomio creativo. El director convirtió a la actriz llamada a ser princesa en su más preciada musa, en la mujer que representaba su ideal femenino: la diosa gélida y la mujer pasional. Fue la actriz que buscó durante toda su carrera -rodó cuatro películas con ella: Crimen perfecto, Encadenados, La ventana indiscreta y Atrapa a un ladrón-, la actriz a la que nunca fue capaz de sustituir cuando se convirtió en la princesa de Mónaco. Hitchcock lo dejó claro: tenía interés en Grace porque en ella "el sexo era indirecto". Al principio de Atrapa a un ladrón, fotografió a la actriz impasible, fría, con aire clásico, "muy guapa y muy glacial". Pero la niña rica, aparentemente distante y lánguida, se enciende como una llama cuando ve a Cary Grant salir de las aguas en bañador. "Si el sexo es demasiado llamativo y evidente, no hay suspense. El sexo no debe ostentarse", decía el autor de La ventana indiscreta, donde presentaba a la actriz acercando la cámara a su rostro como si quisiera besarla. Uno de esos instantes cinematográficos que nos han cortado la respiración.
Nicole Kidman en el rodaje de Grace de Mónaco.
-¿Escogió a Nicole Kidman por su gélida sensualidad?-Es uno de los factores, sin duda, pero sobre todo porque es la mejor actriz posible para resucitar su espíritu, su fragilidad y su belleza, su elegancia. Nicole ha afrontado el papel con un compromiso extraordinario, tanto con el proyecto en general, porque le gustó mucho el guion, como con su papel. Ella realmente quería hacerlo, siente una genuina comprensión hacia Grace Kelly. Me dijo en una ocasión que en algún punto de su vida ella se sintió como ella, en el sentido de tener un matrimonio con una gran personalidad, y de sentirse como un personaje secundario. Nicole comprendía perfectamente qué estaba pasando bajo la superficie de Grace, y quería investigarlo. Hizo un trabajo extraordinario. A mí no me gusta ensayar, pero sí hablamos mucho de su papel antes del filme, y por supuesto hicimos una importante investigación. Trabajó mucho en el acento de Grace, porque tenía un acento muy particular, difícil de imitar.
-¿Cómo se propuso retratar a Maria Callas, interpretada por Paz Vega?
-Maria Callas encarna el contraste con Grace Kelly. La Callas era una rebelde, nadie le podía decir lo que tenía que hacer, así que en la película no aparece tanto como una diva de la ópera, cantando, sino como una artista que se ofrece como ejemplo de lo que Grace podría ser. Y la interpretación de Paz Vega creo que es prodigiosa. Es algo complicado retratar a alguien que todo el mundo conoce, sobre todo cuando es una actriz también muy conocida, pero hemos cuidado mucho que el espectador trata de olvidar quiénes son las personas reales, tanto Grace como Nicole, la Callas y Paz Vega, y se deje llevar por la evolución de su personaje en la película, sin más.
-¿Cómo ha planteado la estética del filme en relación al cine de Hitchcock?
-La fotografía que he buscado con Eric Gautier es la de una película americana de los años 60, es decir: un cine elegante y sobrio, lleno de detalles. Así que en gran parte nos hemos basado más en la fotografía de las películas de Hitchcock que en la realidad. Las referencias de vestuario y de peluquería también están más inspiradas en su cine. He tratado de lograr una mezcla entre la realidad histórica y la fantasía cinematográfica.
-El filme tiene también una vertiente política, ¿no es así?
-Sí, transcurre a lo largo del año en que Francia trató de imponer impuestos a Monaco. El lado político de la película está ahí para reforzar el retrato íntimo de Grace. Ella se ve arrojada a otra crisis personal cuando la modernización de Móncao que emprende Rainero es advertida por el presidente francés, Charles de Gaulle, que trata de imponer impuestos a Mónaco y reclamara el Principado por la fuerza. Se desata una crisis internacional, que afecta no solo a la familia, sino al matrimonio y al país. Se convertirá en el momento en que un icono cinemático, una americana lejos de su país, tendrá que enfrentarse a una decisión muy difícil, que pasa incluso por transformar su identidad.
-¿Qué opina de la carrera como actriz de Grace Kelly?
-Solo hizo once películas, no son muchas. Mis preferidas son La ventana indiscreta y Solo ante el peligro, pero el cuerpo de trabajo que hizo es muy corto, en verdad no pudo desarrollarse como actriz. Creo que si hubiera continuado habría sido una figura mucha más importante.
-¿Qué reacciones espera de la película?
-Es muy difícil predecir. No espero ninguna reacción en concreto. Espero que la película pueda verse como la he concebido, es decir, con mucha compasión. No es una película agresiva, a pesar de toda la polémica que ha rodeado a la producción. Quiero que se vea la película como lo que es: la historia de una mujer que se debate entre el amor, su profesión y sus obligaciones, y cómo todo eso afectó profundamente a su vida.