Adieu au langage de Jean-Luc Godard
Y en competencia con la Grace de Oliver Dahan que abre el Festival, regresa Godard a La Croisette, junto a Cronenberg, Egoyan, Leigh, Kawase o los hermanos Dardenne.
Pero lo más inquietante (o quizás tampoco) puede ser la radiografía que ofrece el escaparate principal y competitivo del certamen, lleno como está de nombres bien conocidos, todos ellos incluidos en las quinielas que se barajaban con antelación (apenas ha habido margen para la sorpresa) y la mayoría habituales de la Croisette. Dicho de otro modo: ¿Se puede esperar algo realmente nuevo, a estas alturas, de cineastas como Ken Loach, David Cronenberg, Luc y Jean-Pierre Dardenne, Atom Egoyan, Mike Leigh, Nuri Bilge Ceylan, Olivier Assayas, André Techiné, Naomi Kawase, Zhang Yimou, Michel Haznavicius o incluso del siempre irreductible Jean-Luc Godard? Sí, claro, es cierto que todos no son iguales, que unos despiertan muchas más esperanzas que otros, pero también es verdad que son los "sospechosos habituales" de Cannes, a quienes se espera con la certeza de que sus nuevas obras tendrán siempre cosas interesantes, pero quizás también algo muy reconocible.
Quizás por esa percepción (que tiende a diagnosticar "más de lo mismo") se han escuchado ya voces agoreras que -de forma algo temeraria- se atreven a pronosticar esta edición como "la más floja de los últimos años", algo que en todo caso solo podrán refutar o respaldar las propias películas. Semejante percepción viene acentuada por una apertura harto sospechosa de chauvinismo (Grace de Monaco, de Olivier Dahan: una apuesta más que arriesgada, por mucho que sirva para colocar a Nicole Kidman y Tim Roth sobre la alfombra roja) y por la presencia de proyectos tan insólitos como es la biografía de Yves Saint Laurent (otra incógnita: ¿qué hace el siempre heterodoxo Bertrand Bonello filmando el biopic de un modisto chic y lujoso...?).
Maps to the stars de David Cronenberg.
A lo mejor para compensar tanto nombre previsible y tanta grandeur patriotera, se les ha buscado un hueco en la sección "Un Certain Regard" a cineastas siempre tan estimulantes como el argentino Lisandro Alonso (Jauja), la francesa Pascale Ferran (Bird People), la austriaca Jessica Hausner (Amor fou), el húngaro Kornél Mundruczó (White Dog), la actriz italiana Asia Argento (Incompresa) y el actor galo Mathieu Amalric (La Chambre bleue), encargados de liderar una selección paralela en la que abundan otros nombres mucho menos conocidos, aunque entre ellos aparezca el carismático actor Ryan Gosling (que debuta como realizador con Lost River) y el español Jaime Rosales (Hermosa juventud), que la estrenará el próximo 30 de mayo.Teniendo todo ello en cuenta, parece claro que el gran acontecimiento de Cannes 2014 será el inesperado regreso de Godard a la competición oficial, de la que estaba ausente desde hace décadas (¿oportunidad para darle, por fin, una Palma de Oro que nunca ha ganado...?), y además con un filme de setenta escuetos minutos y rodado en 3D que levanta una inusitada expectación (Adieu au langage). Así que la sombra de Godard está llamada a sobrevolar todo el festival, porque si su anunciada presencia personal en el certamen no fuera capaz, ya por sí sola, de galvanizar todas las miradas, sus imágenes estarán presentes también en uno de los episodios del filme colectivo Brigdes of Sarajevo.
Relatos salvajes
Y si de presencias inesperadas hablamos, habrá que tener en cuenta también la contribución del argentino Damián Szifron con Relatos salvajes, el ascenso del canadiense Xavier Dolan a la primera división (Mommy) o la segunda realización de la italiana Alice Rohrwacher (Le Meraviglie). Menor sorpresa supone la inclusión de Leviathan, quinto filme del ruso Andrey Zvyagintsev (ganador en Venecia con El regreso) y de Timbuktu, con la que el mauritano Abderrahmane Sissako accede por fin a la sección oficial, mientras que todos los demás nombres parecían anunciados de antemano.
Mr. Turner de Mike Leigh.
A nadie sorprenderá, de hecho, que Mike Leigh (realizador de Mr. Turner, un biopic del famoso pintor británico en el que lleva trabajando tres años y al que se espera con avidez) y Ken Loach (Jimmy's Hall, a la que no está claro si nadie espera) ostenten la representación británica. Y menos aún que sean David Cronenberg (Maps to the Stars, un filme que parece querer incendiar algunos imaginarios de Hollywood) y Atom Egoyan (Captives) quienes lideren la embajada canadiense en compañía de Dolan, el revoltoso benjamín de la competición, casi sesenta años más joven que Godard, el más viejo y, a la vez, el más vitalista dinosaurio del cine actual.Quedan, naturalmente, las apuestas siempre seguras que suponen los hermanos Dardenne (Deux jours, une nuit), Olivier Assayas (Sils María), Nuri Bilge Ceylan (Winter Sleep) y Naomi Kawase (Still the Water), mientras que la representación americana -a falta de alguna repesca- se antoja más bien descolorida a pesar del prometedor western de Tommy Lee Jones (The Homesman), acompañado por Foxcatcher, de Bennet Miller. Un jurado presidido por Jane Campion, en compañía de Willem Dafoe, Jia Zhang-ke, Sofia Coppola o Nicolas Winding Refn, entre otros, tendrá finalmente la palabra el próximo 25 de mayo.
De lo imprevisible a lo seguro
De alguna manera, y por fortuna, ha sido siempre así, pero Cannes es el territorio de lo imprevisible y de las sorpresas. Imprevisible era, por ejemplo, que la Quincena de los Realizadores pudiera programar la restauración de un venerable clásico del terror setentero, serrucho en mano, como es La matanza de Texas (Tobe Hooper, 1974). Inesperado era también que Bruno Dumont regresara a Cannes fuera de la sección oficial y que lo haga con una miniserie televisiva en cuatro capítulos de 52 minutos cada uno (P'tit Quinquin), y bastante extraño -si no algo sospechoso- es igualmente hallar en la otrora juvenil Quincena al muy veterano John Boorman con Queen and Country, continuación de los recuerdos de infancia que el propio realizador comenzó a desplegar en la hoy ya casi olvidada Esperanza y gloria (1987).Menos extraño, pero mucho más esperanzador, se presenta el reencuentro con el infatigable documentalista Frederick Wiseman, que regresa a la Quincena con National Gallery, una exhaustiva y penetrante radiografía del gran museo londinense a lo largo de tres largas y, con toda seguridad, apasionantes horas de minuciosa indagación en sus salas públicas y en sus tripas interiores. O el nuevo trabajo de la siempre atrevida Céline Sciamma (Bande de filles), un retrato de tres chicas adolescente enfrentadas a múltiples dificultades vitales. O la nueva propuesta del argentino Diego Lerman (Refugiado), que había estado ya antes en la Quincena con La mirada invisible (2010).
Por otra parte, y siempre atento a las pulsiones más urgentes del presente (lo que constituye una de sus más acusadas señas de identidad), el festival ha reservado también un hueco para presentar, entre las llamadas ‘Sesiones especiales' de la sección oficial, el nuevo documental de Sergei Loznitsa, cineasta bieloruso pero de formación ucraniana, que recoge en Maidan la reciente revuelta popular que acabó con el régimen del corrupto Yanúkovich. Así que habrá manjares para todos los gustos.