Roberto Andó.

Dos gemelos, uno secretario del partido socialista en Italia, serio, aburrido, totalmente dominado por un sistema que ni siquiera tiene fuerzas o ganas de oponerse, y otro filósofo, ácrata, sincero y valiente se intercambian los papeles cuando el primero siente un ataque súbito de melancolía justo cuando suenan los tambores de la campaña electoral. Toni Servillo, el actor de moda en España gracias al éxito de La gran belleza y sobre las tablas con la obra Voces desde el interior es el protagonista por partida doble de un filme, Viva la libertad, que surge de forma clara de la rabia y el descontento por lo que el director, Roberto Andó (Palermo, 1959) llama "el fin de la política" en una era de declive económico y cultural en Europa. Son muchas las metáforas que plantea un filme en el que tanto vemos una vibrante esperanza como un crudo realismo pesimista.



Pregunta.- La película está totalmente conectada con las dificultades económicas y políticas que se viven hoy de forma muy especial en el sur de Europa, ¿surge esta película de su frustración por la situación actual?

Respuesta.- Está basada en una novela que escribí ante una situación en la que en Italia había una resignación ante el declive, una incapacidad de la política para arreglar la situación. Es interesante hablar de un personaje como el secretario de un partido político que esta en el atardecer de su vida y se revela ante su fragilidad y su impotencia. Quería hacer una historia sobre la política relacionada con la vida, tratándola con cierta ligereza y optimismo. Un optimismo por cierto que es nuevo en mi obra.



P.- A pesar de esa ligereza el final es demoledor.

R.- El final es duro y no es el mismo que en el libro. La idea es subrayar la fragilidad del hombre poderoso de hoy porque están constantemente expuestos, cosa que antes no sucedía. Santiago Carrillo, por ejemplo, era un hombre muy misterioso del que apenas sabíamos nada. Hoy los políticos lo cuentan todo también porque tienen una soltura con los medios de comunicación y entonces están más expuestos. El hombre político siempre tiene un extraño dentro escondido, que a veces lo quiere ocultar. Nuestro protagonista sí quiere confrontarse con ese extraño que tiene dentro. Lo que vemos es que la diferencia entre ambos gemelos al principio está muy marcada y poco a poco se convierten en idénticos. No sabe descifrar reconocer delante suyo a quien está, si es el falso o el verdadero. Representa la tragedia de la política de hoy porque es ficción.



P.- Vemos una democracia formal en la que los políticos están sometidos a unos principios universales y un sistema muy fuerte que dicta sus propias reglas. ¿Significa esto el fin de la derecha y la izquierda?

R.- La política es un terreno ideal para poder hablar del fracaso que significa en cualquier vida el hecho de no tener un proyecto real sino centrarse en los matices. Este político no es un héroe, no propone nada, simplemente gestiona. Eso está destinado al fracaso en política y en la vida misma. Lo que está ocurriendo es que la política ha abandonado un terreno que era suyo, la cultura, y se ha convertido en pura administración. Hoy la diferencia entre izquierda y derecha es muy pequeña porque la administración es la misma. La ligereza en el tono es la posibilidad de decir algo que permite que las cosas sean posibles, decirlas.





Toni Servillo en una imagen de la película.



P.- Ese político deprimido que se siente inútil, toda una metáfora de su impotencia.

R.- Es una leyenda que el político se da solo a su oficio y no tiene una vida. En Italia desde la democracia cristiana se ha dado una segunda república en la que solo se ve una impotencia que ha creado un ámbito deprimente. En el libro de Javier Cercas Anatomía de un instante se habla de la neurosis de la política que es algo que a mí también me interesaba contar. Cuando los espectadores ven la película captan en seguida que trata sobre un cambio que es totalmente necesario. Es significativo que en Italia, el país de Maquiavelo donde contaba a los príncipes cómo conservar el poder ha tenido que hablar de un secretario de un partido que no quiere retenerlo sino huir de él.



P.- El gemelo rebelde, en su discurso antisistema, tiene puntos de contacto con el del populista Beppe Grillo, ese cómico que revolucionó la política italiana con su mensaje redentor. ¿Qué opinión tiene de él?

R.- La película se estrenó en Italia durante la última campaña electoral y tanto los de izquierdas como los del movimiento de Beppo Grillo se han reconocido en la película. Yo respeto a quien votó a Grillo pero no tengo el mismo respeto por él. Porque Grillo es una ficción, es la síntesis de lo que esta ocurriendo ahora en esta época postpolítica. Es un cómico que ha hecho de la red el lugar de la democracia pura y absoluta. Lo que no entiende es el consenso que ha tenido entre los votantes aun hoy cuando en el Congreso no ha hecho nada de lo que prometía. Lo que sí representa es el fin de la política entendida como un lugar parlamentario cuando el lugar de la política es el parlamento. En Grillo al final se ve un aspecto de derechas que está más relacionado con Marine Le Pen, es puro populismo.



P.- Es sin duda un momento propicio para que surjan personajes mesiánicos que se impulsen en el descontento social.

R.- Todos en un momento dado estamos cansados de nosotros mismos en nuestra vida, no estamos satisfechos de lo que hemos conseguido, queremos ser otro. Los dos personajes se intercambian los papeles para crear un desorden que es como otro orden. Sucede como en las tragedias shakespearianas, en un paisaje previsible surge un descontento. Hoy mismo la única persona que en este paisaje previsible en el que vivimos es una figura única y no está prevista es el Papa. En un momento en el que en Italia no pudo haber un consenso para elegir a un sustituto a Napolitano en la Iglesia surgio esta figura nueva del Papa que era un outsider y ha adoptado un lenguaje diferente. La Iglesia ha conseguido hacer algo que la política ha sido incapaz de hacer. Es revolucionario que ponga el acento en el principio de ama al prójimo como a ti mismo, algo que ha desaparecido de la política en esa división artificial que ha creado con la vida.



P.- Hay un homenaje a Fellini cuando aparece en imágenes históricas denunciando los cortes publicitarios de las películas que comenzaron con Berlusconi.

R.- Fellini aparece como representante del cine clásico italiano en un momento que Berlusconi como empresario estaba invadiendo Italia con sus televisiones. Fellini estaba considerado como un director de cine no comprometido, no de izquierdas, y sin embargo fue el único que se opuso de verdad a esta medida. Siempre me ha gustado mucho esa frase suya de que si el Papa permite publicidad en sus misas él también en sus películas. Eso nos da un aviso claro en cuanto que no hay que dejar que nos escupan a la cara, que nos abofeteen. El cine clásico italiano ha sido arrinconado en Italia para no convertirlo en peligroso. Y hoy volvemos a ver una voz reconocible del cine italiano después de años de ostracismo.