El director francés, tras alzarse con la Palma de Oro por La clase en 2008, continúa explorando el universo adolescente y las dinámicas de grupo en la impactante Foxfire.
Ganador de la Palma de Oro por aquella sensacional La clase (2008) en la que retrataba a un grupo de alumnos de instituto de la periferia parisina, Laurent Cantet (Melle, 1961) continúa explorando el universo adolescente y las dinámicas de grupo en la impactante Foxfire, donde viaja a Estados Unidos para reflejar la deriva violenta de un grupo de chicas comunistas y feministas que se oponen en los años 50 a una sociedad machista plagada de convenciones. Basándose en una novela de Joyce Carol Oates, Cantet rueda muy cerca de las emociones de sus jóvenes protagonistas la evolución de una célula clandestina de féminas que se forma en el colegio y poco a poco va degradándose hacia el terrorismo y la violencia sin límites. La conversión de las utopías en totalitarismos, tema clásico donde los haya, planea sobre un filme ambicioso de dos horas y media que aporta luz nueva sobre el impacto del comunismo en Estados Unidos.- ¿Por qué decidió hacer una película de esta novela de Carol Oates?
- Me cuesta responder. Tuve un flechazo. Me leí el libro y no podía parar porque habla de temas que me interesan: el grupo, la resistencia, la violencia social a la que debemos enfrentarnos, son temas que trato de película en película. Tenía ganas de reencontrarme con la energía que tuve cuando rodé La clase con ese grupo de adolescentes con tanta fuerza que siempre iban más lejos de lo que esperaba de ellos.
- ¿Cómo se ha enfrentado a rodar por primera vez en Estados Unidos?
- Estuve pensando en trasladarlo a Francia pero no funcionaba. El contexto histórico era diferente porque en esa época el comunismo era muy fuerte en mi país, era el segundo partido más votado. Hay muchos elementos que nos llevan a esas imágenes de espacios americanos, de su estilo de vida. Por otra parte, se trata de desmontar el mito del sueño americano, de encontrar su cara oculta. Hay una mitología del país a la que yo quería dar la vuelta. Al final es una historia que solo tiene sentido allí.
- La presencia del comunismo en Estados Unidos ha sido muy poco tratada por su cine, entre otras cosas porque durante mucho tiempo estuvo prohibido.
- En Europa conocemos muy mal la historia del comunismo en América. Vemos a ese personaje veterano que pasa la antorcha de la lucha socialista a las generaciones más jóvenes, alguien que vio la revolución bolchevique del 17 y espera que otros ganen la guerra que no pudo ganar. Advertimos su dogmatismo. En Estados Unidos el comunismo tiene una historia muy distinta a la que tiene en Europa, estaba formado por grupos clandestinos que se parecen más a los movimientos antisistema de ahora que al partido comunista europeo de entonces, con una gran fuerza y presencia en todos los ámbitos.
- Se mueve en un terreno ambiguo, por una parte el filme empatiza con los ideales de esas chicas feministas ahogadas en un ambiente reaccionario y por la otra horroriza los extremos de violencia a los que llegan.
- Por desgracia esta es una historia que se repite con muchos grupos de liberación. Hay una especie de escalada que radicaliza su discurso, su acción. Sucede siempre, la supervivencia del grupo viene dada por la incorporación de nuevos miembros que para prosperar se radicalizan cada vez más y tratan de llegar más lejos que los pioneros. Así es como terminan siendo un grupo terrorista. El filme no toma partido por eso, es el fracaso del idealismo. Al mismo tiempo hay una llama que siempre existirá y que pervive en esa protagonista marcada para siempre por las experiencias tan duras que ha vivido. Hay algo heroico en su lucha contra sus padres, en su rebelión contra su destino. Eso seguirá con ella y podrá pasar a otra generación.
- De la utopía al infierno del fanatismo, hay decenas de casos históricos que siguen ese patrón.
- Pongo en paralelo el paso a la adultez de estas chicas con la deriva de los ideales. Hay un momento de la adolescencia en el que piensas que vas a triunfar, que vas a crear una utopía con nuevas reglas. De una forma u otra, todas mis películas tratan sobre el choque entre lo ideal y lo real y cómo de la violencia que eso genera llegamos a cometer excesos, el fanatismo o la dictadura. Al final, lo real siempre es más fuerte que lo ideal que por ello con frecuencia llega a algo muy intransigente. Al mismo tiempo, vemos que esa llama ha sido encendida, que esa lucha también tiene un sentido y es necesaria.
- Esa dicotomía entre la necesidad de oponerse a la sociedad y los peligros del radicalismo se ejemplifica en esa protagonista narradora.
- Siento la necesidad de documentar la lucha para que no las olvidemos, debemos saber que eso pasó. Por eso opté por una voz que estuviera implicada pero también un poco distante. Forma parte del grupo pero es una observadora y se convierte en la depositaria de su memoria. Muchos grupúsculos políticos han desaparecido porque nadie los recordaba. Ella misma es consciente, tiene la madurez política para entender tanto su fracaso como la necesidad de seguir luchando, y eso me gusta. La conclusión es que la llama va a seguir encendida.
- Hemos visto grandes avances en la situación de las mujeres, ¿al final ese radicalismo tuvo efectos positivos?
- No estoy de acuerdo. La violencia económica contra las mujeres quizá está hoy más marcada que en los años 50. Por eso no quise hacer una reconstrucción de la época plagada de referentes y elementos simbólicos que nos lleven a ese tiempo, a la manera de Hollywood que hace recreaciones perfectas. Quería hacer algo creíble pero sin ser tan específico, quiero que haya una especie de "ausencia de época" para que se vea más claro ese paralelismo entre entonces y el mundo actual.
- El paso de la adolescencia al mundo adulto es otro tema clave, ofrece una visión "dura" del asunto.
- Con frecuencia, el cine americano ofrece una visión un tanto vaporosa de la adolescencia. Ahí está American Graffitti. Yo quería lo contrario, que no haya nostalgia en mi mirada. Hablo de esa época desde la desmitificación absoluta, como una etapa violenta. Se trata de ver su cara oculta.
- En ningún momento "glamouriza" nada y eso que hay una gran tradición del cine americano de ensalzar estéticamente a los forajidos.
- Quería hacer una película en bruto, reflejar una realidad más cotidiana de lo que muestra el cine, esa América sin estetizar. Huimos de los clichés de la época pero en algunas cosas era inevitable por ejemplo con la ropa que llevan. Una gran fuente de inspiración fueron las fotos de Bruce Davidson sobre bandas de Broolyn en los años 50. No busco tanto una representación de los hechos o la época como un reflejo realista de la vida cotidiana.