Matt Reeves

Daba la sensación de que, tras la película de Tim Burton en 2001, cualquier intento de recuperar con ideas frescas la mitología de El planeta de los simios era una quimera. Pero el drama entre humanos y simios, a partir de la estrella simiesca César (Andy Serkis), que puso en escena El origen del planeta de los simios hace tres años revitalizó la serie. Sustituyendo a Rupert Wyatt para la secuela, El amanecer del planeta de los simios, está Matt Reeves (Nueva York, 1966), conocido por realizar la versión americana de la fantastía vampírica Déjame entrar y sobre todo por dirigir la pieza de culto Cloverfield.



Como nos cuenta en esta entrevsita, Reeves se mostró al principio escéptico sobre la conveniencia de dirigir el segundo capítulo de la saga, una precuela de la original, pero en cuanto encontró la "perspectiva emocional" y el modo de hacer avanzar la historia cómo él creía se lanzó de cabeza. El resultado tiene todo el potencial de superar la celebración crítica y comercial de su predecesora. De hecho, Reeves ya ha firmado para dirigir también la tercera parte, que presumiblemente se titulará La guerra del planeta de los simios. El creciente conflicto entre humanos y simios va tomando forma en El amanecer del planeta de los simios. Los humanos viven en un mundo postapocalíptico una vez que la pandemia de la fiebre simiesca se ha expandido por el planeta (tal y como terminaba la anterior entrega), mientras que los simios hiper-inteligentes se encuentran en las primeras fases de los albores de una nueva civilización. Ambas razas están destinadas a convivir o a destruirse.



-Cuando el estudio me llamó, el proyecto era muy distinto. No se centraba en César. De hecho, empezaba en una ciudad postapocalíptica y los simios ya se expresaban y comunicaban entre ellos de una forma muy articulada. Yo les dije que esta película no era para mí. "¿Por qué?", me preguntaron. Les dije que no es lo que yo haría, que yo la convertiría en una película sobre César, porque creo que el secreto de El origen del planeta de los simios es que se contaba desde su punto de vista, es decir, desde el punto de vista de los simios. Me parecía clave mantener ese enfoque. Sorprendentemente, aunque ya había un plazo y un guion y teníamos que rodar en unos meses, aceptaron cambiar de rumbo. El guionista Mark Baumbach y yo creamos una nueva historia.



-Es muy sorprendente que el guion original no tuviera ese punto de vista, porque lo que hacía tan interesante el regreso de la saga es precisamente eso, que se contaba la historia desde el otro lado...

-Absolutamente. Es lo que les dije. El productor Dylan Clarke ha estado trabajando varios años en esto, tenían muchas ideas, y yo sabía que Rupert Wyatt había escrito un guion, que nunca leí, porque él ya no estaba en el proyecto cuando yo llegué. El caso es que el productor me dijo que parecía que estaban esperando que entrara alguien de fuera para que les señalara todo lo bueno que tenía la primera parte. Yo les dije que lo que habían hecho con César era milagroso. Es lo que me pareció tan genial de El origen del planeta de los simios. Era un gran riesgo pero funcionaba magníficamente en los términos en que se planteó la película. Empezaba con lo que parecía el punto de vista de los humanos pero para el final de la película era evidente que la historia se aliaba emocionalmente con los simios. Nunca había visto nada igual. Yo quería conservar eso, claro. Cuando escojo un proyecto, siempre tiene que ver con el punto de vista... Es para mí el aspecto más importante de la creación cinematográfica. ¿Quién eres tú en cada momento? Para mí, el cine es sobre todo empatía emocional, ponerte en la piel de un personaje en una situación y sentir lo que él siente.



-¿Así que en la tercera parte también continuará con el punto de vista de los simios?

-Desde luego. En términos muy generales, uno de los conceptos de la saga, al menos para mí, es hacer una especie de El padrino con los simios. Coppola hablaba de la importancia de Shakespeare en su trilogía, de que es la historia de un rey y sus hijos. Con César me pasa algo parecido. Es el rey de los simios, y ahora tiene hijos, y la historia que se cuente será épica y comprenderá varias generaciones. La historia continuará más allá de César, que es un personaje único en la franquicia, porque tiene raíces simiescas pero también humanas, y es la figura seminal de toda la mitología. La intención es construir la serie desde luego a partir de él, con él y su familia.



-¿Cuántas entregas habrá de esta precuela? ¿Será una pentalogía, como la serie de películas existentes?

-No lo sé, sinceramente, si serán tres, cuatro, cinco... Lo que sí tengo claro es que esta serie terminará conectándose con la primera película de Schaffner, que recorrerá los aproximadamente 2000 años que separan El planeta de los simios (1968) de El origen del planeta de los simios (2011).





Fotograma de El amanecer del planeta de los simios



-¿Estaba muy familiarizado con las sagas precedentes de El planeta de los simios antes de que le ofrecieran dirigir la película?

-Sí, mucho. He sido una enorme fan de la serie. Estaba obsesionado con El planeta de los simios cuando era un niño. Tenía los muñecos. Veía la serie televisiva. Veía las películas. Quería ser un simio. Cuando vi El origen del planeta de los simios realmente me afectó porque de pequeño siempre quise ser uno de esos simios, por el aspecto que tenían, y cuando vi la película ese sueño como que se hizo realidad pero de un modo que no esperaba. Me convertí en un simio emocionalmente porque la película era una exploración íntima de César. Esa era su gran novedad.



-¿Qué cree que queda de la mitología original de la novela después de tantas entregas cinematográficas y televisivas?

-Mi intención era leer la novela original y ver de nuevo todas las películas, pero no había tiempo, así que lo haremos ahora para la tercera parte, que también voy a dirigir yo. Leeré el libro ahora, que para ser sincero, lo tengo pendiente. Mi conocimiento de la novela de Pierre Boule es lo que he oído de ella, sobre todo que tiene lugar en una sociedad moderna, y que las primeras versiones del guion de Rod Serling para la primera película de El planeta de los simios (1968) transcurrían en esa sociedad, pero que por temas de presupuesto le pidieron que creara una civilización más primitiva. También el desenlace era distinto, como en la novela, y tenía una naturaleza más relacionada con Twilight Zone. Creo que el remake que hizo Tim Burton tenía más relación con la novela.



-En los primeros veinte minutos de su película se centra en describir la cultura de los simios, en cómo se comunican entre ellos. Con el empleo de subtítulos, es como un híbrido entre cine mudo y un documental de naturaleza salvaje. Fue una decisión muy arriesgada...

-Esa es una de las partes que desde luego no tenían prevista antes de que yo me embarcara en el proyecto. Ellos querían empezar en el mundo postapocalíptico, pero creo que aparte de que ya hemos visto muchas películas postapocalípticas, no le hacía honor a lo que habían creado en El origen del planeta de los simios. Básicamente, el guion que ya existía era extraño, comenzaba con los simios viviendo con los humanos en la ciudad, reconstruyendo el tendido eléctrico... Pero yo quería ver el mundo de los simios, su creación. Así que pensé que podíamos tener esa especie de película muda tipo Discovery Channel del principio... En verdad, lo que yo quería era establecer eco con el prólogo del 2001 de Kubrick, el amanecer del hombre, y también con la primera parte, donde los simios se comunicaban con lenguaje de señas. En el guion original, los simios tenían ya expresiones muy articuladas, hablaban con naturalidad, pero específicamente yo quería explorar y mostrar cómo es su evolución, tanto en relación con nuestra especie como a la especifidad de los simios. Para ello había que trabajar en una dimensión muy elemental, y que comportaba muchos riesgos, pero he podido hacerlo.



-Luego la película evoluciona hacia el sistema digital de performance capture, que de algún modo ya empleó en Cloverfield, de manera que acaba aglutinando todas las escalas de interpretación, desde la más documental a la más sofisticada, generada por ordenador. ¿Fue ese uno de los mayores desafíos?

-Sí, la necesidad de conseguir algo muy íntimo y luego muy épico, esa era desde luego la intención. Lo que no quería perder en el camino es la emoción que me produjo El origen del planeta..., la intimidad que conseguía entre los simios y el espectador. Me parece mucho más difícil conseguir ese nivel de identificación con un personaje exclusivamente generado por ordenador. Así que desde luego encontrar ese equilibrio entre la parte más documental y la más reconstruida artificialmente fue lo más difícil. Por otro lado, la intepretación de Andy Serkis creando a César es asombrosa y había que mantener eso.



-¿Cree que ya ha llegado la hora de hablar de nominaciones al Oscar para actores especializados en performance capture, como Serkis o como Toby Kebbell, que interpreta al simio Koba?

-Desde luego. He trabajado íntimamente con estos actores, sé todo lo que pueden dar. Mire, el proceso de postproducción es largo, en esta película ha sido de un año, y prácticamente hasta un par de semanas antes del estreno no hay posibilidad de ver el resultado final al completo. De manera que yo he editado la película viendo solo sus interpretaciones. He visto a Andy y Toby y otros actores que hacen de simio interactuar con los actores que interpretan humanos, y no hay diferencia, todos interpretan personajes casi shakesperianos. He estado viendo sus interpretaciones íntimamente durante un año, aparte del otro año que pasamos ensayando y rodando la película, y sé que mucha gente dice que se trata de un dispositivo, y que ese dispositivo ya aporta gran parte de la intepretación. No es del todo cierto. Es verdad que no puedes crear personajes como César o Koba sin la tecnología Weta. Pero no puedes tener el corazón y el alma de esos personajes sin Andy y Toby. Esa es la clave.



-Ha dirigido producciones con una base industrial, de blockbuster, pero que al mismo tiempo tienen un carácter muy personal. ¿Cómo vincularía Cloverfield como Let Me In y ahora con El amanecer...? ¿Qué criterios sigue para escoger sus proyectos?

-Nunca he realizado una película de estudio que ya estuviera completamente cerrada creativamente, en la que no pudiera aportar nada. He recibido varias propuestas, pero las he rechazado porque para mí lo realmente importante es tener un punto de vista y una implicación emocional con el proyecto. De hecho, esa es la clave de todo lo que he hecho: tener una perspectiva emocional muy particular sobre algo.



-La historia de El amanecer del planeta de los simios es como la antesala a la batalla épica de los hombres contra los monos. Está planteada prácticamente como un western, con dos comunidades o grupos decidiendo hasta qué punto confían en el otro y predestinados a enfrentarse...

-Extactamente eso es lo que quería evocar. Estilísticamente, las influencias del western han sido enormes. Sin perdón es una de mis películas favoritas, y amo las películas de John Ford, esa idea de que hay dos tribus luchando por un territorio y lidiando con su coexistencia. La imaginería del western en la película es deliberada, con los caballos, los recursos del agua, la creación de una nueva civilización, etc. La batalla épica efectivamente pertenece a la próxima entrega, y de hecho había un final alternativo en esta película que he cambiado porque terminaba demasiado cerca de la tercera parte, con los buques llegando a la ciudad, creo que restaba autonomía a la película.