Fotograma de A pigeon sat on a branch reflecting on existence, de Roy Andersson.

El sueco Roy Andersson es para muchos un director de culto con apenas cuatro películas. Este martes entusiasmó a numerosos críticos en el Festival de Venecia con su quinto trabajo, la comedia del absurdo A Pigeon Sat on a Branch Reflecting on Existence (Una paloma sentada en una rama reflexionando sobre la existencia), informa DPA.



No se trata de una película fácil, pues carece de una estructura clásica. "No quiero contar una historia, sino hacer cuadros de la vida", señaló en rueda de prensa el director, nacido en Gotemburgo en 1943. "Resulta aburrido ver historias con un final donde todos están contentos. Yo tiendo a hacer historias sobre la vida del ser humano. Tras 25 años haciendo cine he dejado la narración tradicional y quiero seguir hablando del ser humano. No quiero contar historias, sino hacer cuadros sobre la vida", señaló el realizador, que compone en esta cinta un total de 39 escenas que en realidad casi se pueden contemplar de forma independiente.



Desde el punto de vista estilístico recuerda al finlandés Aki Kaurismaki, pero lleva más al extremo el uso de una determinada gama de colores en la que se impone el gris, así como la concepción de las escenas como planos fijos en los que domina el minimalismo y que recuerdan a cuadros.



"Me inspira la historia de la pintura", aseguró el realizador. En esta ocasión se ha inspirado sobre todo en los expresionistas alemanes Otto Dix y Georg Grosz, cuya visión cambió tras la vivencia de la Primera Guerra Mundial.



En el cine actual hay una "falta de calidad visual", lamentó el realizador. Su ambición es hacer un cine de mayor calidad visual, por ello tardó casi cuatro años en hacer esta película. En cada escena invirtió un mes de tiempo, en algunas incluso dos. "Es cuestión de tener paciencia", indicó el realizador, que durante años ha recibido numerosos premios por su labor de publicista.



Precisamente esta profesión es la que le ha ayudado a comunicar con una escena. "Creo que la imagen llegó antes que la palabra. Por eso hay que fijarse en la historia de la pintura. Ahí está todo", señaló el artista, quien lamenta la falta de dinero, paciencia y talento para hacer este cine.



Con A Pigeon sat on a Branch Reflecting on Existence Andersson aborda temas como la fragilidad del ser humano, la soledad o la hipocresía de la sociedad, lo que lo conecta con su compatriota el gran Ingmar Bergman.



Pero Anderson enseguida ha puntualizado que puede que haya puntos en común con Bergman, que era el director de la escuela de cine cuando él estudiaba, pero "Bergman no tenía sentido del humor. Era muy competente pero le faltó el sentido del humor", aseguró. Y aquí el humor y la trivialidad recorren las escenas que están interconectadas con la historia de dos vendedores ambulantes, unos tipos tristes, que intentan vender artículos para hacer reír.



El tono cómico constituye además una suerte de hilo conductor de la película, con la que el realizador concluye su trilogía sobre la existencia humana tras Songs from The Second Floor y You The Living. A pesar de lo difícil que resulta hacer este tipo de cine, Andersson señaló que sigue siendo optimista e insistirá en su visión "con la cuarta parte de la triología".



Soldados caníbales

Fotograma de Fires on the plain, de Shinya Tsukamoto

A Pigeon..., que se perfila como una fuerte candidata a los premios que se entregarán el próximo sábado, ha recibido una cálida acogida, mientras que la segunda película mostrada este martes a concurso, la japonesa Fires on the Plain, generó entusiasmo principalmente entre los seguidores del japonés Shinya Tsukamoto, el director, guionista y protagonista de este drama sobre la Segunda Guerra Mundial. Tsukamoto (Tetsuo: "The Bullet Man) construye un alegato pacifista retratando a unos soldados japoneses en los últimos días de la guerra en Filipinas. El infierno de la guerra causa estragos en unos soldados deshumanizados que recurren al canibalismo en su desesperación.



Imágenes impactantes con cuerpos desmembrados, cerebros esparcidos y mucha sangre hicieron que muchos apartaran la mirada de la pantalla. Fires on the Plain, inspirada en la novela de Shohei Ooka de 1951, subraya el contraste de una hermosa naturaleza y la violencia incontrolable de un ser humano expuesto a una situación límite, deshumanizado.



El director comentó hoy que se propuso hacer esta película hace 20 años, pero ha ido madurando el proceso hasta ahora. Primero entrevistó a supervivientes de la Segunda Guerra Mundial y después siguió trabajando hasta perfilar este trabajo en el que quería mostrar cómo un hombre corriente se convierte en un personaje siniestro, cómo influye el hecho de pensar que tiene que matar a otro ser humano.



La nota festiva de la jornada en Venecia la puso la montadora estadounidense Thelma Schoonmaker, la artífice del ritmo de las películas de Martin Scorsese, que hoy recogió en Venecia un León de Oro a su carrera. Con tres Oscar en su vitrina, esta mujer de 74 años sigue trabajando codo con codo con el hombre que cambió su vida, según dijo hoy. Martin Scorsese "me enseñó todo lo que sé. Cuando lo conocí me convertí en adicta a él como muchos", aseguró la estadounidense nacida en Argelia, que recogió su primer Oscar en 1981 gracias a Toro salvaje.