Antoine Fuqua da indicaciones a Denzel Washington y un secundario en el rodaje de The Equalizer.

Antoine Fuqua (1966) es, como dice él mismo, un rara avis en Hollywood por su color de piel y sus duros orígenes en una barriada de Pittsburgh, Pensilvania. Sobrevivió a un disparo a los quince años y contra pronóstico fue ascendiendo como director hasta que su tercera película, Día de entrenamiento (2001) le dio un Oscar a Denzel Washington y se convirtió en un éxito planetario. Especializado en thrillers duros y secos donde se plantean grandes cuestiones morales, el cineasta regresa con Washington en The Equalizer, en la que el actor da vida a un empleado de una ferretería aparentemente apacible que se revela como un sofisticado luchador cuando se propone salvar la vida de una joven prostituta rusa. La película inauguró el pasado Festival de San Sebastián, donde Washington recibió el Premio Donostia. Número uno en Estados Unidos, The Equalizer es una reflexión sobre la venganza que proporciona buen cine de acción. Fuqua se muestra mucho más comunicativo, elocuente y reflexivo de lo que suele ser común en muchos cineastas con su estatus.



- The Equalizer se estrena para reventar las taquillas. ¿Qué papel juega un director como usted en un proyecto de perfil tan comercial?

- Show business es business, tienes que hacer negocio. También puede dar algo de calidad. Nos hemos preguntado cómo lo podemos hacer mejor, cómo puede ser más complejo y la respuesta está en crear mejores personajes. Tengo mucho respeto por el dinero de la gente y lo mucho que les cuesta ganarlo así que en una película como ésta debes darles la acción y espectacularidad por la que están pagando pero debes intentar hacerlo más inteligente. Muchas veces tiene que ver con encontrar a buenos actores. Hay una tendencia a contratar a alguien que es popular en Twitter, da igual que sepa actuar. Sucede que la película es muy grande, gana mucho dinero y se convierten en estrellas pero después no tienen salida porque no tienen talento. Es como fast food. Al final la gente acaba harta, engorda y le duele el estómago.



- Sylvester Stallone, Schwarzenegger o Bruce Willis están triunfando con películas de acción. Ahora Washington. ¿La gente quiere ver actores más maduros?

- Denzel es un actor maravilloso, no pienso en él como un héroe de acción ni creo que se planteara la película de esta manera. Más bien es un drama con acción en él. Creo que la gente está harta de esos héroes de 22 años que parecen de dibujos animados, que salvan el mundo y toda la historia. Con internet, la gente está muy conectada con el mundo y conoce mejor lo que pasa ahí fuera. Es lógico que haya un interés por personajes maduros, con los pies en la tierra, a los que puedas creer y ofrezcan buenas interpretaciones. De todos modos también tiene que ver con ciclos.



- Vemos a un hombre que utiliza la violencia para lograr un fin noble, ¿qué piensa de eso?

- Debo encontrar la manera de que signifique algo para mí, me muevo por impulsos emocionales. Hacía mucho tiempo que no trabajaba con Denzel. A veces sientes un fuego en la película porque la relación fue muy intensa y se convierte en algo muy personal, todos los directores lo hacen y yo quizá lo llevo un poco más lejos. Cada persona del público lleva su propio bagaje y entiende la película a su manera. Pero, como he dicho, debo encontrar la manera de conectar y yo sí puedo sentir esa rabia por muchas cosas que pasan en este mundo. No estoy de acuerdo con ser violento en la vida real, pero desde luego hay gente que se merece una buena tunda y me encanta hacer una película en la que se la llevan.



- Esa figura del guardián o el justiciero ("vigilante" en inglés) está muy presente en el cine actual, lo vemos de forma clara en las películas de superhéroes. ¿Qué opina de ellos?

- No creo que sea un guardián, simplemente trata de ayudar a la gente. Él trata de solucionarlo por las buenas y los mafiosos no quieren el dinero. Nunca mata porque sí. Son ellos los que van después detrás de él. El tono no es "estoy aquí para ayudar a la gente", es una historia distinta. De todos modos, insisto en que no estoy de acuerdo en tomarse la justicia por la mano, hay un sistema, hay policías. Pero todas las películas están conectadas con el tiempo en el que están hechas y ahora es un momento en el que la gente ve todo tipo de barbaridades, antes pasaban muchas cosas terribles pero no las veíamos y ahora sí. Mi intención no era hacer una película política, aunque sí está contextualizada en un momento político que es ese estar rodeados por tragedias y en este sentido sí es un símbolo de los tiempos. También hay brutalidad porque eso es lo que la gente espera de una película como ésta, no creo en hacer películas artísticas y comerciales a la vez, a mí no me funciona, y en un filme como The Equalizer, el público espera violencia y acción y la va a tener porque es divertido. Piense en los westerns, eran brutales, Taxi Driver, El padrino... el tiempo pasa y se convierten en clásicos pero eran muy violentas.



- Es curiosa esa mención al Quijote...

- Fue el guionista quien lo incorporó al guión y es lógico porque la figura de El Quijote se corresponde en gran medida con el protagonista del filme.



- ¿Cuál es su relación con Hollywood?

- Hollywood es un negocio y te trata bien si te va bien, y muy mal si te va mal o te portas mal. Es un sitio muy duro. Es un lugar muy distinto al que yo crecí, yo vengo de las calles y no tengo el mismo aspecto que el resto de directores. Soy negro, no fui a la universidad a estudiar cine, y está muy bien pero el camino es muy distinto para mí. No hay nada malo en ello, no estoy diciendo que la gente sea racista pero te comunicas con personas que vienen de un sitio que no tiene nada que ver. Debes tomarte tu tiempo y aprender a navegar. No significa que no entiendan mi perspectiva pero sí que debes hacerla entender. Por eso es una relación agriduce. Pero al final del día Hollywood es un negocio en el que si triunfas y sabes cómo tratar a los demás, trabajas. Si tienes muchos conflictos o tus películas no funcionan, tienes un problema. Conozco las dos cosas. Es muy difícil integrarte en el sistema. Veamos el caso de José Padilha, rodó la maravillosa Tropa de elite y en Estados Unidos lo meten a dirigir Robocop, que es un remake y un producto de la industria puro y duro. Él sigue siendo un cineasta con gran talento, pero si la película no gana dinero a Hollywood le da igual que tenga talento o no.



- ¿Le cambió mucho la vida el éxito de Día de entrenamiento?

- Fue muy importante. Era mi tercera película y me llevó directamente arriba. Da igual de dónde vengas, nada en tu vida puede prepararte para las políticas de Hollywood. Me fui de la ciudad al día siguiente de los Oscar pero fue muy emocionante, estoy orgulloso y me ayudó enormemente.



- Acaba de rodar un drama, Sothpaw, sobre un boxeador que triunfa profesionalmente pero su vida personal se va a pique. ¿Echaba de menos el cine independiente?

- Cuando ruedas una película independiente es fantástico porque echas de menos el dinero de Hollywood, con lo cual vuelves con más ganas, y también aprendes a valorar las maravillas de hacer una película barata, no tienes tiempo y no tienes dinero, pero tienes mucha libertad. Aunque en realidad cualquier película debe ganar dinero porque cuestan dinero y llevan mucho trabajo.



- ¿Siempre tiene en mente al público al que se dirige?

- Voy mucho al cine, me encanta estar con el público. Como director es fácil olvidarte de para quién haces las películas y que lo que tú imaginabas no siempre es lo que funciona. Recuerdo que en The Equalizer había un plano que me llevó mucho trabajo y cuando hablé con el montador me propuso quitarlo. Estaba espantado. Me dijo que lo viera en pantalla grande y tenía razón, no funcionaba. Cuando ves la película con el público tienes una mirada completamente distinta, te das cuenta de que cosas que te obsesionaban a la gente no le interesan y en cambio detalles a los que no les diste mucha importancia resultan cruciales.



- ¿Cree que seguiremos yendo al cine a ver películas en pantalla grande?

- La gente sigue teniendo ganas de salir de casa. Les gusta quedar con una cita o con sus amigos, dar una vuelta y ver una película. Hollywood sigue ganando mucho dinero. La experiencia colectiva de ver una película es fantástica, cuando todo el mundo ríe o aplaude te das cuenta de que haces películas para la gente. Como artista actúas de una manera muy egoísta pero luego llega un punto en el que debes dejar que la película respire y entender que la gente la siente de una manera distinta a como planeaste. Creo que el cine del futuro será más inmersivo, el 3D seguirá evolucionando, el sonido cambiará, la pantalla cambiará, porque todo ahora es más inmersivo. Habrá que inventar la manera de dar más al público. Cada día es más difícil ganarse la vida y debes crear un evento, una gran experiencia. En el caso de The Equalizer estás creando un mito y allí está la experiencia. Si no creas esa experiencia, ven la televisión.



- ¿Cómo fue esa infancia en una barriada de Pittsburgh?

- Crecí en los projects (barrios de extrarradio con vivienda de promoción pública), y sí, era muy parecido a The Wire. Era un mundo duro, me dispararon cuando tenía quince años en mi costilla izquierda. Una de mis películas favoritas es Cinema Paradiso porque en mi infancia las películas tuvieron ese valor escapista, gracias a que me pude refugiar en ellas pude salir de ese mundo. Nunca olvido esos orígenes. Hago películas para que los niños puedan soñar, para que sepan que si se esfuerzan pueden conseguir lo que quieran.