Diplomacia de Volker Schlöndorff
La Muestra de Cine Europeo de Segovia, en su novena edición, coloca en su punto de mira la cinematografía alemana, tan trascendental para la historia del séptimo arte como opaca en la actualidad para la cartelera española.
MUCES es, junto al de Sevilla, el único festival español que se dedica en exclusiva al cine europeo y otorga la posibilidad al cinéfilo de calle de disfrutar de propuestas que, en muchos casos, nunca se estrenarán en nuestro país a pesar de estar refrendadas por premios en importantes festivales, como es el caso de la ganadora del León de Oro de Venecia, A Pigeon Sat on a Branch Reflecting on Existence (Suecia, 2014) de Roy Andersson. Además, nueve de las películas programadas han sido seleccionadas para representar a sus países en los Oscars y se proyectarán los últimos trabajos de autores de reconocido prestigio internacional como el francés Fraçois Ozon y el portugués Pedro Costa y películas que han dado mucho que hablar como El capital humano (Italia, 2014) de Paolo Virzi, Premio David di Donatello, o Tiempo de caníbales (Alemania, 2014) de Johannes Nader, premiada en el Festival de Berlín.
Alemania en otoño
Una imagen de Nosferatu, el vampiro (1922) de F.W. Murnau
Y es precisamente Alemania el país que toma el relevo a Portugal como invitado en MUCES creando un agujero de gusano (tan de moda gracias a Interstellar) entre Segovia y Berlín a través de 21 cintas un tanto eclécticas en su conjunto pero de gran interés que repasan la historia de una de las cinematografías esenciales del cine. Además el festival cuenta con la presencia de la directora Margarethe von Trotta, dedica una sección especial y una exposición a la diseñadora de vestuario alemana Bina Daigeler y acogerá la conferencia La alienada juventud europea en el cine alemán impartida por el crítico de cine Carlos Reviriego, que hará un repaso a los cineastas germanos más prometedores del nuevo siglo como Jan Ole Gerster, Lars-Gunnar Lotz, Ulrich Köhler, Benjamin Heisenberg y Maren Ade. "Es muy interesante como esta generación post Muro de Berlín retrata a la juventud como individuos alienados, desorientados e individualistas que contrastan con el optimista retrato oficial que nos vende el gobierno alemán y la Unión Europea", explica Reviriego.Pero la muestra, antes de llegar a estos nuevos cineastas, dedica una retrospectiva de 13 películas a las etapas más importantes de la cinematografía alemana. El expresionismo de los años 20 es la primera de ellas. Esencial desde el punto de vista de la configuración del lenguaje cinematográfico, esta corriente fue el germen del cine gótico y de terror hollywodiense e incluso del film noir una vez que, tras la llegada del nazismo al poder, los principales directores alemanes se exiliaron a EEUU. Cumbres del séptimo arte como El Gabinete del Doctor Caligari (1920) de Robert Wiene, El Golem (1920) de Paul Wegener, Nosferatu, el vampiro (1922) de F.W. Murnau o Metropolis (1927) de Fritz Lang se proyectan en MUCES.
Obviando el cine de propaganda nazi de Leni Riefhenstahl, no es hasta los 60, una vez que Alemanía comienza a reponerse de la devastación de la II Guerra Mundial, cuando aparece una nueva hornada de directores alemanes que marcará época aunque, durante ese vacío artístico en el corazón del Viejo Continente, en Hollywood triunfaran Fritz Lang, Robert Siodmack o Billy Wilder. El Nuevo cine alemán, denominación bajo la que se aglutina a los firmantes del Manifiesto de Oberhausen, apuesta por un nuevo lenguaje cimentado en la experimentación y cercano a la Nouvelle Vague. Volker Schlöndorff, Rainer Wainer Fassbinder, Werner Herzog y Win Wenders son sus máximos exponentes y, excepto el malogrado Fassbinder, todos ellos siguen al pie del cañón. De hecho, Diplomacia, la última película de Schlöndorff, recién estrenada en nuestras pantallas, es uno de los platos fuertes de la Sección Oficial de la muestra. Dentro de la retrospectiva, en relación al Nuevo cine alemán, se proyectan El cielo dividido de Konrad Wolf y Alemania en otoño, una película colectiva sobre los "años de plomo" en la RFA.
Completan el ciclo películas directores más recientes, todos ellos con la etiqueta de cine de autor, como Tom Tykwer, Fatih Akin o Andreas Dresen. "Si algo sabe hacer el cine alemán es cuidar a sus grandes autores", comenta el crítico Carlos Reviriego. "Ha sabido darles rienda suelta para que desarrollen sus películas y después han creado las condiciones necesarias para que estas obras se muevan y lleguen a otros lugares".
Tópicos cinematográficos
Una imagen de Phoenix (2014) de Christian Petzold
Si el cine español tiene que lidiar con el tópico de las películas de la Guerra Civil, el cine alemán, en palabras del director Christian Petzold, "parece condenado a hacer películas de nazis o de la Stasi". De hecho, filmes como Good Bye Lenin (2003) o La vida de los otros (2006) son las que los espectadores italianos, franceses o españoles mejor conocen porque se distribuyen fuera de sus fronteras. Quizá este sea el motivo por el que incluso creadores del Nuevo cine alemán de los 60 como Schlöndorff vuelven sobre el tema, para que su trabajo tenga una mayor proyección.
Pero, ¿ha afectado la crisis al cine alemán? La respuesta nos la da Bina Diegler, una de las diseñadoras de vestuario más prestigiosas del cine que ha trabajado con directores de la talla de Pedro Almodovar, Jim Jarmush, Ridley Scott o Steven Soderbergh, que conoce en profundidad las industria cinematográficas españolas y alemanas y que, en MUCES, será homenajeada con la proyección de seis películas en las que ha trabajado. "En Alemania hay más dinero ahora mismo para producir que en España, hay más ayudas... Incluso en la televisión hay más dinero y más nivel técnico en comparación. Los profesionales tienen menos problemas de encontrar trabajo porque hay muchas coproducciones de gran envergadura. Es un sector mucho más seguro que en España".
Alemania cuenta en la actualidad con medios económicos para mantener un nivel productivo cinematográfico de primer nivel, con recursos suficientes para que tanto las producciones más convencionales como el cine de autor dispongan de su parte del pastel y una nueva camada de cineastas muy prometedores. La cuestión es si estos lograrán imponerse a la opacidad que sufre el cine alemán en nuestra cartelera, mucho mayor en comparación a la que soportan producciones francesas o italianas. Pero, tal vez sea algo cultural, que nos hace dejar de lado cinematografías más frías que las de nuestra órbita mediterránea.