Image: La caja (digital) de Pandora

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Cine

La caja (digital) de Pandora

Los documentales La promesa digital y Side by Side diagnostican los efectos globales y las mutaciones del formato en los últimos 25 años

21 noviembre, 2014 01:00

Una imagen de La promesa digital, de J. M. Pinillo

Sueño, promesa o pesadilla. ¿Qué ha sido del paradigma digital? Desde que en 1989 se empezara a hablar de ciberespacios y realidades virtuales, el mundo ha cambiado por completo. La película La promesa digital, de J. M. Pinillo (que se estrena el jueves, 27), hace recuento de esas transformaciones culturales y sociales, mientras que Side by Side, producida por Keanu Reeves, recoge los testimonios de decenas de grandes cineastas sobre los radicales cambios en el cine.

Hubo un tiempo no tan lejano en el que no había móviles ni existía Google, enviábamos documentos por fax y escuchábamos al hombre del tiempo en los noticiarios. ¿Cuándo se abrió la caja de Pandora? ¿En qué momento la tecnología binaria entró en nuestras vidas para transformarlas? La promesa digital, dirigida por J. M. Pinillo para TVE -se estrena el jueves en Cineteca de Matadero para emitirse unos días después en la televisión pública- entiende que han transcurrido 25 años desde la promesa de ese nuevo mundo basado en la revolución cibernética. ¿Fue un sueño que nos ha devorado? ¿Una promesa hacia un mundo mejor, o todo lo contrario?

"El mundo que preconizaba un futuro cibernético partía de las utopías de los años sesenta, de crear un planeta más libre y democrático -explica Pinillo-. Esa vida digital es ahora indistinguible de la real y quería poner algunas conclusiones encima de la mesa. Lo cierto es que se han alcanzado algunos de los objetivos y sueños que autores como William Gibson (Neuromante) profetizaban, pero los paradigmas han cambiado por completo, como que la mayor empresas de taxi del mundo no tiene taxis, ni la mayor empresa de hoteles tiene un hotel. Lo que ha hecho cambiar el mundo al final es el dinero".

La película de Pinillo, que ha inaugurado la última edición ArtFutura en Barcelona, no es la única que trata de diagnosticar los resultados de la era digital. Otra producción reciente como el documental Side by Side, de Christopher Kenneally -que espera su distribución en España bajo el título El impacto del cine digital-, se enfrenta desde la perspectiva fílmica a la necesidad de hacer balance y recoger testimonios y opiniones de cineastas que han experimentado la brecha digital en sus procesos de creación. Mutando de piel como una serpiente, el cine ha absorbido esas transformaciones entre el despecho, el escepticismo y la ilusión.

La visión aglutinadora del ecosistema cibernético manifestándose en todas sus expresiones artísticas que recoge La promesa digital contrasta así con la visión más especializada del impacto digital en todas las fases del cine, desde las formas de hacerlo a las formas de verlo, aquello que se ha venido en llamar la Tercera Revolución del séptimo arte. "Mi intención era hacer un mash-up basado sobre todo en mi experiencia, tanto en ArtFutura como en Sonar y en producciones de plataformas multimedia -explica Pinillo-. La promesa digital es un fresco donde quería ofrecer una sensación global y que no entrara en los temas a fondo. Hay muchos documentales especializados que ya profundizan en los efectos de Facebook, el cibersexo, los videojuegos y, por supuesto, el cine". Añádanse a la lista títulos como el magnífico Catfish, The Pirate Bay Away From Keyboard o Gaming for Life.

Side by Side es probablemente uno de los mejor articulados. Se antoja como un filme pedagógico y revelador, de montaje fluido, que investiga el proceso de transformaciones tanto en la naturaleza de la imagen cinematográfica como en sus procesos creativos. Los invitados al debate, con el productor del filme Keanu Reeves ejerciendo de interlocutor -el actor se ha convertido desde Johnny Mnemonic y Matrix en emblema y encarnación de la virtualidad en la pantalla-, son de excepción: David Lynch, James Cameron, Fincher, Martin Scorsese, George Lucas, Andy y Lana Wachowski, Barry Levinson, Steven Soderbergh, Richard Linklater, Christopher Nolan, Robert Rodriguez... y una amplia nómina de prestigiosos directores de fotografía (Vittorio Storaro, Vilmos Zsigmond, Andrzej Bartkowiak...), montadores y técnicos que van comentando los distintos aspectos de lo que ha supuesto para su trabajo la transición del celuloide al digital. Podríamos echar en falta testimonios de Michael Mann, si bien en la sucesión de clips comentados no faltan sus imprescindibles aportaciones al rodaje nocturno en HD, sobre todo vía Collateral.

Puntas de lanza

Keanu Reeves y David Lynch en Side by Side

Centrada en la industria americana, la película del tándem Kenneally-Reeves padece del ombliguismo hollywoodense, ignorando así las importantes conquistas digitales de cineastas como Nuri Bilge Ceylan (Los climas), Pedro Costa (Juventud en marcha), Jia Zhang-ke (The World) o Alexandr Sokurov (El arca rusa), si bien en el repaso histórico con el que arranca concede el bautismo del vídeo digital a la generación del Dogma 95, con jugosas entrevistas a Lars von Trier y al director de Fotografía de Celebración, Anthony Dod Mantle, fotógrafo también de Danny Boyle y sus "experimentos" digitales en 18 días después y Slumdog Millionaire. Y es que, como advierte Pinillo en La promesa digital, "la experimentación siempre es minoritaria, pero sin ella no existiría lo que viene a continuación". Y añade: "El arte y el pensamiento han sido la punta de lanza y luego otros se han encargado de darle un rendimiento práctico o comercial". Así, el documental de TVE destaca la belleza vanguardista de piezas de Moebius, Yoichiro Kagawuchi o Zbig Rybczynski, mientras que Laure Anderson reflexiona en torno al arte "como un valioso vehículo de apreciación cultural de la nueva tecnología".

El NetArt y su interactividad, la disociación del cuerpo y la mente, la inteligencia virtual, la robótica, las servidumbres de la tecnología, el origen militar de las experimentaciones, las redes sociales... todos estos temas enunciados en La promesa digital han sido amplia y hasta obsesivamente tratados por la narrativa cinematográfica del nuevo milenio. Una vez que se produce el renacimiento del cine bajo otra mirada, otra piel, las influencias alcanzan el ámbito estético y narrativo. En el cine de espectáculo, desde que cualquier capricho de la imaginación es reproducible con realismo fotográfico, convierte los efectos especiales en el objetivo principal, se produce un declive de la narración y la forma se impone al contenido. "La transformación no es meramente técnica, pero sí parece que el reclamo tecnológico es fundamental para llevar a la gente a las salas", explica Pinillo. Los directores George Lucas y James Cameron intervienen en Side by Side como abanderados de esa fascinación tecnológica que ha llevado el cine de trucajes a la utopía hiperrealista.
Pero la historia del cine digital no se ha ceñido a las promesas industriales. Como sostiene Àngel Quintana, autor del ensayo Después del cine. Imagen y realidad en la era digital (Acantalido), "también ha reformulado ciertas tendencias del cine de autor, haciendo posible el viejo anhelo del cine en primera persona, colmando el deseo de filmar nuestra civilización bajo otros parámetros y convirtiendo al cineasta en un artista multimediático". La revolución no solo está en la estética, también en los contenidos. Probablemente nadie interesado en las transformaciones del cine debería dejar escapar Side by Side, que entre otras cosas nos revela en qué posición respecto al paradigma digital se colocan algunos de los directores más importantes de la contemporaneidad.

Mientras Soderbergh y Rodriguez se muestran como conversos convencidos y David Lynch no está dispuesto a renunciar a ninguno de los dos mundos, Scorsese y Nolan sienten una inevitable pérdida: "Constantemente me piden que justifique por qué quiero filmar en celuloide -dice el director de Interstellar-, pero no veo que nadie justifique por qué quiere filmar digitalmente". La nobleza estética del nitrato de plata y el grano, la nostalgia por el celuloide, esa huella física de la imagen que ha pasado a mejor vida, es la que al fotógrafo de Nolan, Wally Pfister, le hace afirmar que "no está dispuesto a abandonar sus pinturas al óleo por una caja de acuarelas". Las razones que se aducen casi nunca son creativas, sino más bien de carácter industrial y práctico, como permitir un flujo de rodaje más ágil.

Atrapados en el laberinto binario, se apodera de ambos documentales una poderosa sensación de escepticismo respecto a las glorias y traiciones de la cultura digital. La promesa digital focaliza el centro de las amenazas cibernéticas en el Big Data, el almacenamiento de datos masivos de todo tipo -que compromete nuestra intimidad-, mientras que el patrimonio fílmico en la era digital se enfrenta a un gran problema, como advierte Side by Side, con Martin Scorsese al frente de la preservación de películas en celuloide como única garantía de pervivencia. Eso no ha cambiado en más de un siglo.

Virtualidad y confianza

Sin City de Robert Rodríguez

A Soderbergh el escenario de que los archivos digitales se desvanezcan (como harán eventualmente) no parece preocuparle gran cosa. "Si las cosas son importantes para los seres humanos, encontraremos la manera de conservarlas, siempre ha sido así", dice Lana Wachowski.

En la virtualidad, algo parece evidente, ya no podemos fiarnos de las imágenes. Ya no vemos huellas fotoquímicas de la realidad en las pantallas. Lo que vemos son algoritmos decodificados, bits de información. Scorsese se pregunta: "No sé si nuestras generaciones más jóvenes creen algo de lo que está en la pantalla. No es real". Cuando Reeves plantea esta cuestión a Cameron, el director de Avatar responde: "¡Pero cuando ha sido real el cine! Nunca lo fue". Probablemente Rossellini y sus descendientes, de Kiarostami a Linklater, tendrían una o dos cosas que añadir al respecto.