Fotograma de Dios mío, ¿pero qué te hemos hecho?
A los franceses les encantan sus comedias y después de megaéxitos como Bienvenidos al Sur o Intocable, el fenómeno de este año se llama Dios mío, ¿pero qué te hemos hecho? en la que vemos a una pareja de maduros burgueses de provincias escandalizados porque tres de sus cuatro hijas se han casado con un árabe, un judío y un asiático arruinando sus ilusiones de celebrar una boda católica como Dios manda. Todas las esperanzas están puestas en la cuarta hija, pero el destino querrá que se enamore de un africano hundiéndoles en la miseria. El director, Philippe de Chauveron (París, 1965) nos da las claves de un filme que toca asuntos como la inmigración y la xenofobia de máxima actualidad en Francia con el inquietante ascenso del Frente Nacional y en toda Europa.- ¿Cómo se hace para que vayan 12 millones de personas a ver su película?
- ¡Si lo supiera lo habría hecho antes! No hay ninguna receta pero puede haber varios motivos. Tiene un punto de partida divertido que se puede explicar muy fácilmente: cuatro chicas, cuatro maridos de origen extranjero... y es un tema que está de constante actualidad. En una película como ésta es importante el boca oreja y eso también nos ha ayudado.
- La película coincide con un momento en el que en buena parte de Europa parece que se replantea la política de inmigración y no en el sentido de abrir más puertas.
- Estas tensiones raciales tienen una gran presencia en la vida pública y se debate mucho sobre ellas. En Francia lo vemos de una forma muy clara con el éxito del Frente Nacional. Como todo el mundo sabe, ser hijo de inmigrante es duro y el país parece que les exija que demuestren que son franceses cuando ellos ya se sienten franceses y no tienen por qué demostrar nada. Lo vemos a través de un señor de provincias que sufre por esta situación, no creo que sea racista sino que tiene prejuicios porque los prejuicios son inherentes al ser humano. Para un personaje que ha crecido en el campo, en un ambiente conservador y católico, es chocante este nuevo mundo y en parte es comprensible. Lo mismo sucede con el padre del chico negro, acumula prejuicios, otros, pero la base es la misma. Esta no es una película sobre negros buenos y blancos malos y al final quiere tener un mensaje positivo, no va a ser fácil pero existe una esperanza de convivencia.
- Respecto a la cuestión del prejuicio, se crean unos estereotipos sobre las razas de los que son conscientes quienes los portan. En el filme vemos cómo se relacionan árabes o judíos con lo que se supone que deben ser.
- La respuesta es compleja. Una noche fui a cenar con los cuatro actores, bebimos hasta altas horas y ellos mismos hicieron miles de chistes sobre negros o judíos y mucho más fuertes que los que salen en la película. Esos estereotipos son algo que existe y de una forma u otra tienen que aprender a convivir con ellos. Los prejuicios sobre todo surgen cuando uno no conoce a las personas, si tienes amigos árabes es más difícil que pienses que los árabes son de tal manera.
- ¿Cree que Francia es un país racista?
- Hay una cierta esquizofrenia. Hay muchos racistas pero también es un país en el que hay muchos matrimonios mixtos. Hay muchas estrellas del cine o la música de origen inmigrante. Hay cosas muy negativas y muy positivas al mismo tiempo, eso hace difícil dar una respuesta. La esperanza sin duda está en la nueva generación, lo ves en el metro de París, los adolescentes se mezclan de una manera muy natural.
- El ascenso del Frente Nacional es observado con preocupación en toda Europa.
- No todos las personas que votan a ese partido son racistas, muchos fueron comunistas. Hay que observar su éxito con cautela porque triunfan porque la abstención es muy alta. En la suma de votos son más o menos los mismos que han tenido siempre, el problema es el desencanto de la gente con los partidos tradicionales que se convierten en abstencionistas. Si todo el mundo votara, el Frente Nacional volvería a su sitio. Es una crisis moral y política. No solo sucede en Francia, hay una crisis en toda Europa y surgen partidos populistas. Cuando la gente está desesperada se aferra a soluciones milagrosas.
- ¿Le preocupaba que su uso de la comedia quedara frívolo al tratar un tema grave como el del racismo?
- La palabra frívolo me parece un poco fuerte. La película sí tiene un tono ligero pero la comedia siempre ha sido un vehículo fantástico para hablar de asuntos que afectan a la sociedad. La comedia es mi manera habitual de funcionar, cuando pienso en una película lo primero que se me ocurre es la manera de hacer reír a la gente. Cuando era pequeño mi familia se mudaba de ciudad con frecuencia y hacer reír a la gente era mi fuerte y mi manera de integrarme en nuevas comunidades, eso se quedó en mí.
- ¿Hay una intención política en ese menaje positivo del filme?
- No en un principio. Es algo menos racional, mi primera intención es que la gente pase un buen rato y mostrar las complejidades de las personas. Después es una realidad que todo tiene un significado político. Por ejemplo, cuando escribí los personajes de la pareja de burgueses mayores no pensaba nada más que en ellos en concreto. Después mucha gente ha visto una metáfora de la confusión de Europa porque están confusos y deprimidos, y estoy de acuerdo en que su fatiga es una metáfora. Hay una Europa que cambia y que va en una dirección y hay una clase dirigente tradicional que sufre. Pero no quería hacer una película política.