Claudia Llosa durante el encuentro con los alumnos en la Escuela TAI. Foto: Miguel Maroto/TAI Foto
15 años después de terminar sus estudios, Claudia Llosa (Lima, 1976) volvió a la Escuela TAI, en la que sintió que "por fin" estaba donde quería estar, para hablar con los alumnos de una exitosa trayectoria que pasa por el éxito de Madeinusa (2006), el Oso de Oro en Berlín para La teta asustada (2009), también nominada al Oscar, y culmina con el estreno de No llores, vuela, tras su paso por la Berlinale de hace casi un año.Un largo período desde entonces marcado por la voluntad de Sony, distribuidora internacional, de estrenar la película en invierno (es cierto que sus paisajes gélidos de Manitoba no casan demasiado bien con la época estival) y como explicó la directora: "Por desgracia la piratería es tan fuerte a nivel global que es muy difícil plantear estrenos muy distantes entre unos países y otros porque en seguida la encuentras online así que unimos fuerzas para que haya un estreno mundial". Un tiempo, de todos modos, que la cineasta ha aprovechado para afinar algunos de sus elementos: "La película es la misma pero tuve el tiempo que me hubiera gustado tener antes de Berlín. Yo ahora la veo y es justo lo que quería. La tecnología también te permite hacer esos cambios, algo que antes era más complicado".
No llores, vuela cuenta la historia en dos tiempos de una familia marcada por la distancia y la tragedia. En el tiempo pasado, Jennifer Connelly es la madre de dos niños hasta que un accidente rompe el núcleo familiar. Y en el presente Connelly es una famosa sanadora cuyos poderes curativos atraen a miles de personas y su hijo (Cilian Murphy) vive en plena naturaleza trabajando como cetrero (criador de halcones). Ambos llevan años distanciados. La aparición de una periodista propiciará un reencuentro de resonancias telúricas: "La película te pone en la misma piel de cada uno de los personajes. ¿Qué es más generoso, ser madre de uno, madre de cien o madre de mil? Ella es como un halcón que logra ver la vida con una objetividad tan grande que se distancia de su propio hijo. No quiero juzgarla, pero el entendimiento tampoco implica justificación".
Llosa insiste a sus alumnos en que la película es un viaje hacia la "conexión" de los personajes consigo mismos. "Debemos aceptar nuestra subjetividad, nuestra propia verdad para que esa conexión sea genuina. Cada personaje tiene un diálogo con su propia oscuridad porque la vida es un viaje que no siempre se puede racionalizar. Cuando la existencia te pone al límite, cuando ni la religión, ni la filosofía, ni la ciencia te dan respuesta: ¿Adónde vas? El arte no es más que otra manera de sublimar nuestra relación con nuestra vulnerabilidad. Cada reescritura del guión supone una lucha contra eso, es un esfuerzo por profundizar precisamente en esa fragilidad. Cuando lo asumes puedes seguir tu camino porque te haces cargo de tu propia tragedia. Sigues no a pesar de ella sino con ella. Todos nos enfrentamos a la incertidumbre de la vida y no siempre encuentras una respuesta. Hay un punto de ceguera para seguir adelante, incluso en creer en uno mismo".
Película muy cercana a las emociones primarias de sus personajes, No llores, vuela es una película de actores: "Cilian y Jennifer fueron muy generosos. Es realmente increíble que tantos artistas y tantas personas se unan para llevar a cabo el deseo de un cineasta y que se convierta en un deseo común. Contar con tan buenos actores me cambió por completo el proceso. Con actores no profesionales o menos experimentados ensayas mucho más porque tienes que marcarles de una manera muy clara el camino. Aquí el rodaje se convirtió en algo mucho más intuitivo, con una cámara mucho más activa, en movimiento, para estar físicamente cerca. Te mueves con ellos y la cámara casi es 360 grados. Lo que queríamos es que tú te sientas dentro de la película, que puedas estar allí con ellos. Lo mismo con el sonido, lateralizamos los diálogos (que normalmente surgen del centro de la pantalla) para que pudieras escucharlos como si estuvieras con ellos. Es algo muy poco usado pero que te da esa sensación de inmersión".
La cineasta, afincada en Barcelona donde vive con su marido e hijos, recordó sus inicios y defendió la idea de que es más difícil escribir un guión que dirigir la película: "Cuando mandé mi primer guión al productor fue él quien me dijo que por qué no la dirigía yo. Yo no tenía ninguna experiencia dirigiendo y fue aprendiendo sobre la marcha. Dirigir es muy difícil pero es más complicado escribir un guión e inventar una historia", afirmó la directora. Llosa también rememoró el efecto positivo que tuvo el éxito internacional de La teta asustada como revulsivo del orgullo patrio peruano: "Mucha gente se dio cuenta de que más allá de la selección de fútbol los peruanos también podemos conseguir otros logros".
Cuando Carlos Reviriego, en su papel de entrevistador y moderador del diálogo con los alumnos, le pidió un consejo para los futuros cineastas, que como ella, sueñan con triunfar en los grandes festivales, como no podía ser de otra manera les dijo: "Aceptad vuestra vulnerabilidad y desde ese lugar en el que son más frágiles es desde donde deben trabajar. No creo que salga realmente genuino desde otro lugar".