Juan Carlos Fresnadillo, Nacho Vigalondo, Borja Cobeaga, Javier Fesser y Esteban Crespo. Foto: Marina Rodríguez

"Parece el final de Lost", comentaba divertido el director Nacho Vigalondo al percatarse de que la tertulia que tenía lugar en ese momento representaba un hecho sin precedente para el cine español. Nuestros cinco directores nominados al Oscar a mejor corto de ficción se reunían por primera vez y lo hacían en un atestado salón de actos de la Escuela TAI, institución encomendada a formar a los cineastas del futuro. Junto al director de Los cronocrímenes se encontraban Juan Carlos Fresnadillo, Borja Cobeaga, Javier Fesser y Esteban Crespo dispuestos a hacer un homenaje a un formato tan estimulante en sus propuestas como opaco para el público y que, para todos ellos, ha tenido una gran influencia en el desarrollo posterior de sus carreras.



La tertulia comenzaba con los cinco cineastas repasando los detalles del proceso de selección que tiene que pasar un cortometraje para llegar a ser nominado por la Academia de Hollywood. El primer requisito consiste en proclamarse vencedor en alguno de los cerca de 200 festivales oficiales repartidos por todo el mundo que dan derecho a ser candidato. Después hay que pasar una peculiar prueba: las sesiones de las linternas. "Los cortos se proyectan ante un comité formado por miembros de la Academia", explicaba Cobeaga, que logró su nominación por Eramos pocos en 2007. "Pero se proyectan tan solo entre seis y siete minutos de una pieza que puede durar 30 minutos y después los encargados de la selección tienen unas linternas que puedan encender si creen que ya han visto suficiente y así pasan al siguiente".



"Si en 7 minutos no te atrapa un corto es que algo va mal", opinaba Javier Fesser, que fue nominado por Binta y la gran idea el mismo año que Cobeaga. Por su parte, Esteban Crespo, que logró su nominación el año pasado por Aquel no era yo, explicó su experiencia con la promoción durante los días previos. "Nos recomendaron que contratáramos a un publicista pero cuando llegamos no pudimos encontrar a ninguno libre e igual había nominados que llevaban cuatro meses haciendo promoción". En cuanto a las suspicacias que pueda levantar el proceso de votación hubo disparidad de opiniones. "Desde mi asiento en la gala vi como la responsable de Annapurna, la productora más puntera del momento, saludaba al productor del corto que finalmente se iba a proclamar ganador y fue cuando empecé a pensar que nuestras opciones se esfumaban", comentaba Crespo. Sin embargo, Fesser prefiere pensar que las cosas no funcionan así. "Entrar en el proceso es colaborar a que se perpetúe. Igual que cuando son los Goya no llamo a mis amigos académicos para que me voten, si me nominan en los Oscar prefiero no contratar a un publicista. Creo que la película tiene que hablar por sí misma".



Pero, ¿existe un modelo de corto con más posibilidades de ser elegido en los Oscar? Esta fue una de las cuestiones sobre la que versó más tiempo la conversación entre los cineastas. "El objetivo tiene que ser hacer un buen corto, lo demás es secundario", opinaba Juan Carlos Fresnadillo, que fue quien abrió el camino con Esposados hace ya casi 20 años. "De hecho, nuestros cinco cortos son muy divergentes", añadía Vigalondo. Javier Fesser sin embargo si cree que existen algunos parámetros que definen los gustos de los académicos. "Cuando fui jurado del Festival de Berlín encontré cosas muy raras y extrañas que realmente no me inspiraron nada. Sin embargo, en los Oscar creo que priman las historias sencillas pero bien contadas con un toque de buenismo".



Fresnadillo, que está asentado en la industria de Hollywood desde hace años, opina que aquel corto de 1996 fue vital para lograr hacer carrera en el mundo del cine. "Era lo primero que dirigía y fue intenso y aleccionador, un apoyo moral y escénico importantísimo. Hubo productores que se enteraron de quién era y me abrió las puertas a proyectos internacionales... Me sentí con un aval para mi primera película". Algo parecido significó para Vigalondo su corto 7:35 de la mañana. "Cuando recibí la nominación supe que si no hacía entonces mi primera película no la haría nunca y de hecho opté por un proyecto que probablemente en otras circunstancias no podría haber hecho". A Cobeaga la nominación también le abrió las puertas del largo, mientras que Fesser estaba ya consolidado en la industria cuando recibió su nominación. Sin embargo, aunque pasar por los Oscar antes era como comprar un ticket para realizar tu primera película, ahora no parece tan sencillo. "Ahora es difícil que te abran la puerta", comentaba Esteban Crespo. "Es un momento complicado. Lo normal sería hacer un largo en España pero aquí los productores están muy parados y optan por los directores con los que ya han trabajado. En EEUU tengo manager pero me da la impresión de que te marean". "Hollywood es muy complicado porque los proyectos llegan a mucho gente", opinaba Fresnadillo. "Lo mejor es aprovechar la visibilidad para trabajar en tu país".



Otra de las cuestiones sobre la que debatieron los cineastas fue sobre la consideración que tiene el mundo del corto en el panorama actual del cine. "Quizás esta infravalorado porque no tiene un mercado real y en general el interés depende del dinero que se mueve", explicaba Vigalondo y continuaba afirmando que no hay que desdeñar internet. "Antes, aunque ganaras un festival, lo veían cuatro gatos. Ahora con youtube las posibilidades se amplían. Desde mi punto de vista, alguien que graba un buen trompazo y lo sube a internet está creando un corto documental".