Noche, oscuridad, calor. Cine de verano en la plaza del pueblo. Una de tiros, de amores prohibidos, de aventuras míticas... De Jamón, Jamón a Lawrence de Arabia, escritores, artistas, cineastas, músicos, actores y directores teatrales recuerdan aquí aquella película que vieron en plena ola de calor.

La luna llena estival espolea en mí la atracción hacia un tiempo de aventuras a cielo abierto. Me hace sentir la amenaza del ataque de los comanches, quienes, para poder cabalgar durante la noche, hacían coincidir con ella sus incursiones con tal puntualidad que aún hoy se denomina comanche moon esta fase lunar en el sur de los Estados Unidos. La banda de "Cicatriz" rapta al caer la noche a la pequeña Debbie en la película que quiero destacar, Centauros del desierto, de John Ford. Está basada en la novela The Searchers (1954) de Alan Le May, recientemente publicada en la colección Valdemar-Frontera, que está recuperando grandes relatos en los que se basaron muchos de los clásicos cinematográficos del Oeste.



Buena parte de sus escenas fueron rodadas en Monument Valley, territorio navajo de Nuevo México, paisaje sobrecogedor y sagrado que he tenido la suerte de recorrer, a lomos de un caballo llamado Black Shadow, bajo la luna comanche. Allí quedó sembrada la idea de hacer una exposición sobre estas naturalezas, sus habitantes y los artistas pioneros que reflejaron en el siglo XIX ese nuevo-viejo mundo, como Karl Bodmer, George Catlin, William Henry Jackson, Edward S. Curtis… la cual reconoce también el papel que ha jugado el cine en la prolongación de esa intensa fascinación hasta nuestros días. La Ilusión del Lejano Oeste se inaugurará el 3 de noviembre en el Museo Thyssen-Bornemisza. Ya se oyen silbar las flechas.

Sus libros-caja son su microcosmos, paisajes que expresan la naturaleza en toda su fenomenología, geográfica y simbólica. Es la Biblioteca del bosque de Miguel Ángel Blanco (Madrid, 1958), que continúa engrosando desde que la inició en 1985 a base de ramas, fragmetnos de troncos, hongos, piñas, piñones, nudos de raíz, mármol, cristal de roca… En 2013, hizo una relectura del Museo del Prado con Historias Naturales, y un año después puso en diálogo sus obras con las del Museo de Romanticismo de Madrid con El aura de los ciervos.