Aprovechando el estreno este viernes de la versión cinematográfica de El séquito, repasamos otras series que, con desigual resultado, han desembarcado en la gran pantalla

Hoy en día se ha popularizado la idea de que "el mejor cine está en la televisión". Está sentencia, que comienza a estar demasiado manida por críticos, opinadores y público en general, viene a decir que a día de hoy la calidad en formato audiovisual es propiedad exclusiva de la HBO, Showtime, Netflix o Amazon; mientras que el cine se ha vendido definitivamente a las rentables estridencias. Pero, ¿no se siguen haciendo películas maravillosas incluso en Hollywood? ¿Es realmente comparable una serie, que tiene cientos de horas para trazar un viaje, a una película que solo dispone de dos horas? ¿No está más cerca una serie como Los Soprano de la novela decimonónica que del propio cine? Dejando de lado las dudas que plantea tal afirmación, en muchas ocasiones se ha tratado de rentabilizar en la gran pantalla el éxito de algunas series y no ya realizando remakes con un nuevo reparto sino continuando la línea argumental con los mismos actores. Y, ¿qué ha ocurrido al llevar el mejor cine (el que supuestamente se hace en las series de televisión) a la gran pantalla? ¿Se alcanza el súmmum de la brillantez? ¿O más bien todo lo contrario?



Esta semana se estrena El séquito. La película, la versión cinematográfica de la serie protagonizada por el actor Vinnie Chase (Adrien Granier), que en compañía de su hermano Johnny Drama y sus amigos Eric y Tortuga, trata de abrirse camino en el competitivo mundo de Hollywood hasta el escalafón más alto de las estrellas. La serie se emitió en la HBO entre 2004 y 2011 y vino a materializar ese sueño masculino de alcanzar poder, fama y, claro, mujeres sin quebrantar las leyes básicas de la amistad. Tachada a veces de misógina, El séquito destacaba por la inclusión de famosos interpretándose a ellos mismos (impagables los cameos de Matt Damon, Bob Saget o Ralph Macchio...), y por la enorme interpretación de Jeremy Piven como el homófobo y locuaz agente de actores, Ari Gold. Cada capítulo de la serie, dotados normalmente de un ritmo frenético, tenía una duración de 20 minutos. A partir de este viernes podremos ver que tal funciona su traslación a la pantalla y si el resultado supera lo visto en otros proyectos similares que vamos a abordar.



Star Trek: La película (Robert Wise, 1979)



Poco podía imaginar Gene Roddenberry que su serie de ciencia ficción, que subsistió con bajas cifras de audiencia en la parrilla de la NBC durante tres temporadas, de 1966 a 1969, hasta que fue cancelada, resucitaría casi una década después para trasladarse a la gran pantalla. La culpable fue la redifusión que convirtió la nave Enterprise y a sus tripulantes en auténtica materia de culto durante toda la década de los 60. Aunque la serie no era un producto que destilara una gran originalidad, más bien era una mezcla bien servida de otras referencias de ciencia ficción (la película Planeta prohibido y novelas de A. E. van Vogt o Erik Frank Russell) sí que tenía elementos que la hacían muy atractiva como una tripulación multicultural en una época de grandes tensiones raciales. Roddenberry también demostró una gran intuición a la hora de simplificar la producción a través de artefactos tecnológicos inventados tales como el teletransportador, que permitía ahorrar en las caras escenas de aterrizaje.



A partir de 1974, ya con la serie triunfando en la redifusión, se empezaron a idear proyectos para volver a poner a la tripulación del Enterprise en órbita. El éxito de Star Wars en 1977 convenció definitivamente a los directivos de Paramount de que había que llevar Star Trek a la gran pantalla. El director Robert Wise se puso a las órdenes desde la silla del director mientras que el reparto de la serie volvía a enfundarse el mono de la Flota Estelar. La película acabó siendo todo un éxito, triplicando su presupuesto en taquilla. Sin embargo, por el camino de la tele a la gran pantalla se perdió cierta ligereza camp que enfadó a muchos fans de la serie. La película, gracias al trabajo del legendario Douglas Trumbull, consiguió maravillar a los espectadores con sus efectos especiales. Sin embargo, el guion adolecía de graves lagunas. ¿Mereció la pena? Infinidad de continuaciones en uno y otro medio indican que el trasvase de la tele al cine fue suficientemente satisfactorio.



Twin Peaks: fuego camina conmigo (David Lynch, 1992)



La ABC no podía imaginar el fenómeno que estaba a punto de desatar con el estreno de un producto en el que no había depositado muchas esperanzas. Era una idea del díscolo y brillante director David Lynch, que acababa de realizar una de sus mejores películas, Terciopelo azul (1986), y del productor televisivo Mark Frost. La historia comenzaba con el hallazgo del cadáver de Laura Palmer, la chica más popular del remoto e inquietante pueblo de Twin Peaks y durante la primera temporada la identidad oculta del asesino fue un reclamo al que el público no pudo resistirse. Sin embargo, contra la idea de Lynch, al principio de la segunda temporada se descubrió quién era el culpable del asesinato y la audiencia comenzó a declinar. Para el recuerdo quedan unos personajes inolvidables como el optimista y muy zen Agente Cooper o secundarios tan estrafalarios como la mujer del leño, además de esa cotidianidad de donuts y cafés mezclada con la sordidez que se esconde tras la aparente normalidad.



A medida que Lynch iba desconectándose de la serie por los enfrentamientos con los productores, Twin Peaks iba perdiendo interés y se podría decir que la segunda temporada fue un desastre total si no fuera porque el director se encargó del último capítulo, logrando un más que digno, bello e inquietante final. La serie estuvo en antena del 8 de abril de 1990 al 10 de junio de 1991 y de manera inesperada el director retomó a los personajes para narrar en el cine los últimos días de Laura Palmer en Twin Peaks: fuego camina conmigo. La película recibió críticas funestas y el público también le dio la espalda pero, con el paso de los años, se ha ido convirtiendo en otro producto de culto y otra de las razones para retomar la serie en 2016, un proyecto en el que definitivamente estarán Lynch, Frost, la mayor parte del reparto original y que se emitirá en Showtime. ¿Mereció la pena la película? Un sí rotundo porque por todo el filme se despliega ese sello tan lynchniano de pesadilla que después potenciaría en sus dos películas posteriores, Carretera perdida y Mullholland Drive.



Expediente X: Enfréntate al futuro (Rob Bowman, 1998)



Esta serie le ponía la mosca a uno detrás de la oreja (y alguna vez le subía otra cosa a la garganta). Fue Chris Carter, un productor cansado de realizar comedias para la televisión, quien puso en marcha esta serie sobre fenómenos paranormales protagonizada por dos agentes del FBI, la escéptica agente Scully (Gillian Anderson) y el conspiranoico agente Mulder (David Duchovny). De hecho, la tensión tanto profesional como sexual no resuelta entre ambos era uno de los mayores reclamos de la serie e incluso Catatonia les dedicó un canción en 1998. Ovnis, vampiros, hombres lobos, el chupacabras y toda clase de seres mitológicos y de otros planetas poblaban una serie que durante 9 temporadas estuvo en antena en la Fox, desde el 10 de septiembre de 1993 al 19 de mayo de 2002. Más allá de ser el típico procesal en el que en cada capítulo se centra en un caso, la historia venía a proponer una conspiración según la cual los extraterrestres estaban ya aquí y dominaban las altas esferas del gobierno estadounidense.



En 1998, Chris Carter se empeño en realizar una película entre la quinta y la sexta temporada. La decepción de los seguidores de la serie fue considerable ya que apenas resolvía ninguna de las incógnitas que habían sido lanzadas a lo largo de la vida de la serie. Se trataba de un episodio de dos horas, entretenido pero innecesario. Después se rodaría otra película, con la serie ya finalizada, todavía más intrascendente que la primera. Pero, por si fuera poco, el pasado marzo se anunciaba que se rodaría una nueva temporada de 6 capítulos a partir de este verano. ¿Se puede estirar más la goma?



Sexo en Nueva York: la película (Michael Patrick King, 2008)



Muchos califican El séquito como una Sexo en Nueva York para hombres. ¿Y que es Sexo en Nueva York? Pues en su tiempo (estuvo en antena entre 1998 y 2004) era uno de los estandartes de la HBO, coincidiendo en la parrilla con otro de los hitos de la llamada Edad de Oro de las series, Los Soprano. La historia adaptaba un libro de Candace Bushnell, una columnista estadounidense famosa por sus artículos de opinión sobre sexo. Protagonizada por Sarah Jessica Parker en el papel de Carrie Bradshaw, la serie retrata la vida de cuatro mujeres independientes en la treintena en busca de todo aquello a los que nos empuja la vida moderno: el éxito, el dinero, el sexo y el amor. Además, Sexo en Nueva York afrontaba temas relacionados con la liberación de la mujer en el nuevo milenio y servía de referencia en el mundo de la moda. La película, estrenada en 2008, arrasó en taquilla en todo el mundo. Sin embargo, como es habitual en estos casos, no pasó de ser un capítulo estirado y sobre todo ultraestilizado, que perdía naturalidad para parecer un anuncio de moda la mayor parte del tiempo, algo que se haría aún más notorio en una segunda parte completamente innecesaria.



Serenity (Joss Whedon, 2005)



Josh Wheedon, responsable de las dos ultrataquilleras entregas de Los Vengadores de Marvel, inicio su carrera en la televisión. Primero con Buffy Cazavampiros, que fue todo un éxito de audiencia y más tarde, en 2002, con Firefly, que no consiguió un gran número de espectadores pero sí muy fieles. Se trataba de una space opera con toques de western en la que destacaba el carisma de su protagonista, Nathan Fillon (ahora en Castle). La serie solo aguantó en la parrilla de la FOX once de los catorce capítulos de su primera temporada pero gracias al éxito de la venta en DVD, Universal Pictures se decidió a realizar una película. El resultado fue un vertiginoso filme de aventuras galácticas que le daba un repaso a la vacía y mortecina nueva trilogía de Star Wars que acaba de finalizar George Lucas en ese mismo año, 2005.



@JavierYusteTosi