Noche, oscuridad, calor. Cine de verano en la plaza del pueblo. Una de tiros, de amores prohibidos, de aventuras míticas... De Jamón, Jamón a Lawrence de Arabia, escritores, artistas, cineastas, músicos, actores y directores teatrales recuerdan aquí aquella película que vieron en plena ola de calor.

Vi El marido de la peluquera en su estreno en los cines Alphaville. Instantáneamente me sentí identificado con ese niño que jugaba en la playa con todas sus partes escocidas por el contacto con el bañador de lana que le había tejido su madre. Yo he sido de piel muy blanca. Durante todos los veranos me abrasaba al sol y me pelaba varias veces. A mi madre le encantaba ir a la playa. Recuerdo el olor de los paños de vinagre que me ponía por las noches.



De niño siempre fui un poco delicado, debilucho, no hacía ningún deporte, tenía todas las alergias posibles y para colmo demostré un temprano interés por la lectura. El apoyo de mi madre en todas mis decisiones fue fundamental para que en el entorno tan duro de mi infancia yo desarrollara las aptitudes que luego me fueron orientando a ser artista. De chaval trabajaba con el camión de mi padre y de aprendiz de albañil en la construcción. Si hubiera sido un chico "fuerte" y adaptado con facilidad al medio en el que vivía ahora no sería artista.

Mateo Maté (Madrid, 1965) es uno de nuestros artistas mejor valorados y con mayor proyección dentro y fuera de nuestro país. Conocidos son ya sus objetos, la mayoría de su entorno doméstico, con los que reflexiona sobre los espacios que habitamos.