Noche, oscuridad, calor. Cine de verano en la plaza del pueblo. Una de tiros, de amores prohibidos, de aventuras míticas... De Jamón, Jamón a Lawrence de Arabia, escritores, artistas, cineastas, músicos, actores y directores teatrales recuerdan aquí aquella película que vieron en plena ola de calor.
La película que recuerdo de una forma especial es El cebo (1958), de Ladislao Vajda. No es una película muy veraniega (por su temática, por su blanco y negro…) pero me produjo una profunda impresión a mis doce años. La descubrí en una de esas sesiones doble de cine de la época, en el cine Covadonga, que ya no existe. Entonces íbamos a dejarnos deslumbrar por la pantalla grande, por 1,50 pesetas, a cines así, entre los que se encontraba también el Colón, el Príncipe Alfonso o el Chamberí.Veíamos las películas varias veces porque entrábamos a las cuatro de la tarde y salíamos a las diez. En mi caso, dos veces y media, hasta que ya tenía que irme a casa. Generalmente no sabíamos qué íbamos a ver. En el caso de El cebo he de decir que me dejó traspuesto, sin valorar en ese momento nada más que el impacto de su historia. Después la he vuelto a ver y la he visto desde otra óptica. También recuerdo de esa época las películas de la Segunda Guerra Mundial, con las que disfrutábamos y nos lo pasábamos en grande.