Noche, oscuridad, calor. Cine de verano en la plaza del pueblo. Una de tiros, de amores prohibidos, de aventuras míticas... De Jamón, Jamón a Lawrence de Arabia, escritores, artistas, cineastas, músicos, actores y directores teatrales recuerdan aquí aquella película que vieron en plena ola de calor.

Los momentos de cine estival que con más cariño recuerdo son los que organizaba mi padre en el patio de casa, después de la cena, siendo yo muy pequeña. Extendíamos una sábana blanca -menos rugosa que la pared- y él solía proyectar pequeños cortos caseros de súper 8, Mickey Mouse, Heidi o cortos de Chaplin. Los vecinos se congregaban en sus ventanas para unirse a la sesión (era un patio interior bastante amplio en un edificio de cinco plantas con muchas viviendas) pero a menudo se quejaban de que no hubiese sonido. Así es que mi padre empezó a añadir una cassette con música apropiada para hacer la banda sonora.



Seguramente no tendrían queja el día que nos puso, ya en formato sonoro, Murieron con las botas puestas con Errol Flynn, muy admirado en casa sobre todo por su asombroso parecido con mi padre de joven. En nuestro Cinema Paradiso particular, debíamos de parecer nosotros mismos una peli de Berlanga o de Fellini.

De origen ibicenco, la violinista Lina Tur Bonet recibió sus primeras lecciones de música a la edad de tres años, de la mano de su padre, Antonio Tur, compaginándolo con clases de danza. Posteriormente, viaja fuera de España para recibir formación como violinista en las Universidades de Friburgo y Viena con los Profesores Nicolas Chumachenco, Gunther Pichler y Hiro Kurosaki. También recibe clases magistrales de emiencias como Tibor Varga, Joseph Silverstein o Erich Höbarth. Actualmente alterna su actividad con la cátedra de violín romántico en el Conservatorio de Zaragoza, donde también se ocupa de la asignatura de Conjunto Barroco, profundizando en ambos repertorios.