Noche, oscuridad, calor. Cine de verano en la plaza del pueblo. Una de tiros, de amores prohibidos, de aventuras míticas... De Jamón, Jamón a Lawrence de Arabia, escritores, artistas, cineastas, músicos, actores y directores teatrales recuerdan aquí aquella película que vieron en plena ola de calor.

Recordar el pasado puede ser un ejercicio en que se mezclen realidades y ficciones. Atendiendo a la cuestión que se nos plantea mi recuerdo está bastante lleno de evanescencia pues se remonta a los años sesenta cuando cerca del domicilio donde vivía en verano se montaba un cine de verano. Todo era muy precario pero tenía un sabor muy especial, nunca mejor dicho a tenor de todas las bandas familiares que acudíamos en aquellas calurosas noches madrileñas.

Y en una de esas noches sesenteras, en uno de esos programas dobles que empezaban cuando caía la tarde me vi sorprendido por uno de mis primeros brotes cinéfilos que luego se hicieron norma en mi imaginario cultural y de entretenimiento. Y esa iluminación vino de la mano de Billy Wilder, era su película Con faldas y a lo loco, y por supuesto la seducción producida por ese animal de la pantalla, la formidable Marilyn Monroe. Por supuesto acompañada por esos actores en estado de gracia, Jack Lemmon, Tony Curtis y ese ser indescriptible, Jon E. Brown y su inefable frase con la que se pone fin a la película: "Nadie es perfecto".

Por supuesto que luego he vuelto a ver esta película en muchas ocasiones, en diferentes salas o en un video en mi propia casa, pero nunca, como aquella noche, seguramente comiendo el bocadillo que me habría preparado mi madre, las imágenes de aquella comedia sintieron tanta emotividad.