Noche, oscuridad, calor. Cine de verano en la plaza del pueblo. Una de tiros, de amores prohibidos, de aventuras míticas... De Jamón, Jamón a Lawrence de Arabia, escritores, artistas, cineastas, músicos, actores y directores teatrales recuerdan aquí aquella película que vieron en plena ola de calor.
En el verano de Santander, que pasaba en casa de mis abuelos, y adonde mis padres, que residían en Ciudad Rodrigo (Salamanca), me enviaban durante dos meses sin faltar año, mi refugio eran las grandes salas de cine de la ciudad, ya desaparecidas (refugio contra las jornadas interminables de playa, que odiaba y odio). Fue en el Capitol donde vi por primera vez Lawrence de Arabia, la película de David Lean.Creo que debía de tener unos catorce años, y ya entonces me impresionaron más las cosas que se decían en esa película, que la historia y las imágenes. Supongo que fue todo a la vez, pero yo me quedé con la impresión -en aquel tiempo en que me parecía que los escritores eran dioses o magos (qué tiempos)- de que jamás llegaría a inventar frases como aquellas. Con la edad, la impresión no ha variado mucho y quizá a causa de ella la película se ha convertido en la que más veces he visto.