No falta la persecución en moto, como en las entregas anteriores de Missión: Imposible.

El éxito de la quinta parte de la saga de Misión: Imposible ha pillado a muchos por sorpresa. Cuentan los distribuidores que España es un país especialmente fiel a las estrellas de Hollywood y mientras astros como Tom Cruise o Bruce Willis estaban en su país de capa caída aquí seguían triunfando como en los viejos tiempos, pero hasta Cruise llevaba como mínimo un par de pinchazos seguidos. La larga travesía en el desierto del actor comenzó con sus célebres (por los motivos malos) saltos en el sofá de Oprah Winfrey allá por el año 2006 y una larga década le ha costado recuperar su estatus, y lo ha hecho porque Nación secreta está arrasando en Estados Unidos y llega a España precedida de fastuosas críticas. Después de diez años de palo, parece que Cruise "is back".



Por el camino, fracasos como Misión: Imposible. Protocolo fantasma (2011), o sus dos películas de ciencia ficción, Oblivion (2013) y Al filo del mañana (2014). Lo más curioso del asunto: eran buenas películas. Porque Tom Cruise, en general, ha hecho buenas películas. Bienvenido sea, pues, este regreso al éxito del actor con una nueva Misión: Imposible en la que, también productor, recupera el tono original de aquella saga iniciada de forma memorable por Brian de Palma hace 20 años. Basada en una serie de los 60 y 70, en plena Guerra Fría, la franquicia siempre estuvo inspirada en esos tiempos de agentes dobles y triples (el fundamental juego de la máscara) que nos sumergen de lleno en ese universo de secretos y mentiras en bucle de las novelas de John Le Carré.



Misión: imposible. Nación secreta es una película menos ruidosa que las anteriores (descuenten la primera) y menos espectacular en el buen sentido de la palabra. El filme de Christopher McQuarrie busca una acción más física y menos rimbombante porque de lo que se trata, sobre todo, es de ver a Cruise sufrir por su vida y demostrar sus dotes como atleta, que son muchas. Y aquí llega otra buena noticia, Cruise se esfuerza menos por hacer de buen actor y está estupendo como héroe de acción puro y duro con reminiscencias de ese samurái de Alain Delon. Nación secreta es una película más áspera, menos derrochona y lujosa que las anteriores y en este sentido también lejos de los estándares de Hollywood, de ahí quizá su éxito.



Comienza con un clásico: Ethan Hunt (Cruise) es apartado del servicio secreto y la unidad "Misión imposible", desmantelada por haber tomado excesivos riesgos. Perseguido y señalado por su gobierno, no ceja en su empeño por salvar al mundo de los malos y se enfrenta a un misterioso sindicato que se dedica a hacer cundir el caos en el mundo con asesinatos y atentados. Y por el camino aparece una misteriosa villana (Rebecca Ferguson) que se reivindica buena pero nunca dejamos de dudar de ella. La saga tiene sus rutinas y los fans las esperan: la "misión imposible" en la que el héroe penetra en algún lugar ultraprotegido, una cierta ironía que actúa como contrapunto o la persecución en moto no faltan. Ambientada básicamente en Londres y Marruecos el filme ofrece toda la acción que cabe esperar y de forma sutil trata de hacer una parábola sobre la paranoia contemporánea (quizá eterna) de que los acontecimientos son controlados por asociaciones secretas. Larga vida a Ethan Hunt.