Noche, oscuridad, calor. Cine de verano en la plaza del pueblo. Una de tiros, de amores prohibidos, de aventuras míticas... De Jamón, Jamón a Lawrence de Arabia, escritores, artistas, cineastas, músicos, actores y directores teatrales recuerdan aquí aquella película que vieron en plena ola de calor.
La Dolce Vita de Fellini es sin duda, una de las películas que más me han marcado y que más asocio al verano. Noches calurosas romanas que luego tuve ocasión de experimentar. El baño de Anita Eckberg en la Fontana di Trevi, las terrazas de Vía Venetto, las chicas tomando el sol en las azoteas, mientras sobrevolaba un Cristo que pendía de un helicóptero. Todo el olor a decadencia humana, y de una cultura, y el retrato amplio y abierto sobre un conjunto de personajes. Sin duda una de mis películas favoritas.Cuando hace nada Sorrentino esttenaba La Gran Belleza, me secuestró del mismo modo, me empujó con la misma rotundidad. Esas dos obras maestras son para mí, el estío de nuestra civilización occidental.