Ben Stiller y Naomi Watts en Mientras seamos jóvenes, de Noah Baumbach

Ha hecho tres películas en un año y esta es la primera en llegar: Mientras seamos jóvenes. Noah Baumbach reúne a Ben Stiller y Naomi Watts en una comedia sobre la amistad, la juventud, el cine y la crisis de los cincuenta.

Veinte años ya desde que Noah Baumbach debutara con Kicking and Screeaming (1995). Diez años desde su verdadera revelación con Una historia de Brooklyn (2005), y la pesada sombra de la sátira cínica y cruel se instaló en el discurso intelectual de sus películas hasta prácticamente hacerlo rehén. Se decía que si su amigo íntimo Wes Anderson amaba a sus personajes porque siempre se coloca al lado de ellos, él trataba a los suyos con superioridad y hasta desprecio.



Pareciera de hecho que desde entonces el director neoyorquino, con su peculiar forma de articular drama y comedia para que parezcan inarticulables, aún tratara de liberarse de esas cadenas. Pero digámoslo con claridad: Baumbach no es el ser cruel, frío y desencantado que los dramas familiares de Una historia de Brooklyn y Margot y la boda (2007) nos invitan a pensar. Es más: sus películas pueden ser encantadoras. En verdad es un autor de comedias, algunas de ellas dirigidas incluso por Wes Anderson.



Su actividad se ha intensificado en los últimos años. De hecho, la comedia que ahora llega a salas españolas, Mientras seamos jóvenes, no es su último trabajo. Ya ha realizado dos largometrajes más desde entonces: la muy celebrada Mistress America, donde recupera su colaboración con Greta Gerwig iniciada en Greenberg (2010) y fortalecida en Frances Ha (2012), y un documental sobre Brian de Palma que presentará a finales de mes. Será la tercera película que estrena en un año.



Aunque solo fuera porque Josh (Ben Stiller), el protagonista de Mientras seamos jóvenes, es un director de documentales, es muy posible que esta sea la película más personal de Baumbach hasta el momento. Su principal preocupación es la colisión entre la edad real y la anímica, es decir, la necesidad de mantenerse joven de espíritu a pesar de las arrugas, que es acaso también una de las principales obsesiones de su cine. De algún modo esa cuestión recorría de principio a fin los fotogramas en blanco y negro de Frances Ha, su mejor película hasta la fecha.



Mientras seamos jóvenes es un filme en permanente tensión consigo mismo, siempre dispuesto a llevarse la contraria aunque sea a su pesar. Pero hasta su imperfección es elocuente. Es la misma clase de contradicción que crece en Josh y su esposa Cornelia (Naomi Watts) cuando conocen a la joven y bohemia pareja formada por Jamie (Adam Driver) y Darby (Amanda Seyfried). Fletcher admira la obra de Josh, que lleva diez años atascado con una película sobre "el poder en América", y Josh admira la energía y actitud emprendedora de Fletcher, quien ha desarrollado una especial habilidad para hacer uso o no de la última tecnología (colecciona vinilos, VHS y máquinas de escribir) y de consumir cultura sin establecer jerarquías. Ambos son objetos de deseo para la sátira amable.



Debates cinéfilos

Quizá porque su madre fue crítica de cine, pocos como Baumbach se atreven a volcar en sus películas con tanta literalidad las preocupaciones intelectuales de su oficio. Mientras seamos jóvenes hace explícitos dos debates muy presentes en la cinefilia: la inconveniencia de categorizar el gusto -"Recuerdo cuando esta canción se suponía que era mala", dice Josh cuando escucha Eye of the Tiger- y la permeabilidad entre realidad y ficción. El clímax del filme es, de hecho, una encendida discusión sobre la honestidad del cineasta frente al registro de la realidad.



Con una energía que recuerda a Woody Allen, gran parte del filme aborda con un toque ligero la confusión, la ansiedad y el patetismo de lo que relata, pero también hay momentos, sobre todo el tramo final, tomados por la complacencia y las soluciones simplistas. Su tensión es la eterna tensión del cómico amargo.



@carlosreviriego