Alejandro Amenabar con Emma Watson. Foto de Jan Thijs

Vuelve Amenábar. El director de Tesis, Los otros y Mar adentro presenta Regression en el Festival de San Sebastián (que empieza este viernes), una vuelta al suspense situada en el 'midwest' estadounidense protagonizada por Emma Watson y Ethan Hawke. Hablamos con él sobre su incursión en las raíces del miedo y con algunos de los numerosos españoles que presentan sus trabajos en el certamen donostiarra, como Agustí Villaronga (El rey de la Habana), Cesc Gay (Truman), Asier Altuna (Amama) e Imanol Uribe (Lejos del mar), entre otros.

Por fin se produce el encuentro entre Alejandro Amenábar y el Festival de San Sebastián. Veinte años después de que el director arrasara con su primera película, aquella Tesis (1996) que se convirtió en un fenómeno sociológico y en símbolo del nuevo cine español que marcaría de forma profunda los 90, el ganador del León de Oro en Venecia con Mar adentro (2004), inaugura por todo lo alto la 63 edición del certamen vasco con su primera película en seis años, Regression, que como el propio título también parece indicar es un regreso del autor a sus orígenes en el terror y el thriller. Un reparto internacional encabezado por dos estrellas de máxima categoría como Ethan Hawke y Emma Watson protagonizan un filme en apariencia modesto y sencillo, con algo incluso de serie B, que encierra en su interior más secretos y misterios de lo que parece. Una vuelta a los orígenes tras años de silencio para un director que, nos cuenta, ha estado todo este tiempo buscando una "buena historia que contar". Apunta también a una pequeña crisis artística, aunque no da más detalles. Amenábar siempre ha sido parco en palabras y, aunque parece más relajado y sonriente que otras veces, sigue sin ser un personaje público excesivamente inclinado a las confidencias.



Ambientado en los años 90, Regression es un filme sobre la culpa, el miedo, la histeria o las trampas de la memoria que nos traslada a la América profunda en un pueblecito del midwest en el que una joven (Emma Watson) denuncia a su padre por haber abusado sexualmente de ella en un ritual satánico. A partir de aquí, el padre (extraordinario David Dencick) ingresa en la cárcel y un policía como los de antes (Ethan Hawke), duro de pelar, solitario, poco amigo de las bromas y sujeto a mil tormentos, comienza una investigación que va revelando extraños tentáculos con una oleada de crímenes satánicos que azota a todo Estados Unidos. Y en medio, un psiquiatra visionario (David Thewlis) que pretende llegar a la verdad mediante la hipnosis haciendo que los pacientes sufran una "regresión" hasta el momento del delito dejando al descubierto sus recuerdos más reprimidos.



Pregunta. - ¿Por qué ha regresado al terror?

Respuesta.- En el fondo, siempre hago la película que me gustaría ver como espectador. Soy de esos fanáticos insistentes que quieren ver películas de terror aunque la mayoría son muy malas. Es tan sencillo como que me apetecía hacer una. De repente comencé a pensar en mis primeros trabajos y me di cuenta de que tiendo al suspense.



P. - El miedo siempre ha estado muy presente en su cine como forma de acercarnos a nuestros instintos más inconscientes, ¿es ese sentimiento una fuerza creativa?

R. - El miedo es un sentimiento muy radical y muy primario. Es el que experimentamos en una sala de cine viendo una película desde la seguridad de nuestra butaca. Estamos ante algo que me resulta muy estimulante. Existe también una cuestión personal. Gracias al cine he desterrado algo de mis miedos, no ya tanto viendo películas de terror como haciéndolas. Me ha servido para superar temores que vienen de mi infancia. En esta ocasión, el miedo aparece como gran ocultador. La película juega con el espectador y en algún momento plantea quitarnos el miedo que no nos deja ver el meollo del problema. Me llama mucho la atención cómo a veces los puzzles más enrevesados, los problemas más complicados, tienen soluciones sencillas cuya respuesta ya estaba ahí...



Suspensión de la credibilidad

Emma Watson y Ethan Hawke en Regressión

P. - ¿Quería jugar también con nuestra capacidad para creer lo increíble?

R. - Hitchcock hablaba de la "suspensión de la credibilidad". Esa capacidad para creer se acentúa cuando estás en una sala de cine porque apela a nuestra parte más irracional y a que uses la imaginación. En Regression eso está reflejado de una forma aún más clara. Das por sentadas muchas cosas porque existe una figura de autoridad que te guía.



P. -El concepto de histeria también es fundamental, ¿por qué estamos tan dispuestos a creer que sucederá lo peor?

R. - Lo tienes ahora mismo en el mundo de la bolsa, hay una crisis en China y se genera el pánico. El miedo se propaga con mucha facilidad y eso es histeria.



P. - ¿A qué lo atribuye?

R. - Debe de haber algo masoca en esa necesidad de estar asustados. También creo que tendemos a buscar chivos expiatorios. Nos decimos: "Yo no puedo haber hecho esto, lo ha hecho el diablo". En este caso, lo más desconcertante es que tenías testimonios de rituales satánicos muy similares por todo el país, todo encajaba pero no se encontraban pruebas. Había visto algún documental sobre memorias reprimidas y trastorno de personalidad...



Gracias al cine he desterrado mis miedos. Me ha servido para superar temores"

Regression entronca de manera muy clara con algunas de las obsesiones y dilemas que el autor ya planteaba en Tesis. No es casual que la película también esté ambientada en los 90. En esta ocasión, la histeria colectiva no tiene que ver con snuff movies, o películas que reproducen torturas y asesinatos reales, sino con la ola de pánico que invadió Estados Unidos en esa época respecto a oscuras sectas satánicas que realizaban sangrientos rituales por todo el país. Nos explica el director: "Cuando leí por primera vez sobre las snuff movies en la prensa di por sentado que existían, después me lo corroboró un texto al respecto de Roman Gubern. Luego con el tiempo te vas dando cuenta de que el ser humano es capaz de las mayores atrocidades pero no hay un comercio de películas de este estilo. Tendemos a ser muy mal pensados con unas cosas y muy bien pensados con otras". Y la idea del morbo, por supuesto, sigue presente.



P. - ¿Quién cree que gana en esa guerra entre ciencia, expresada a través de esa terapia 'regresiva', y religión?

R. - Lo que me parece interesante de esta historia es que convergen la ciencia y la religión en un momento y las dos cometen errores. Era algo que me apetecía explorar.



P. - ¿Y qué papel juega la religión en esa América profunda y devota?

R. - La religión y en concreto las iglesias evangélicas tienen mucha fuerza en la América rural, eso es ago que he podido comprobar con mis propios ojos en Minesotta, donde las iglesias están en el centro de la vida de muchos pueblos. Ahora mismo el discurso que predomina es el del rapture, señales que indican que el mundo se va a acabar y es inminente.



P. - ¿Quería preguntarse también por la existencia de Dios?

R. - En esta cuestión quería un perfil bajo. Donde sí hablo de una forma muy directa de esos temas es en mi tercera película, Los otros (2001), que es mucho más existencialista de lo que la gente piensa. Esa es una película que trata sobre mi agnosticismo. Creía saber dónde estoy y ya no lo sé.



Un purgatorio particular

Ethan Hawke en una imagen de la películaEmma Watson en Regressión

P. - Sí tienen un papel importante conceptos como el de sacrificio y redención en la figura del padre sospechoso...

R. - Le diría que eso es algo casi cristiano y que está en varias de mis películas. Debe de ser la herencia de mi educación en los escolapios. Quería plantear esa cárcel casi como un monasterio donde el monje se queda para asumir su culpa y pasar así a su purgatorio particular.



En Regression, Amenábar recrea en Canadá una Minnesota gris y un tanto tétrica más cinematográfica que realista: "No es un mundo que conozca mucho. Lo fundamental fue un viaje a Minnesota donde me encontré con un país limpísimo y pulcro. Creamos un ambiente más lúgubre. De todos modos, podría haber sido así perfectamente en los años 90".



P. -El aspecto quizá más sorprendente es el sonido, donde hay un trabajo muy cuidado. ¿Cómo lo ha planificado?

R. -Es la primera vez que trabajo con Ignacio Gutiérrez que es un magnífico diseñador de sonido. La película quiero creer que tiene un punto moderno pero los thrillers de los 70 eran la inspiración y no queríamos efectos digitales, todo tenía que ser un poco más "sucio". No hay efectos sintéticos ni de barrido, hicimos una limpieza de atmósferas para llevarlo todo a ese terreno de contención, saber qué se oye exactamente. Hay una escena de la que me siento especialmente orgulloso y es ésa en la que Ethan Hwake escucha con los cascos la confesión de Emma. Al principio íbamos a grabar esa confesión pero finalmente la rodamos para extraer el sonido y utilizamos la reverberación del baño en el que estaba la actriz interpretando la secuencia. Allí el sonido viene única y exclusivamente de lo que dice Emma. Hawke comienza a imaginar a partir de lo que escucha...



La religión y en concreto las iglesias evangélicas tienen mucha fuerza en la América rural. Lo he comprobado yo mismo"


Amenábar jamás ha hecho gala de opiniones polémicas y ha vivido por lo general al margen de lo político. Sin embargo, su desacuerdo con la política cinematográfica del Gobierno parece enfadarle lo suficiente como para abandonar esa discreción: "Llevamos demasiado tiempo en el cine con la estrategia del palo y la zanahoria. Hace ya unos meses que el Gobierno anunció que iba a bajar el IVA y sigue todo igual. No tengo muy claro si hay una estrategia premeditada para que se hunda el cine español", afirma rotundo.



P. - ¿Cómo está viviendo los nuevos aires que están llegando a la política?

R. - Está muy bien que se hayan planteado alternativas y me gusta que los partidos emergentes estén dando un toque de atención a los tradicionales. En este país siempre hemos tenido un problema endémico de corrupción, desde el tío que te viene a arreglar el friegaplatos y no te cobra la factura hasta el político de más arriba. El problema es que cuando empiezas a estar rodeado de tanta mierda acaba oliendo muy mal.



@juansarda